Seergio Pitol - La Vida conyugal

En la vasta y majestuosa producción narrativa de Sergio Pitol (México, 1933), sinfónica, capaz de grandes frescos (quizá debería decir « murales ») donde se desarrolla el carnaval cómico-fúnebre de la condición humana, La vida conyugal (1991) se destaca como una cornisa que enmarca un interior. Una sonatina especial, ejecutada en un único tema compuesto en tres variaciones : allegro , andante con brío, final triunfal. Su tema es la conyugalidad, elevada aquí casi a una categoría filosófica en torno de la cual se baila un minué literario. Y sobre ella y con ella Pitol ejercita su virtuosismo con fines edificantes : para que el ignorante género humano sepa sobre qué puede apoyarse el entendimiento más perfecto, la solidaridad más profunda que mantiene a dos criaturas unidas por el sagrado vínculo matrimonial : el odio. Pero hay muchos grados de odio. El odio, el verdadero, el profundo, que viene del corazón, es un sentimiento que puede alcanzar su propia nobleza si se vive con auténtica pasión. El odio que viven los dos protagonistas es un odio menor, si se me permite decirlo así, proporcional a la estatura de los dos personajes. Algo que participa más bien del resentimiento, de la competencia, del despecho y que termina convirtiéndose en un adhesivo existencial, un verdadero entendimiento. Hay una serie de intentos de uxoricidios en toda la historia, pero nunca llegan a buen fin, como los aspirantes a suicidas que se cortan las venas no sin antes haber llamado prudentemente por teléfono a emergencias.

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