¿Locos o genios? Los científicos en la literatura

¿Locos o genios? Los científicos en la literatura

Dossier elaborado por Christine Sétrin, con la colaboración de Ángel Pozo.

Carl Spitzweg – Los Magos (1860-1865)

Ilustración : Zeno.

Año Internacional de la Luz y de las Tecnologías basadas en la Luz

Año Internacional de la Luz y de las Tecnologías basadas en la Luz

Después de pasar todo el año 2014 en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, con motivo del centenario de este mortífero conflicto, Tesoros Digitales vuelve a temas menos trágicos y más variados.

Este año 2015, se conmemoran varios acontecimientos y avances científicos relacionados con la óptica y la luz : los estudios sobre óptica de Ibn Al-Haytham (1015), los trabajos de Fresnel que llevaron a descubrir que la luz es una onda (1815), la teoría electromagnética de la propagación de la luz propuesta por Maxwell (1865), la teoría del efecto fotoeléctrico de Einstein (1865) y el descubrimiento de la radiación de fondo de microondas por Penzias y Wilson (1965). Para celebrar tantos eventos, la UNESCO ha decretado que 2015 sería el Año Internacional de la Luz y de las Tecnologías basadas en la Luz, con el fin de sensibilizar al mundo sobre la manera en que las tecnologías basadas en la luz pueden contribuir al desarrollo sostenible además de ofrecer soluciones para grandes desafíos mundiales en temas de energía, de educación, de agricultura y de salud.

Ilustración: Wikimedia Commons.

Más allá de los aspectos científicos, nos llama la atención las trayectorias de estos hombres que dedicaron todos sus esfuerzos persiguiendo un improbable resultado científico con el fin de mejorar nuestra existencia, a menudo en detrimento de la suya propia: Ibn Al-Haytham, Augustin Fresnel, James Clerk Maxwell, Albert Einstein, Arno Allan Penzias y Robert Woodrow Wilson, a los que podríamos añadir figuras como las de Alessandro Volta, Nikola Tesla, Thomas Edison, por quedarnos en el ámbito eléctrico, y cuántos otros de todas las ramas del conocimiento…

Thomas Edison

Thomas Edison

De esta figura, la del científico entregado a su investigación, a la del científico loco inmortalizado por la literatura, el cómic o el cine, sólo hay un paso. Un paso que, de hecho, saltaron escritores y guionistas al recrear, o reinventar, las vidas de estos científicos famosos en sus obras. La vida de Nikola Tesla, por ejemplo, fue novelada por Jean Echenoz en Relámpagos. Albert Einstein es el tío travieso del personaje protagonizado por Meg Ryan en la comedia romántica Fórmula para amar (I.Q., 1994) de Fred Schepisi o, lo veremos más adelante en este trabajo, Thomas Edison fue uno de los protagonistas de Auguste Villiers de L’Isle-Adam en su novela de anticipación L’Ève future.

Ilustración: Wikimedia Commons.

Reales o ficticios, despistados y simpáticos o despiadados y peligrosos, aventureros o gurús, locos o geniales, biólogos o químicos, físicos o psicólogos, los científicos han sido, sobre todo desde el siglo XIX, los protagonistas de obras narrativas muy variadas. Cuentos, novelas y cómics fantásticos, de ciencia-ficción, o al contrario ultra-realistas o humorísticos, han tenido a científicos como protagonistas principales. Es lo que les proponemos descubrir en esta nueva entrega de Tesoros Digitales: ¿Locos o genios? Los científicos en la literatura.

Despistados e inofensivos

Carl Spitzweg – El Cazador de mariposas (1840)

Carl Spitzweg – El Cazador de mariposas (1840)

Ilustración : Wikimedia Commons.

Quizás la palabra «inofensivos» del título de esta sección no sea demasiado adecuada. En efecto, por muy despistados y aparentemente pacíficos que sean los científicos que vamos a presentar, su despiste, o su obsesión enfermiza por su investigación les lleva a menudo, a ellos y a los que les rodean, a situaciones complicadas, cuando no peligrosas… Quizás un término más apropiado sea «sin malas intenciones».

Honoré de Balzac – La Recherche de l'absolu, edición ilustrada americana (1901)

Honoré de Balzac – La Recherche de l’absolu, edición ilustrada americana (1901)

Sin malas intenciones, bien al contrario, es nuestro primer protagonista, Balthasar Claës, un rico burgués de las Flandes francesas. Antiguo alumno del químico Lavoisier, lleva una existencia acomodada y feliz entre su esposa y sus dos hijos. Un día recibe la visita de un matemático polaco, convertido en soldado para ganarse la vida, que le cuenta el estado de sus propias investigaciones para descubrir el principio de la materia. Esta visita despierta el interés por la ciencia del rico flamenco : se pone a comprar costosos productos químicos y se entrega por completo a la fiebre de la investigación, encerrándose en su laboratorio con un criado para ayudarle, y descuidando por completo a su familia, a la que conduce a la ruina… Honoré de Balzac (1799-1850) describe con meticulosidad, además de ofrecer un retrato de la sociedad flamenca a principios del siglo XIX, la decadencia moral y social de este hombre obsesionado por La Busca del absoluto (La Recherche de l’absolu, audiolibro en francés). Publicada por primera vez en 1834, esta novela fue reescrita en varias ocasiones por su autor, para formar parte, finalmente, de los Estudios filosóficos de su Comédie humaine (La Comedia humana).

Ilustración: Internet Archive.

Honoré de Balzac – La Recherche de l'absolu, ilustración de Adrien Moreau, Xavier Le Sueur y Charles-Théodore Deblois (1899).

Honoré de Balzac – La Recherche de l’absolu, ilustración de Adrien Moreau, Xavier Le Sueur y Charles-Théodore Deblois (1899).

«Este amasijo de matraces, retortas, metales, cristalizaciones con colores fantásticos, muestras colgadas de la pared, o echadas encima de los hornos, estaba dominado por la figura de Balthazar Claës que, sin chaqueta, los brazos desnudos como los de un obrero, enseñaba un pecho cubierto de pelo blanco como su pelo. Sus ojos, de una fijeza horrible, no dejaban de vigilar una máquina neumática. El recipiente de esta máquina estaba coronado por una lente formada por cristales dobles y convexos cuyo interior estaba rellenado de alcohol y que reunían los rayos del sol que en ese momento entraban por uno de los compartimentos de la cristalera del desván. El recipiente, del cual la bandeja estaba aislada, se comunicaba con los hilos de una inmensa pila de Volta. Lemulquinier, ocupado de mover la bandeja de esta máquina que se articulaba en un eje móvil con el fin de mantener siempre la lente en una dirección perpendicular a los rayos del sol, se levantó, la cara negra de polvo, y dijo: «¡Ah! ¡Señorita, no se acerque!»»

Ilustración : Internet Archive.

Honoré de Balzac - Une rue de Paris et son habitant, ilustración de François Courboin (1899)

Honoré de Balzac – Une rue de Paris et son habitant, ilustración de François Courboin (1899)

También imaginado por Balzac, el profesor Marmus, «ancianito regordete, provisto de un abdomen flotante y prominente y que le compromete a muchos sacrificios, ya que le obliga a llevar pantalones excesivamente anchos, para no ser molestado en sus movimientos» es un científico despistado y preocupado exclusivamente de aplastar las tesis de un rival. Este simpático ancianito es el protagonista de unas páginas que se publicaron como nouvelle bajo el título Une rue de Paris et son habitant (Una calle de París y su habitante, audiolibro en francés, 1848) pero que en realidad era el inicio de una novela que el autor empezó varias veces y nunca acabó.

Ilustración: Project Gutenberg.

Armand Silvestre – Le Lunium (1888)

Armand Silvestre – Le Lunium (1888)

Le Lunium (El Lunio, audiolibro en francés, 1888) es un metal «infinitamente más valioso que el oro y la plata, más duro, más incorruptible, más bonito para las monedas y la joyería» que ha descubierto el eminente investigador ruso Yvan Peterson y que, aunque poco frecuente en la Tierra, abunda en la Luna y en otros planetas ; de ahí su nombre… El profesor Peterson convoca una asamblea de potenciales inversores para presentarles su trabajo. Pero el profesor Peterson tiene una esposa, más bien guapa, y bastante infiel… Y lo que van a poder observar los asistentes de la asamblea no será precisamente la Luna… Este cuento lleno de humor sobre un científico despistado víctima de una esposa poco honrada forma parte del volumen Fabliaux gaillards (Fábulas verdes, 1888) del novelista, poeta, cuentista, libretista y crítico de arte francés Armand Silvestre (1837-1901).

Ilustración: Gallica.

Christophe – L'Idée fixe du savant Cosinus (1893)

Christophe – L’Idée fixe du savant Cosinus (1893)

El profesor Cosinus es el protagonista de un cómic de 1893, L’Idée fixe du savant Cosinus (La Idea fija del profesor Cosinus), de uno de los precursores del género: Georges Colomb, más conocido bajo su pseudónimo de Christophe (1856-1945). Los lectores interesados por la obra de este dibujante cuyas obras entrarán en el Dominio Público el 1 de enero de 2016, podrán hojear nuestra entrega de Tesoros Digitales titulada De Trajano a Krazy Kat : 1800 años de precursores del cómic. Inspirado en varios matemáticos y físicos del siglo XIX, el profesor Cosinus es un personaje excesivamente despistado que tiene una obsesión : dar la vuelta al mundo para «civilizar a los negros». Para desplazarse inventa medios de transporte todos más extravagantes unos que otros y llegará a duras penas… ¡a las puertas de París!

Ilustración: Blog de Pierre Aulas.

Christophe – L’Idée fixe du savant Cosinus (1893)

Ilustración: Blog de Pierre Aulas.

A pesar de su interés para la Humanidad – el secreto de la eterna juventud -, La Découverte du Docteur Auguérand (El Descubrimiento del Doctor Auguérand), no despertó, en 1922, cuando el buen doctor intentó darle difusión, más que risas y desprecio. Y hubo que esperar cerca de veinte años, en 1941, para que el público y las autoridades científicas se dignaran en prestarle atención, al constatar los impresionantes resultados logrados en secreto por el científico… En este cuento de anticipación publicado en 1910, el inclasificable poeta y novelista Edmond Haraucourt (1856-1941) le da la vuelta al mito del científico loco poniendo en escena a un científico bueno opuesto a la locura de  la sociedad que lo rodea.

Karel Matej Čapek-Chod

Karel Matej Čapek-Chod

Karel Matej Čapek-Chod (1860-1927) fue un periodista y escritor, representante del movimiento naturalista checo. Su relato La Promoción del Sr. Chalvey (texto y audiolibro en francés, 1913) pone en escena a un viejo profesor que ha consumido su vida inclinado sobre sus microscopios y no ha tenido ninguna vida cultural, y menos aún vida sensual. Es cuando le ascienden a profesor de la Universidad de Praga que por fin abre los ojos y decide recuperar el tiempo perdido. Pero es demasiado tarde…

Ilustración: Wikipedia.

Después de años de investigación, el Sr. Isobard, científico astrónomo, llegó a un importante descubrimiento: era capaz de anunciar, con un mes de antelación, el tiempo que haría cada día. Con el fin de mejorar la vida de sus conciudadanos, empezó a publicar sus previsiones en el Boletín meteorológico de Suiza romanda.  Pero, al cabo de unos meses, estas prediciones meteorológicas eran tan acertadas que empezaron a tener efectos poco deseados – baja de las visitas turisticas, alza de los salarios de los jornaleros agrícolas… – provocando la ira de diversos colectivos… Este divertido cuento, La Grande Découverte du savant Isobard (El Gran Descubrimiento del científico Isobard, audiolibro en francés, 1938), es obra de un autor suizo llamado Albert Roulier, sobre el que pocos elementos biográficos se conocen.

Guías espirituales

Carl Spitzweg – En el jardín, El Filósofo (1850-1855)

Carl Spitzweg – En el jardín, El Filósofo (1850-1855)

Ilustración : Wikimedia Commons.

Ciencia de los principios y las causas, la filosofía, cuando se lleva al extremo, ya no es sabiduría sino más bien locura devastadora de la que los propios filósofos suelen ser las primeras víctimas…

Aristófanes – Las Nubes, ilustración extraída de «Emblemata et aliquot nummis antiqui operis, cum emendatione et auctario copioso ipsius autoris» de Joannes Sambucus (1564)

Aristófanes – Las Nubes, ilustración extraída de «Emblemata et aliquot nummis antiqui operis, cum emendatione et auctario copioso ipsius autoris» de Joannes Sambucus (1564)

Icono filosófico por excelencia, Sócrates, que no ha dejado ningún escrito y sobre el que poco se sabe, ha gozado desde su muerte de una celebridad que ha traspasado los límites del ámbito puramente filosófico. Su figura, rodeada de leyendas, es el eje conductor de obras artísticas de diversa índole : obras de teatro o de poesía, óperas, pintura, escultura… La primera referencia literaria de Sócrates, así como la de un científico loco, se encuentra en la famosa comedia de Aristófanes (444-385 a.C.) titulada Νεφέλαι (Las Nubes, S. V a.C.). En esta obra, el conservador, y ferviente defensor de los valores religiosos, Aristófanes, ofrece una visión muy dura del filósofo al que presenta como un demagogo que se dedica a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. Las Nubes se articula alrededor de las aventuras de dos personajes: Estrepsiades, un viejo campesino, y Fidipides, su hijo, joven insensato aficionado a los caballos y que acumula deudas (que debe pagar su padre)… El anciano decide mandar a su hijo a formarse en el Pensadero, la escuela en la que Sócrates y su amigo Querefonte enseñan las diversas disciplinas sofísticas, y especialmente el argumento justo y el argumento injusto, para que aprenda a hablar y a razonar y, de esta manera, quitarse de encima a los acreedores. Pero Fidipides se niega, convencido de que Sócrates y sus amigos son un grupo de locos. Estrepsiades decide asistir a la enseñanzas de Sócrates. Al llegar a Pensadero, Estrepsiades descubre al filósofo colgado en un cesto y observando el cielo. Le explica al campesino que no cree en los dioses sino en las Nubes, ya que son ellas las que hacen caer la lluvia y producen el trueno… Afirmación descabellada donde las haya…

Ilustración: Wikimedia Commons.

« Estrepsiades.- Ante todo, te ruego que me digas qué es lo que haces ahí.
Sócrates.- Camino por los aires y contemplo el Sol.
Estrepsiades.- Por tanto, ¿miras a los dioses desde tu cesto y no desde la tierra? Si no es que…
Sócrates.- Nunca podría investigar con acierto las cosas celestes si no suspendiese mi alma y mezclase mis pensamientos con el aire que se les parece. Si permaneciera en el suelo, para contemplar las regiones superiores, no podría descubrir nada porque la tierra atrae a sí los jugos del pensamiento: lo mismo exactamente que sucede con los berros.
Estrepsiades.- ¿Qué dices? ¿El pensamiento atrae la humedad de los berros? Pero, querido Sócrates, baja, para que me enseñes las cosas que he venido a aprender. »

Miguel de Cervantes – El Licenciado Vidriera (1866)

Miguel de Cervantes – El Licenciado Vidriera (1866)

El poder de atracción de charlatanes excéntricos sobre las multitudes constituye la trama de El Licenciado Vidriera, (audiolibro en español) una de las Novelas ejemplares (1613) de Miguel de Cervantes. Después de lograr una posición honrada como licenciado en leyes, Tomás, el protagonista, es víctima de los efectos de una pócima de amor que altera su razón : cree tener el cuerpo de vidrio y ser sumamente frágil. Sin embargo esta obsesión monomaniática contrasta con la sabiduría de sus juicios y se convierte pronto en un famoso oráculo al que acude todo el mundo. A través de la mirada del Licenciado Vidriera, como agudizada por esta lupa que constituye su supuesto cuerpo de vidrio, Cervantes aprovecha para fustigar la clase media española de su tiempo: todos, sean maestros o banqueros, sastres o pasteleros, acaban traicionando su oficio en busca de fama o de lucro. La alienación quizás no sea únicamente cosa del Licenciado… Al final, cuando Tomás recobra la razón sin perder una pizca de su sabiduría, su público, que acudía a él atraído sobre todo por las manifestaciones de su locura, acaba desinteresándose de sus enseñanzas. Disgustado por el hecho de ser famoso, sin clientes, Tomás se alista en el ejército y muere en una batalla… desconocida.

Ilustración: Internet Archive.

Miguel de Cervantes – El Licenciado Vidriera (1866)

Miguel de Cervantes – El Licenciado Vidriera (1866)

«Arrimóse un día con grandísimo tiento, porque no se quebrase, a la tienda de un librero, y díjole:
-Este oficio me contentara mucho si no fuera por una falta que tiene.
Preguntóle el librero se la dijese. Respondióle:
-Los melindres que hacen cuando compran un privilegio de un libro, y de la burla que hacen a su autor si acaso le imprime a su costa; pues, en lugar de mil y quinientos, imprimen tres mil libros, y, cuando el autor piensa que se venden los suyos, se despachan los ajenos.»

Ilustración: Internet Archive.

Erckmann-Chatrian – L'Illustre Docteur Mathéus, illustration de Théophile Schuler (18?).

Erckmann-Chatrian – L’Illustre Docteur Mathéus, illustration de Théophile Schuler (18?).

Mientras los anglófonos temblaban con los cuentos de Edgar Allan Poe y Ernst Theodor Amadeus Hoffmann provocaba escalofríos al otro lado del Rín, en Francia se publicaban pocas historias fantásticas. Por lo tanto, después de ser rechazado por varios periódicos, el relato L’Illustre Docteur Mathéus (El Ilustre Doctor Mathéus) de Erckmann-Chatrian trajo una ola refrescante en el mundo literario francés. Esta mezcla de Poe y Hoffmann, con ingredientes y telón de fondo franceses, conquistó al gran público y crítica, y lanzó a sus autores a la fama. En efecto, Erckmann-Chatrian es el pseudónimo de un dúo de escritores, Émile Erckmann (1822-1899) y Alexandre Chatrian (1826-1890), ambos nativos de Lorena, que conocieron mucho éxito en Francia en las décadas 1860-1870. Autores de cuentos y relatos fantásticos, y de novelas de inspiración regionalista y nacionalista, su fama llegó a su auge después de la guerra franco-prusiana de 1870, cuando Lorena pasó a ser ocupada por los prusianos y las obras del dúo plasmaron el deseo francés de revancha. El Doctor Mathéus es un buen médico de pueblo, que lleva una vida tranquila y regular cuidando tanto de sus enfermos como de su huerto. Podría haber llevado esta existencia llena de serenidad sin su pasión por la metafísica, y en particular por la palingenesia, o sea la ciencia filosófica que trata del renacimiento de los cuerpos después de la muerte. Autor de un tratado en dieciséis volúmenes sobre esta ciencia, el héroe de este relato siente un buen día la necesidad de ir por el mundo para predicar esta doctrina, fuente, según él, de felicidad para la humanidad… Si bien no logra hacer muchos discípulos, el buen doctor vivirá una multitud de aventuras más picarescas unas que otras, entre las cuales no dejará de realizar algún milagro…

Ilustración: Internet Archive.

El científico loco es una figura que el dúo loreno volverá a explorar en numerosas obras. Podemos nombrar Don Spiridion Doloso, el alquimista de Science et génie (Ciencia y genio, 1849), empeñado en robarle a Micaël, artista fracasado, el secreto de la representación de la vida; el boticario Hans Schnaps de La Lunette de Hans Schnaps (El Catalejo de Hans Schnaps, 1850), inventor de un catalejo único que permite cambiar de punto de vista y ser feliz, o el metafísico Wolfgang Scharf en Les Trois Âmes (Las Tres Almas, audiolibro en francés, 1859), obsesionado por descubrir el principio del alma…

Guy de Maupassant

Guy de Maupassant

Publicada en 1921, después de la muerte de su autor, la novela corta Le Docteur Héraclius Gloss (audiolibro en francés) fue escrita entre 1875 y 1877, por un joven Guy de Maupassant (1850-1893) de veinticinco años. Más conocido por sus cuentos llenos de realismo y de pesimismo sobre la condición humana, Maupassant nos sorprende aquí con la divertida y grotesca aventura de Héraclius Gloss, ingenuo, presuntuoso, buena persona y bibliófilo, y de toda una galería de personajes secundarios más pintorescos unos que otros, desde la criada y amante hasta el perro Pitágoras y un mono, ¡pasando por un lingüista! Después del hallazgo de un manuscrito de metempsicosis y convencido de que cada animal es la reencarnación pasajera de un hombre que cumple de esta manera el castigo por los pecados cometidos durante su vida humana, el buen doctor se pone en busca de la verdad absoluta, trastornando su vida y sus pequeños rituales cotidianos así como su equilibrio mental: acoge en su casa a un ejército de bichos de todos tipos, prohíbe matar insectos en su huerto, se lamenta al ver su gato matar ratones, y por supuesto renuncia a comer carne…

Ilustración: Gallica.

Evocamos en nuestra entrega de Tesoros Digitales dedicada a la evocación del mundo antiguo en la literatura occidental el volumen Vies imaginaires (Vidas imaginarias, audiolibro en francés, 1896), en el que Marcel Schwob (1867-1905), entremezclando hechos oficiales y anécdotas imaginadas, recreaba las biografías de diversos personajes, ilustres u olvidados, de la historia. Dos de ellos tienen su lugar en este nuevo trabajo sobre científicos locos. El primero de los dos, Cratès, cynique (Crates, cínico, audiolibro en francés), fue un filósofo cínico de la Antigüedad. Discípulo de Diógenes, este heredero de una gran fortuna que renunció a sus bienes, distribuyéndolos entre los habitantes de Tebas, para vivir en la miseria más absoluta en las calles de Atenas y dedicarse, junto con su mujer y sus discípulos, a aliviar los sufrimientos de los pobres. (El cinismo, recordémoslo, fue una escuela filosófica griega, que predicaba la humildad como movimiento de oposición a las clases dominantes.) Fiel a su fascinación por lo mórbido, Marcel Schwob no nos ahorra en esta breve biografía de Crates de Tebas ningún detalle de la degradación física del filósofo por culpa de su extrema miseria…

Marcel Schwob – Cratès, cynique, ilustración de Georges Barbier (1929)

Ilustración : Books-Graphics.

«La vida no fue generosa con él. A fuerza de exponer sus ojos al polvo acre del Ática, contrajo legañas. Una enfermedad desconocida de la piel lo cubrió de tumores. Se rascó con sus uñas, que no cortaba nunca, y observó que sacaba un doble provecho, puesto que al mismo tiempo que las usaba sentía alivio. Sus largos cabellos llegaron a parecerse a un fieltro tupido, y se las arregló de modo que lo protegieran de la lluvia y el sol.»

Hanns Heinz Ewers

Hanns Heinz Ewers

Escritor, director de cine, trotamundos alemán, Hanns Heinz Ewers (1871-1943) fue un personaje incómodo para la élite política e intelectual de la época. Arrestado e internado en un campo de internamiento en Estados Unidos en 1918 por hacer propaganda activa a favor de Alemania durante la Primera Guerra Mundial, simpatizante del nacionalsocialismo de los primeros tiempos, fue el objeto de represalias por parte de los mismos nazis a causa de su homosexualidad y de su falta de convicción en el antisemitismo. En 1934 sus obras fueron prohibidas en Alemania y sus propiedades confiscadas, pero logró que sus amistades de partido cancelaran la prohibición. Murió de tuberculosis en 1943. Escritor de éxito entre las dos guerras, su colaboración con el nazismo perjudicó su posteridad póstuma. Bertold Brecht le calificó de «pornógrafo de moda» y Heinrich Mann escribió que sus relatos eran «falsamente demoniacos e intencionalmente morbosos». Enmarcada en el género fantástico y de terror, su obra se compone de relatos y novelas macabros y eróticos. (Se puede leer unas traducciones de algunos relatos de Ewers en esta página.) Der Zauberlehrling (El Aprendiz de brujo, 1910), su primera novela, introduce el que va a ser su personaje fetiche, Frank Baum, de alguna manera su alter ego, como él escritor, historiador, filósofo y viajero. En El Aprendiz de Brujo, Frank Baum decide instalarse en un rincón perdido de los Alpes italianos para escribir un ensayo sobre el origen del Hombre y de las razas. En este lugar aislado de todo, El Americano, un autóctono emigrado a Estados Unidos que ha vuelto a su pueblo, reina como profeta sobre los adeptos de la secta que ha inventado. Baum, convencido de su propia superioridad intelectual, pretende demostrarla a todos poniendo a prueba al falso sacerdote… Incómodo panfleto sobre la religión y los milagros, el poder de la inteligencia sobre la inocencia, Der Zauberlehrling es también una profunda reflexión sobre el lugar que ocupa en el mundo un ateo muy culto, racionalista al extremo, y sus posibilidades de alcanzar la felicidad. Franz Baum volverá a protagonizar otras dos novelas: Alraune (1911), sobre la que volveremos más adelante, y Vampir. Ein verwilderter Roman in Fetzen und Farben (Vampiro. Novela a todo color y jirones, 1920). También de tono existencial y filosófico, Vampir nos representa a un Baum desencantado, que ni las drogas, ni la lujuria, le permiten alcanzar un parecido de felicidad. Pero lo que busca realmente no es ni la felicidad ni la paz, es la vida… y la vida es sangre… Una figura moderna de vampiro decadente, muy distinta de la de los habituales chupadores de sangre…

Ilustración: Signor Formica, magazine de entreguerras.

Alfred Jarry en 1898

Alfred Jarry en 1898

Al revés de las obras previamente reseñadas, en las que la ciencia inspira la ficción, con Gestes et opinions du docteur Faustroll, pataphysicien (Gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico, 1898, pero publicada por primera vez en 1911), novela póstuma de Alfred Jarry (1873-1907), entramos en una dimensión diametralmente opuesta, ya que de esta novela nació una «ciencia» nueva, que todavía hoy en día cuenta con sus adeptos y sus colegios por todo el mundo: la patafísica. Inspirador de los surrealistas y precursor del teatro contemporáneo, Alfred Jarry, también autor de la serie de obras articulada alrededor del personaje de Ubu Rey, supo poner en escena, a través de un efecto cómico mordaz, los rasgos más grotescos de la personalidad humana, al mismo tiempo que procuró llevar una vida acorde a los principios enunciados por su protagonista, el Doctor Faustroll: sacrificó respetabilidad y comodidad para vivir en una cabaña, en compañía de sus tres amigos, su bicicleta, la absenta y una pistola. Científico, erudito, nacido con 63 años, edad que mantendrá a lo largo de su vida, el Doctor Faustroll, desahuciado, inicia un viaje «desde París hasta París, por el mar» que lo llevará a la muerte. Proyectado en la «ethernidad», comunica mediante cartas telepáticas con el físico británico Lord Kelvin (que existió de verdad) y le dicta numerosas reglas sobre el espacio, el tiempo, el sol… La patafísica, ciencia paródica defendida por el Doctor Faustroll, es, etimológicamente, «aquello que se encuentra «alrededor» de lo que está «después» de la física» y consiste en el estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones… Entienda quien pueda… Estos conceptos tan extraños fueron el punto de partida de un grupo de intelectuales de finales de los años 1940, quienes, para burlarse de los colegios y academias literarios y artísticos, crearon en 1948 el Colegio de Patafísica, «sociedad de investigaciones sabias e inútiles». Entre estos artistas figuran nombres famosos como los de Raymond Queneau, Boris Vian, Eugène Ionesco, Jean Genet o Jacques Prévert… y este colegio fue el punto de partida de un famoso movimiento literario del S. XX : el OuLiPo

Ilustración : Les Amis d’Alfred Jarry.

«Dios es por definición inextendido, pero se nos permite, para la claridad de nuestro enunciado, suponerle un número cualquiera, más alto que cero, con dimensiones, aunque no tenga ninguna, a condición de que estas dimensiones desaparezcan en los dos miembros de nuestras identidades. Nos satisfaremos con dos dimensiones, de manera que se pueda representar fácilmente en una hoja de papel, las figuras de geometría plana. Simbólicamente, se representa a Dios como un triangulo, pero las tres personas no deben ser consideradas como las puntas ni como las aristas. Son las tres alturas de otro triangulo equilátero circunscrito al tradicional.»

Raymond Roussel

Raymond Roussel

Creador de una obra extraña y perturbadora, Raymond Roussel (1877-1933) no logró en vida el éxito que tanto anhelaba. Sus obras, despreciadas e incomprendidas por sus contemporáneos, no fueron reconocidas hasta muchos años después de su publicación, cuando las redescubrieron los surrealistas; André Breton, Jean Cocteau o Paul Éluard, entre otros, fueron fervientes defensores de los herméticos textos de Roussel. Su escritura innovadora, imaginaria, se basa en un dominio del lenguaje que le permite al autor jugar con las palabras: homónimos, parónimos, recursividad, rimas, e incluso el lenguaje de las aves, son recursos frecuentemente usados en sus obras. Martial Canterel, científico e inventor, es el protagonista central de la novela Locus Solus (1914). Este título enigmático que significa, en latín, «Lugar único», «Lugar solitario», hace referencia a la casa y el parque en el que el científico ha invitado a un grupo de personas a visitar sus creaciones. Este sorprendente parque de atracciones ofrece un recorrido por construcciones extravagantes, que combinan mecanismos y automatismos, energía solar y materias primas… humanas (desde un mosaico compuesto por dientes de diferentes colores hasta unas vitrinas que contienen muertos conservados en un producto llamado la resurrectina…!). Si las descripciones de los inventos de Canterel pueden resultar perturbadoras, y si nos puede parecer que la novela no tiene más trama que una sucesión de descripciones cada vez más locas, nos sirve no obstante para recordar que Roussel, además de precursor de los surrealistas, fue el inventor de diversos aparatos de uso común hoy en día: la autocaravana, una máquina de leer, la utilización del vacío (que llegó a patentar) e incluso desarrolló la formulación de un método de jaque mate en el ajedrez…

Ilustración: Wikimedia Commons.

Aventureros y viajeros

Carl Spitzweg – El Naturalista en el Trópico (ca. 1835)

Carl Spitzweg – El Naturalista en el Trópico (ca. 1835)

Ilustración : Zeno.

Viajes de estudio, expediciones a lugares remotos de la Tierra… o del sistema solar, las ocasiones no faltan a los científicos de novelas para, además de entregarse a sus investigaciones, dar a conocer los aspectos más desagradables de sus personalidades…

Jules Verne – Cinq Semaines en ballon, ilustración de Édouard Riou (1867)

Jules Verne – Cinq Semaines en ballon, ilustración de Édouard Riou (1867)

Los personajes locos y las situaciones extrañas no faltan en los relatos llenos de humor del periodista, novelista, poeta, dramaturgo y libretista Joseph Méry (1797-1866). La Pêche au lion (La Pesca del león, audiolibro en francés, 1834), fantasía aérea alocada, ofrece todas estas características. Un buen inglés aficionado a los jeroglíficos y su esposa, acompañados de un eminente pero poco decoroso egiptólogo italiano, embarcan a bordo de la estrecha cesta de un globo aerostático atada a un dromedario para cruzar el desierto de Egipto. Como cualquiera sabe, ése es el mejor modo de viajar por las dunas de arena sin tener que sufrir las incomodidades de una travesía terrestre. Pero, entre la presencia de un león hambriento que se comerá al dromedario y acabará arrastrando a la cesta, y la conducta del impresentable descifrador de jeroglíficos que se empeña en enamorarse y apropiarse de la esposa del digno británico, este crucero aéreo por el desierto no va a ser demasiado descansado… Observemos de paso que el ingenioso medio de locomoción ideado por Méry es injustamente ridiculizado por los protagonistas de Cinq Semaines en ballon (Cinco Semanas en globo, 1863) de Jules Verne, que preferirán ser arrastrados por… ¡un elefante!

Ilustración: Internet Archive.

Rodolphe Töpffer - Voyages et aventures du Docteur Festus (1840)

Rodolphe Töpffer – Voyages et aventures du Docteur Festus (1840)

Docteur Festus es, junto con Monsieur Cryptogame, Monsieur Jabot, Monsieur Crépin o Monsieur Vieux Bois, uno de los personajes emblemáticos creados por el suizo Rodolphe Töpffer (1799-1846), al que se le considera padre de la historieta moderna (ver nuestros Tesoros Digitales sobre precursores del cómic). Humanista, letrado, conocedor de 21 idiomas, el Docteur Festus decide emprender un gran viaje para perfeccionar su formación descubriendo las cosas que sólo conoce por leerlas en los libros. Subido a su mula, vivirá (¡y provocará!) una sucesión de aventuras rocambolescas, científicas, absurdas y alocadas que le sirven de pretexto a su autor para ofrecer su visión satírica de la sociedad, la política, el ejército o el mundo científico de su tiempo. La historia editorial del Docteur Festus fue casi tan accidentada como las aventuras del simpático erudito. En 1829, Töpffer dibuja una primera versión que circula entre sus conocidos. Después de recibir comentarios alentadores de Goethe, Töpffer decide reescribir su historia en forma de novela. Pero las reacciones asustadas de sus amigos al leer su sátira le llevan a abandonar completamente el proyecto. Habrá que esperar hasta 1840 para que se animara a volverlo a sacar de sus cajones, debido al éxito que estaba encontrando en Francia por otras obras. Decide entonces proponer una doble publicación de las aventuras del Doctor Festus : una versión dibujada, titulada Le Docteur Festus (El Doctor Festus) y una versión novelada, Voyages et aventures du Docteur Festus (Viajes y aventuras del Doctor Festus).

Ilustración: Gallica.

Rodolphe Töpffer – Le Docteur Festus (1840)

Ilustración: Gallica.

Albert Robida - Jadis chez aujourd'hui (1890)

Albert Robida – Jadis chez aujourd’hui (1890)

Cinco años antes de La Máquina del tiempo de H.G. Wells, Albert Robida (1848-1926), uno de los precursores de la ciencia-ficción más prolíficos, imagina en Jadis chez aujourd’hui (Antaño en el día de hoy, 1890) los viajes temporales del científico Célestin Marjolet, que, para vengarse de no haber sido seleccionado para participar en la Exposición universal de 1889, traerá a dicha exposición un grupo de visitantes bastante inesperados: el rey Luis XIV y su corte… !  Este alocado cuento destinado a la juventud se publicó en la revista Le Petit Français illustré entre el 10 de mayo y el 14 de junio de 1890.

Ilustración: Gallica.

Arnould Galopin – Le Docteur Oméga, ilustración de E. Bouard (1906)

Arnould Galopin – Le Docteur Oméga, ilustración de E. Bouard (1906)

Autor prolífico, ganador del gran premio de la Academia francesa en 1918 por un conjunto de relatos sobre la marina mercante durante la Gran Guerra (ver Tesoros Digitales dedicados a la narrativa de la Primera Guerra Mundial), Arnould Galopin (1863-1934) es sobre todo recordado como autor de novelas, juveniles o no, de aventuras y ciencia-ficción. En este marco se inscribe Le Docteur Oméga (El Doctor Omega, audiolibro en francés, 1906), novela de aventuras extraordinarias ambientada en Marte. El narrador de esta novela, uno de los primeros ejemplos de aventuras marcianas de la literatura francesa, simpático violinista que acaba de adquirir una casa en el campo, ve su tranquila existencia trastornada al conocer a su vecino, siniestro científico, tan sabio como loco, para el que sólo cuenta su ciencia, con el que inicia una amistad. El Docteur Oméga le cuenta que ha inventado un material revolucionario, que llama la repulsita, que tiene unas propiedades inversas de la atracción terrestre. Untando un vehículo espacial con este material, se podría fácilmente alejarse de la Tierra y viajar por las estrellas… Así es como el violinista cartesiano y el Docteur Oméga, acompañados de Fred, el servidor, coloso tosco pero lleno de sentido común popular que aportará el toque de humor necesario a tantas desventuras, embarcan a bordo del Cosmos, vehículo interplanetario que también puede servir de obús, submarino o automóvil, rumbo a Marte. Más novela de aventuras que novela de ciencia-ficción, Le Docteur Oméga es la narración llena de peripecias, sustos y catástrofes, de este viaje por el planeta rojo, y de los descubrimientos hechos por el extraño trío de astronautas. En 1908, Arnould Galopin retomará la trama de esta novela para una nueva saga de aventuras titulada Les Chercheurs d’inconnu, aventures fantastiques d’un jeune Parisien (Los Buscadores de lo desconocido, aventuras fantásticas de un joven parisino), en la que rebautiza a su científico con el nombre de Cosinus, y cambia el personaje del violinista por el de Fanfan, joven parisino, más apropiado para un público juvenil…

Ilustración: Gallica.

Arnould Galopin – Le Docteur Oméga, ilustración de E. Bouard (1906)

Arnould Galopin – Le Docteur Oméga, ilustración de E. Bouard (1906)

«Efectivamente, un monstruo horrible… una especie de hombre fabuloso nos miraba fijamente con sus ojos redondos sin párpados… enormes y brillantes. Se había agarrado a los tornillos del proyectil y resistía victoriosamente al remolino provocado por la estela de nuestro vehículo. Se arrastró hasta la parte delantera del obús ayudándose de sus manos y sus pies, palmeados como los de un cormorán. Pudimos observar aquel extraño visitante. Era un hombre… pero un hombre horrendo, de un aspecto repelente, cien veces más feo que aquellos demonios extraños esculpidos en las fachadas de nuestras viejas catedrales… Su cara, de un azul oscuro casi morado, recordaba vagamente la de un babuino hamadryas… su frente era lisa y huidiza, su nariz ancha y plana. En lugar de orejas, tenía dos huecos sanguinolentos parecidos a las agallas de un pez… Su ancha y hendida boca estaba armada de una cuádruple fila de colmillos puntiagudos que se apretaban o se alejaban según el monstruo abría o cerraba la mandíbula. Sin embargo, el color de aquel extraño vertebrado no era uniforme y el color de su cuerpo contrastaba ligeramente con el de su cabeza. Su pelo y su vientre estaban recubiertos de escamas verdes… En cuanto a sus manos y sus pies, era de un rojo vivo que se volvía más oscuro en las extremidades…»

Ilustración: Gallica.

The Lost World, cartel de la película de 1925

The Lost World, cartel de la película de 1925

Creado por Arthur Conan Doyle, pero menos conocido que su «hermano» Sherlock Holmes, el Profesor George Edward Challenger es sin duda el arquetipo del científico aventurero megalomaníaco. En las antípodas de Sherlock, dominante, prepotente, arrogante, dispuesto a ofender a cualquiera para demostrar la superioridad de sus ideas, sin conciencia social ni inhibición, este simpático personaje es no obstante capaz de lealtad, y su amor por su esposa no deja de ser enternecedor. The Lost World (El Mundo perdido, audiolibro en inglés, audiolibro en español, 1912), escenario de su primera aventura, es un valle aislado de América del Sur en el que el sabio investigador afirma haber encontrado dinosaurios vivos. Acompañado por un joven periodista, por otro profesor y por un cazador reputado, organiza una expedición a este valle con el fin de demostrarle a la comunidad científica la veracidad de sus aseveraciones… Inspirándose en el interés despertado por los descubrimientos de los primeros esqueletos de dinosaurios, Conan Doyle creó una novela de aventuras trepidante en la que su malhumorado protagonista puede dar libre curso a su carácter tormentoso. La figura del profesor Challenger se basó en un profesor de fisiología llamado William Rutherford, que fue profesor de Doyle cuando estudiaba medicina y fue retomada en otras dos novelas (The Poison Belt (La Cintura envenenada, audiolibro en inglés, 1913), en la que una nube envenenada sobrevuela la Tierra, The Land of mist (El País de las brumas, 1926), una historia de espiritismo), y dos relatos (When the world screamed (Cuando gritó la Tierra, 1928), en la que Challenger se empeñará en demostrar que la Tierra es un ser vivo, más concretamente una variedad de erizo de mar, y The Disintegration Machine (La Máquina de desintegrar, 1929), peligroso invento de un rival de Challenger…). The Lost World fue adaptada un sinfín de veces para el cine y la televisión, siendo la primera de ellas una película muda estrenada en 1925 y que no podemos perdernos por ser una de las primeras películas con efectos especiales destinados a darles vida a monstruos prehistóricos.

Ilustración: Wikimedia Commons.

Arthur Conan Doyle – The Lost World (1912)

Arthur Conan Doyle – The Lost World (1912)

«Desde que se había reunido con nosotros, Challenger había dado instrucciones a toda la tropa y provocado el descontento de Summerlee; cuando, esta vez, pretendió obligar a su colega a que llevara encima un barómetro, Summerlee se enfadó.
– ¿Puedo preguntarle, señor, dijo aguantándose con dificultad, cuál es el título que le da derecho de dar estas órdenes?
Challenger, erizándose, lo miró con altanería.
– Profesor Summerlee, le contestó, las doy en mi título de jefe de la expedición
– Me veo obligado a decir, señor, que ese es un título discutible.
– ¿De verdad?
Y Challenger saludó con una ironía bochornosa.
– Quizás le agradaría definir mi situación.
– Su situación, señor, es la de un hombre cuya palabra estamos aquí para averiguar. Constituimos un comité de control para usted. Está usted caminando con sus jueces, señor.
– Por lo tanto, dijo Challenger, sentándose en el borde de un bote, le parecerá, eso espero, natural que les deje continuar su viaje, y que les siga a mi antojo. Si no voy a ser su jefe, no esperen que les lleve yo. »

Ilustración: Internet Archive.

Amos del mundo

Carl Spitzweg – El Alquimista (ca. 1860)

Carl Spitzweg – El Alquimista (ca. 1860)

Ilustración: Wikimedia Commons.

Alquimia, cibernética, guerra biológica… cuando se trata de fomentar revoluciones, conquistar el país vecino o el mundo, o entregarse a la más despiadada venganza, están permitidos todos los golpes y, tanto en la literatura como en la vida real, la ciencia es una herramienta poderosa para conseguir tales objetivos…

Alexandre Dumas – Joseph Balsamo, cartel publicitario de 1889

Alexandre Dumas – Joseph Balsamo, cartel publicitario de 1889

Mémoires d’un médecin (Memorias de un médico, audiolibro en francés, 1846-1852) es una monumental saga en la que, a lo largo de cuatro tomos, Alexandre Dumas (1802-1870) recrea un cuarto de siglo de la Historia de Francia, desde el final del reino de Luis XV, en 1770, hasta la Revolución francesa y el Terror, en 1794, entremezclando los destinos de personajes históricos y los de sus héroes de ficción. El primer tomo de la serie, publicado por entregas entre 1846 y 1849, fue escrito a cuatro manos por Dumas y Auguste Maquet (1813-1888) y se titula Joseph Balsamo (1846-1849), por el nombre de su protagonista central, transfiguración heroica de un personaje real, el Conde de Cagliostro (1743-1795), el famoso aventurero italiano. Carismático e inquietante, el Joseph Balsamo de Dumas pretende traer la felicidad a la humanidad derrumbando las monarquías del mundo para instaurar gobiernos basados en la soberanía popular. Brujo, magnetizador, dirige potentes sociedades secretas diseminadas cuyos miembros pertenecen a todas las capas sociales. Asistido por su maestro, el alquimista Althotas, anciano tan obsesionado por la búsqueda del elixir de juventud que llega incluso al crimen, Balsamo empieza su revolución secreta atacándo a los cimientos de la monarquía de Francia… Dos enigmáticos científicos, intrigas de corte, asesinatos, violaciones, eventos históricos, y peripecias trepidantes de todo tipo llenan esta novela, una de las más interesantes de la obra de Dumas, que será seguida por otros tres títulos no menos famosos y trepidantes, Le Collier de la Reine (El Collar de la Reina, 1849-1850), Ange Pitou (Tomo 1, Tomo 2, 1850-1851) y La Comtesse de Charny (La Condesa de Charny, 1852) en los que seguiremos las aventuras de diferentes personajes, siendo relegado Joseph Balsamo a un papel secundario oculto en la sombra, hasta los días revueltos del Terror…

Ilustración: Gallica.

Alexandre Dumas – Joseph Balsamo, ilustración de una edición americana de 1893

Alexandre Dumas – Joseph Balsamo, ilustración de una edición americana de 1893

«- Sí, ¡pero el elixir! El elixir no está elaborado aún; no recordarás eso, no estabas: era tu padre, tu padre, que era más fiel que tú; pero cuando cumplí mi última cincuentena, compuse el elixir con un mes de antelación. Me había retirado en el monte Ararat. Un judío me vendió, a cambio de su peso en plata, un niño cristiano que aún mamaba el pecho de su madre; lo sangré siguiendo el rito; cogí la últimas tres gotas de su sangre arterial, y en una hora, mi elixir, al que solo faltaba este ingrediente, fue compuesto; de esta manera mi regeneración de cincuentena se desarrolló maravillosamente bien; mi pelo y mis dientes cayeron durante las convulsiones que sucedieron la absorción de este bienaventurado elixir; pero volvieron a crecer, los dientes bastante mal, ya lo sé, porque descuidé de introducir el elixir en mi garganta mediante un conducto de oro. Pero mi pelo y mis uñas volvieron a crecer durante esta secunda juventud, y me puse a revivir como si tuviera quince años… Pero he vuelto a envejecer de nuevo, estoy llegando al vencimiento; si el elixir no está a punto, si no está encerrado dentro de esta botella, si no me encargo de esta obra con sumo cuidado, la ciencia de un siglo se verá aniquilada junto conmigo, y ¡este secreto admirable, sublime, que conozco, estará perdido para la humanidad, que por mí y a través de mí, alcanza la divinidad!»

Ilustración: Internet Archive.

Jules Verne – L'île mystérieuse, ilustración de Jules Férat (190?)

Jules Verne – L’île mystérieuse, ilustración de Jules Férat (190?)

Erudito, ingeniero genial, ávido de investigación científica, de justicia y de destrucción, el Capitán Nemo, protagonista central de las dos famosas novelas de Jules Verne, Vingt Mille Lieues sous les mers (Veinte Mil Leguas de viaje submarino, audiolibro en francés, audiolibro en español, 1869-1870) y L’Île mystérieuse (La Isla misteriosa, audiolibro en francés, 1875), es un personaje fascinante y ambiguo que ya forma parte del imaginario colectivo. Si sus adelantos y descubrimientos científicos despiertan la curiosidad de los invitados accidentales del Nautilus en Vingt Mille Lieues sous les mers, los ataques invisibles y letales que perpetra el submarino, a la vez herramienta científica y máquina de guerra, contra los barcos de una cierta «nación maldita», no deja de asustarles. La Isla misteriosa, escenario de la segunda entrega de las aventuras del enigmático Capitán y de su submarino, es una tierra desconocida en la que «naufraga» el globo con el que se escaparon de la ciudad de Richmond asediada por los sudistas un grupo de estadounidenses. Después de instalarse en la isla supuestamente desierta, los náufragos constatan unos fenómenos extraños y que una presencia invisible parece velar por su seguridad… Descubriremos que la isla es el refugio, y el terreno de nuevos experimentos científicos, de un Capitán Nemo retirado, ya mayor, que llegará a reconciliarse con la humanidad al observar la solidaridad y el compañerismo de los náufragos. Al sentir que le llegar la hora de su muerte, les desvela el secreto de su identidad… Dos novelas, como siempre con Verne, llenas de aventuras y peripecias, en las que, en contrapartida de la figura inquietante del famoso capitán del Nautilus, aparecen otros dos científicos, que por sus conocimientos aportan veracidad técnica a la trama y por su razón y su sentido común moderan la energía y el carácter impulsivo de sus compañeros de viaje: el profesor Aronnax en Veinte Mil Leguas de viaje submarino, experto en mineralogía, botánica y zoología, explica, con sus observaciones críticas y llenas de curiosidad, los hallazgos de Nemo; y Cyrus Smith, el ingeniero de La Isla misteriosa, capaz de hacer fuego sin cerillas ni piedras de sílex o de fabricar explosivos, es la cabeza pensante del grupo de náufragos.

Ilustración: Gallica.

Jules Verne – Vingt Mille Lieues sous les mers, ilustración de Alphonse de Neuville (1871)

Jules Verne – Vingt Mille Lieues sous les mers, ilustración de Alphonse de Neuville (1871)

«-Lo he dudado mucho. Nada me obligaba a concederles mi hospitalidad. Si debía separarme de ustedes, no tenía ningún interés en volver a verles. Me hubiera bastado situarles de nuevo en la plataforma de este navío que les sirvió de refugio, sumergirme y olvidar su existencia. ¿No era ése mi derecho?
-Tal vez sea ése el derecho de un salvaje -respondí-, pero no el de un hombre civilizado.
-Señor profesor -replicó vivamente el comandante-, yo no soy lo que usted llama un hombre civilizado. He roto por completo con toda la sociedad, por razones que yo sólo tengo el derecho de apreciar. No obedezco a sus reglas, y le conjuro a usted que no las invoque nunca ante mí.
Lo había dicho en un tono enérgico y cortante. Un destello de cólera y desdén se había encendido en los ojos del desconocido. Entreví en ese hombre un pasado formidable. No sólo se había puesto al margen de las leyes humanas, sino que se había hecho independiente, libre en la más rigurosa acepción de la palabra, fuera del alcance de la sociedad. ¿Quién osaría perseguirle hasta el fondo de los mares, puesto que en su superficie era capaz de sustraerse a todas las asechanzas que contra él se tendían? ¿Qué navío podía resistir al choque de su monitor submarino? ¿Qué coraza, por gruesa que fuese, podía soportar los golpes de su espolón? Nadie, entre los hombres, podía pedirle cuenta de sus actos. Dios, si es que creía en Él; su conciencia, si la tenía, eran los únicos jueces de los que podía depender.»

Ilustración: Gallica.

Eduardo Ladislao Holmberg

Eduardo Ladislao Holmberg

Médico y naturalista argentino, Eduardo Ladislao Holmberg (1852-1937) fue uno de los primeros científicos en catalogar la biodiversidad de su país, participando en diversas expediciones científicas antes de ser nombrado en 1888 director del Jardín Zoológico de Buenos Aires, actividad que compaginó con la docencia de la historia natural, la física y la química en la Escuela Normal de Profesores y en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Además de publicar varios textos sobre botánica, obras de referencia durante mucho tiempo en Argentina, por ser las primeras en clasificar la flora del país, Holmberg es el autor de diversas obras literarias: poesía, viajes, traducción (tradujo Los Papeles póstumos del club Pickwick, de Charles Dickens). Pero fue en el ámbito narrativo donde destacó sobre todo, ya que se le considera el padre de la ciencia-ficción argentina. Su novela El viaje maravilloso del señor Nic-Nac (1875), siguiendo el modelo de otros precursores de la ciencia-ficción (ver nuestros Tesoros Digitales dedicados a este tema), utiliza el viaje a Marte de su protagonista como pretexto para desarrollar una crítica social de su tiempo. El debate entre positivismo y espiritualismo, muy en boga por entonces, constituye la lema de Horacio Kalibang o los autómatas (1879), cuento ambientado en Alemania en la que Holmberg imagina a un fabricante de autómatas tan parecidos a sus modelos que estos últimos no son capaces de distinguirse de sus propias imitaciones. El objetivo de este personaje es distribuir sus muñecas por todo el mundo a fin de controlarlo… Un extraño objeto literario, entre cuento filosófico y cuento fantástico…

Ilustración: Academia Nacional de Ciencias de Argentina.

Arthur Conan Doyle – The Final Problem, ilustración de Sidney Paget (1893)

Arthur Conan Doyle – The Final Problem, ilustración de Sidney Paget (1893)

Aunque aparezca solamente en dos de las sesenta aventuras protagonizadas por Sherlock Holmes y en una obra de teatro adaptada por el actor William Gillette (Sherlock Holmes, texto en español, audiolibro en francés), el profesor Moriarty es recordado como uno de los super-villanos más villanos de la historia literaria. Esta popularidad inesperada se explica por las circunstancias de su nacimiento literario, ya que el personaje fue creado por Arthur Conan Doyle con el fin de matar a Sherlock Holmes. Cansado de escribir las aventuras del detective, que llevaba publicando desde más de diez años, Doyle publicó en 1891 The Final Problem (El Problema final, audiolibro en inglés), en el que Sherlock se enfrenta al profesor Moriarty, peligroso y cínico personaje que encabeza el crimen organizado londinense. Amenazados y perseguidos por el malvado científico, Sherlock y Watson empiezan un periplo por el continente, periplo que acabará en Suiza, en las cataratas del Reichenbach, en las que caen, enlazados, los dos enemigos, Sherlock y Moriarty. Todos conocemos lo que pasó después: los lectores de Conan Doyle, disgustados por la muerte de su héroe favorito, armaron tanto revuelo que el escritor se vio obligado, tres años después, a reanudar con la serie, resucitando a Sherlock Holmes y, más adelante,… a Moriarty que protagonizará, en 1914, The Valley of fear (El Valle del terror, audiolibro en inglés). Matemático genial, dotado de un cerebro de excepción, el profesor Moriarty podría haber tenido una carrera universitaria e investigadora magnífica si no hubiera sido animado por el espíritu del mal que le lleva a cometer exacciones de todo tipo y a reinar sobre el ejército de los malhechores de Londres, en la sombra, como una araña en el centro de su red… Definitivamente indisociable de la del genial detective, la figura del villano científico fue retomada por otros autores y en una infinidad de películas y adaptaciones televisivas basadas en las aventuras de Sherlock Holmes.

Ilustración: The Complete Sherlock Holmes.

Arthur Conan Doyle – The Final Problem, ilustración de Sidney Paget (1893)

Arthur Conan Doyle – The Final Problem, ilustración de Sidney Paget (1893)

«Todo eso es lo que el mundo sabe del profesor, pero ahora le voy a contar lo que yo mismo he descubierto. Usted sabe bien, Watson, que nadie conoce tan bien como yo el alto mundo de la criminalidad londinense. Por espacio de varios años he vivido con la constante sensación de que detrás de los malhechores existía algún poder, un poder de gran capacidad organizadora, que se cruza siempre en el camino de la justicia y que cubre con su escudo a los delincuentes. Una y otra vez, en casos de la más diversa variedad, falsificaciones, robos, asesinatos, he palpado la presencia de esa fuerza de la que le hablo, y he deducido la intervención de su mano en muchos de los crímenes que no llegaron a descubrirse y en los que no se me consultó personalmente. Me he esforzado durante años en rasgar el velo que envolvía ese poder. Hasta que llegó el momento en que pude agarrar mi hilo y lo seguí, y ese hilo me condujo, después de mil astutos rodeos, hasta el profesor Moriarty, el afamado matemático. Watson, ese hombre es el Napoleón del crimen. Es el organizador de la mitad de los delitos y de casi todo lo que no llega a descubrirse en esta gran ciudad. Ese hombre es un genio, un filósofo, un pensador abstracto. Posee un cerebro de primer orden. Permanece inmóvil en su sitio, igual que una araña tiende mil hilos radiales y él conoce perfectamente todos los estremecimientos de cada uno de ellos. Es muy poco lo que actúa personalmente. Se limita a proyectar. Pero sus agentes son numerosos y magníficamente organizados. En cuanto hay un crimen que cometer, un documento que sustraer, una casa que saquear, un hombre a quien quitar de en medio, se notifica al profesor lo que ocurre, se organiza el hecho y se lleva a cabo. Existe la posibilidad de que el agente sea apresado. En ese caso hay siempre dinero dispuesto para ofrecer como garantía de su libertad provisional o para su defensa. Pero el poder central que se sirve de ese agente no cae nunca en manos de la justicia, y ni siquiera llega a sospecharse su existencia. He aquí la organización de cuya realidad me aseguré mediante deducciones, Watson, y a cuyo descubrimiento público y destrucción he dedicado todas mis energías.»

Ilustración: The Complete Sherlock Holmes.

Albert Robida – La Vie électrique «El Sahara devuelto a la agricultura por el cambio climático»

Albert Robida – La Vie électrique, «El Sahara devuelto a la agricultura por el cambio climático»

París, años 1950. Inventor genial y riquísimo, Philox Lorris es el equivalente francés de Thomas Edison y ha dedicado su vida a la electricidad, además de ser el protagonista central de la novela La Vie électrique (La Vida eléctrica, audiolibro en francés) publicada por Albert Robida (1848-1926) en 1892. El problema de Lorris es que su hijo no quiere casarse con la mujer que le ha elegido y está enamorado de una joven que le desagrada. Más allá de las desventuras sentimentales, La Vie électrique es una novela de anticipación apasionante en la que Robida, polifacético artista que acumulaba talentos como dibujante, caricaturista, grabador, periodista y novelista, imagina un siglo XX esclavizado por la tecnología y la electricidad. Su capacidad de visionario no deja de deslumbrar, tanto sobre aspectos técnicos, pues llega a idear el telefonóscopio, antepasado de Skype, o la fonoclichoteca, especie de biblioteca digital de audiolibros de temáticas diversas…, como sobre aspectos sociales, imaginando la igualdad de género y un feminismo llevado a sus extremos (¡según el autor!) con la feminización de las palabras del diccionario… Si la electricidad es descrita como «la Gran Esclava» puesta al servicio de los hombres para mejorar su existencia, también tiene su contrapartida: la contaminación en unas ciudades sin árboles, invadidas por cables eléctricos, el infierno de las condiciones de trabajo en las fábricas, la desaparición de la cocina familiar, sustituida por una alimentación industrial llevada a casa por medio de canalizaciones, el cambio climático… y, sobre todo, unos hombres ignorantes y desamparados, incapaces de asimilar la complicada civilización en la que evolucionan, con los riesgos que eso supone para su intimidad y su salud, siempre puestas en peligro por la inteligencia artificial…

Ilustración: Internet Archive.

Raymond McDonald - The Mad Scientist: a tale of the future (1908)

Raymond McDonald – The Mad Scientist: a tale of the future (1908)

Raymond McDonald es el pseúdonimo colectivo bajo el cual el canadiense Raymond Alfred Léger (1884-1934) y el estadounidense Edward Richard McDonald (1873-?) publicaron su única novela The Mad Scientist: a tale of the future (El Científico loco: un cuento del futuro, 1908). Aunque, lo estamos leyendo dese el inicio de este trabajo, los científicos locos no faltaron en la literatura anterior a esta novela, hay que reconocerle al dúo Raymond McDonald la paternidad del término «científico loco» y la creación de este subgénero de la narrativa de ciencia-ficción. A través de una trama que no desvela claramente la postura política de sus autores, vemos cómo el científico loco que da título a la novela, de convicciones socialistas, se enfrenta al gobierno y a los dirigentes de las empresas de Estados Unidos. ¿Son las acciones del protagonista realmente una amenaza para la sociedad capitalista? Quizás el lector tenga que decidir por sí mismo… (Desgraciadamente, no hemos podido localizar ningún ejemplar accesible libre y gratuitamente en línea).

Ilustración: The Encyclopedia of Science Fiction.

Jules Perrin – Le Monde sur le monde, ilustración de Henri Lanos (1910)

Jules Perrin – Le Monde sur le monde, ilustración de Henri Lanos (1910)

Autor de novelas policíacas, fantásticas y de ciencia-ficción, Jules Laurent Perrin (1863-1943?) ha caído en un olvido inmerecido. Quizás la razón fue que la mayor parte de sus obras fueron publicadas por entregas en revistas de la primera década del siglo XX, sin llegar a ser nunca, salvo alguna escasa excepción, editadas en volumen. Estas obras son muy difíciles de encontrar hoy en día, lo cual contribuye a mantenerlas en la sombra a pesar de su originalidad indudable y del carácter visionario de sus ideas. Le Monde sur le monde (El Mundo sobre el mundo), publicada en 1910-1911 por la revista Nos loisirs (Nuestro ocio) es una novela futurista en la que un multimillonario, asistido de dos científicos poco escrupulosos, manda construir una ciudad de hierro de una altura vertiginosa, más alta que París, llena de innovaciones tecnológicas y de armas peligrosas (por ejemplo, un sistema que permite pulverizar a distancia gases asfixiantes, o, la joya de la corona de los inventos, un mecanismo para desencadenar tifones). Los conflictos entre la población del vecindario, amenazada por estas armas, y víctima de las consecuencias climáticas de esta obra (la falta de agua, la sombra proyectada por semejante construcción, la contaminación), y el megalómano millonario no tardarán en producirse y en convertirse en una guerra tremendamente mortífera… Menos futurista, pero no menos fantástica, L’Hallucination de Monsieur Forbe (La Alucinación del Señor Forbe, Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4) fue publicada en 1908 por la revista Je sais tout (Lo sé todo) y posteriormente en forma de volumen bajo el título La Terreur en images (El Terror en imágenes). Esta novela está protagonizada por un anciano profesor, víctima y testigo de fenómenos telepáticos que anuncian que van a producirse todo tipo de acontecimientos: desde un asesinato en su barrio, hasta unos fuegos artificiales en Estados Unidos… Estos fenómenos llevan a los científicos a diseñar una línea de transferencia de imágenes de alta velocidad entre Estados Unidos y el continente europeo, lo cual trastornará profundamente la vida de los hombres y será el origen de un conflicto bélico entre Estados Unidos y Alemania. Ambas novelas fueron publicadas acompañadas de las impactantes ilustraciones de Henri Lanos (18?-19?), pintor e ilustrador que, en repetidas ocasiones, puso su talento al servicio de precursores de la ciencia-ficción.

Ilustración: Merveilleux Scientifique.

Edgar Wallace – The Green Rust (1919)

Edgar Wallace – The Green Rust (1919)

Richard Horacio Edgar Freeman (1875-1932) fue un periodista, guionista, director de cine y novelista que publicaba bajo el pseudónimo de Edgar Wallace. Durante cerca de treinta años, redactó sus novelas dictándolas a un dictáfono y encargando a sus secretarias de la posterior mecanografía. De esta manera podía «escribir» una novela en pocos días, lo cual explica su prolífica obra: entre 1905 y su muerte llegó a publicar cerca de 170 novelas policíacas, de aventuras e incluso de ciencia-ficción. The Green Rust (El Óxido verde, audiolibro en inglés, 1919) es su vigésima novela y se ambienta en la época en la que fue redactada: los tiempos que siguieron la Primera Guerra Mundial. El millonario y moribundo John Millinborn es encontrado muerto, apuñalado, en su lecho de muerte. ¿Por qué? ¿Tiene algo que ver su testamento redactado a favor exclusivo de su sobrina? ¿En qué consiste la conspiración del Óxido verde? Muchas incógnitas en esta trepidante intriga en la que Wallace imagina a un malvado químico alemán que urde una terrible venganza contra los Aliados victoriosos de la Gran Guerra…

«Algunos trabajadores llenaban unos tubos pequeños con el contenido de unos cuencos. Estos tubos eran sorprendentemente frágiles y Beale vio cómo por lo menos tres de ellos estallaron en las manos de los que los llenaban. Cada banco llevaba un centenar de tubos, quizás más, y un soplete encendido, para derretir la cera. El trabajo se hacía de forma mecánica en un silencio casi general. (Notó que los pasamontañas cubrían las cabezas de los químicos de manera que no aparecía el menor vestigio de su cabello.) A veces, uno de ellos abandonaba su puesto y desaparecía por una puerta a la otra punta de la sala. Parecía evidente que los vapores de los que se protegían no eran nocivos ya que algunos de ellos se quitaban la máscara cuando abandonaban su banco.»

Ilustración: Lady Bluestocking.

Karel Čapek

Karel Čapek

Karel Čapek (no confundir con Karel Čapek Chod, evocado más arriba) es uno de los autores checoslovacos más importantes del siglo XX. Bajo nuestras latitudes, es sobre todo conocido por ser el autor de la obra de teatro de ciencia-ficción R.U.R., distopía industrial en la que por primera vez se hace uso de la palabra «robot» (ver nuestros Tesoros Digitales sobre los precursores de la ciencia-ficción). Ambientada en los años 1940, Továrna na absolutno (La Fábrica de absoluto, texto en inglés, 1922), tiene como protagonista al ingeniero checo Marek, inventor de una máquina revolucionaria, que llama «Carburador», capaz de fragmentar los átomos sin generar residuos con el fin de producir energía de manera barata. Con esta máquina, comercializada por todo el mundo, se puede iluminar una ciudad entera con un solo trocito de carbón. El problema es que, al consumar completamente la materia, el Carburador libera el «absoluto», la esencia divina. Cualquier persona puesta en contacto con la revolucionaria máquina se vuelve creyente y quiere contribuir a hacer el bien: los criminales más endurecidos se confiesan, los ricos regalan sus bienes a los pobres… Podría ser un primer paso hacia un mundo mejor, sin los efectos colaterales catastróficos de este descubrimiento sobre la sociedad: por una parte, en el ámbito económico, el abaratamiento de la energía lleva a una sobreabundancia de los productos industriales, que conducirá a una grave crisis financiera y un periodo de hambruna; por otra parte, la propagación del absoluto provoca ataques de religiosidad y de misticismo entre los ciudadanos, además de enfrentar a los fieles de las distintas religiones que pretenden atribuir la esencia divina liberada a su propio Dios. Estalla una guerra sin precedentes… Mezcla de fantasía y de realidad cotidiana, de ironía desencantada y de ternura cariñosa, Továrna na absolutno es una obra poco conocida que merecería ser leída hoy en día, a la luz del contexto económico y ecológico actual…

Ilustración: Wikimedia Commons.

Thomas Degeorge – La Muerte de Arquímedes (1815)

Thomas Degeorge – La Muerte de Arquímedes (1815)

Años más tarde, en el cuento corto Smrt Archimédova (La Muerte de Arquímedes, texto y audiolibro en francés, 1938), Čapek reinventa las circunstancias de la muerte del famoso matemático griego. Según la historia, ¡o la leyenda!, Arquímedes fue asesinado durante el sitio de Siracusa por un soldado romano que había entrado a robar y fue increpado por el matemático, concentrado sobre unas construcciones geométricas, que le gritó «No molestes mis círculos». En realidad, según Čapek, Arquímedes no era un científico despistado, sino un soldado encargado de construir máquinas de guerra para defender la ciudad. Y el soldado no era un ladrón borracho, sino un oficial erudito y ambicioso que venía a visitar a Arquímedes para convencerle de poner su ciencia al servicio de Roma para conquistar el mundo…

Ilustración: Wikimedia Commons.

Arnould Galopin

Arnould Galopin

A diferencia de Le Docteur Oméga, que hemos evocado más arriba, Le Bacille (El Bacilo, audiolibro en francés, 1928), también de Arnould Galopin, no se publicó por entregas sino directamente en forma de libro. El protagonista de esta novela, Martial Procas, es un eminente especialista de biología microbiana. Muy guapo, sus conferencias universitarias atraen la élite intelectual de París y, sobre todo, a las parisinas. Pero al científico sólo le interesan sus trabajos y no se fija en el coqueteo de sus admiradoras. Hasta que un día su mirada se cruza con la de una americana tan guapa como aventurera e… infiel. A las pocas semanas de casarse con ella, al descubrir que su esposa, aburrida, ha ido a buscar compañía cerca de otros hombres, Procas es víctima de una grave crisis de cianosis que tiene como consecuencia el dejarle la piel completamente azul, color del que nunca podrá deshacerse… Empieza entonces para el eminente científico convertido en monstruo un largo calvario de rechazo social, de soledad, de odio y de burlas continuas. Cuando un grupo de descerebrados matan a su perro, el único ser que le brinda apoyo, Procas decide vengarse. Se encierra en su laboratorio y se entrega en cuerpo y alma a la experimentación con el fin de desarrollar un bacilo sumamente mortífero. Una vez a punto su Bacillus murinus, echa el contenido de un frasco en el depósito de agua potable de su barrio… Una novela popular con tintes de fábula corrosiva sobre los comportamientos gregarios en la que prefiguran ideas sobre la guerra biológica…

Ilustración: Roman d’aventures.

Microfotografía del bacilo del cólera, tarjetas publicitarias (S. XX)

Microfotografía del bacilo del cólera, tarjetas publicitarias (S. XX)

«Reinstaló su laboratorio y su puso de nuevo a trabajar, pero esta vez ya no era para dotar a la humanidad de un descubrimiento. Era para sembrar la muerte entre sus semejantes. Y sería la médula extraída de su perro la que contendría el veneno. Se acordaba de que, en unos trabajos anteriores, había hecho cantidad de experimentos de cultivos de microbios en medios que contenían sustancias extraídas de la médula y del encéfalo de los perros. Incluso había extraído una materia a la que llamaba «medulosa» y que, si se añadía en dosis mínimas a los medios nutritivos, tenía la propiedad de aumentar considerablemente la virulencia de los microbios patógenos. Pero tenía que seleccionar entre éstos el que mejor podría dar la muerte. Recordaba todas las enfermedades infecciosas que había estudiado antaño, consultaba tratados de bacteriología, pero no encontraba nada. Por unas razones que comprenderemos pronto, quería propagar el microbio en el agua. El virus de la peste bubónica, en el que pensó un tiempo, es sin duda un virus de los más activos, pero recientes experimentos han demostrado que el agua tiene un papel muy secundario en su propagación. Para suscitar una epidemia, había que encontrar un veneno nuevo, formidable. ¿Dónde buscar este germen desconocido, este pequeño ser invisible que, de manera disimulada, penetra en las entrañas y mata con más certeza que una bala de revólver?»

Ilustración: New York Public Library Digital Gallery.

Karin Boye

Karin Boye

Obra imprescindible del género distópico, Kallocain (Kallocaína, texto en inglés, 1940) de la autora sueca Karin Boye (1900-1941) se inspira en los textos precursores Nosotros (1920) de Ievgueni Zamiatine y Brave New World (El Mejor de los mundos, 1932) de Aldous Huxley y, a su vez, le sirvió de principal fuente de inspiración a George Orwell para su obra maestra 1984 (1948). La Kallocaína que le da su título a la novela, es una droga diseñada por el químico Leo Kall que tiene la propiedad de poner a los que la consumen en un estado de confianza tal que no pueden decir otra cosa que la verdad. Lleno de buenas intenciones, Kall imagina que su descubrimiento permitirá librar al mundo de criminales y traidores. Pero en la sociedad totalitaria en la que vive Kall, la confianza es un sentimiento totalmente inexistente: los apartamentos están equipados de micrófonos y de cámaras, las asistentas domésticas deben informar de lo que observan en las casas en las que trabajan, y todo el mundo teme que su pareja o sus hijos le denuncien a la menor sospecha… Kall, al contrario del protagonista de Orwell, es leal a su gobierno y no tiene dudas sobre la validez del sistema político en el que vive. De hecho parece más preocupado de saber si su mujer le engaña con su jefe… Pone los beneficios de su invento al servicio de su país, esperando con ello lograr un avance en su carrera profesional… Simpatizante de la ideología socialista de principios de siglo, Karin Boyle volvió desencantada de un viaje a la URSS en 1928. Las observaciones de este viaje y, sin duda, el auge del nazismo, fueron el punto de partida de Kallocain, que, sin embargo, no deja de tener resonancias muy actuales en nuestros tiempos de telecomunicaciones globales, de vigilancia de la vida privada, de transparencia, y de confianza en nuestros gobiernos…

Ilustración: Wikimedia Commons.

«- Un descubrimiento extraordinario», observé pensativamente. «¿Cómo llegó a hacerlo?»
– Me apoyé en descubrimientos anteriores», contesté. «Un fármaco de efectos similares se pudo conseguir durante cerca de cinco años, pero los efectos secundarios eran tan tóxicos que casi todas las personas que fueron utilizadas como cobayas acabaron en el manicomio, incluso después de una única prueba. El descubridor destrozó de esta manera a tanto material humano que le dieron una buena amonestación y tuvo que interrumpir los experimentos. Ahora he logrado neutralizar los efectos tóxicos. Tengo que confesar que estaba bastante ansioso de saber cómo funcionaría en la práctica…
Y, rápidamente, como de pasada, añadí: «Espero que mi descubrimiento se llame Kallocaína, por mi apellido.»
– Claro, claro, dijo Rissen, casi indiferente. «¿Sospecha usted la gran importancia que puede tener?»
– Por supuesto que lo sospecho. «Cuando la necesidad es mayor, la ayuda está más cercana», como se suele decir. Sabrá que los tribunales están inundados de falsas pruebas. Pocas veces ya se juzga un caso sin que haya testimonios directamente opuestos, y obviamente sin que se deba a un error o una negligencia. Nadie sabe lo que ha causado esta avalancha de perjurios, pero son un hecho.»

Traficantes y fabricantes de vida

Carl Spitzweg – El Naturalista (1875-1880)

Carl Spitzweg – El Naturalista (1875-1880)

Ilustración : Wikimedia Commons.

La creación de un ser humano perfecto o la resurrección de los muertos son problemas que probablemente se plantean desde que la humanidad existe y a los que, por lo menos en el caso de la resurrección, no se ha encontrado todavía una solución. Los autores literarios llevan siglos imaginando estas soluciones, dejándolas en manos de científicos de todos tipos: generosos y humanitarios o, al contrario, ávidos de poder y de prestigio personal. En las obras más antiguas, los seres humanos artificiales se crean por intervención de la magia o de fuerzas sobrenaturales. Pero poco a poco, con los avances de la medicina, los novelistas se han atrevido a imaginar que la ciencia permitiría un día trasplantar órganos, sean orgánicos o mecánicos, o manipular la vida gracias a la genética, y plantearon guiones que pudieron parecer descabellados y revolucionarios en su tiempo, pero que hoy nos resultan deliciosamente anticuados.

Johann Georg Faust

Johann Georg Faust

En nuestros Tesoros Digitales dedicados a los precursores de la ciencia-ficción, ya evocamos la aparición de los androides en la literatura, y comentamos que este concepto derivaba de la obsesión de los alquimistas medievales de crear «homúnculos», esas versiones en miniatura de un ser humano. La más famosa de todas es la criatura del mito de Fausto. Este mito toma sus raíces en la vida de Johann Georg Faust (1480-1540), alquimista, astrólogo y mago alemán. Sospechoso de practicar magia negra, se le suponen afirmaciones sobre un pacto que habría hecho con el diablo y su leyenda está bordada de hechos sobrenaturales. Hasta su muerte, sobrevenida por la explosión de productos químicos durante algún experimento en su habitación en una posada, forma parte del mito. Se publicó en 1587 una biografía anónima, bajo el título Historia von Johann Fausten. Esta biografía le inspiró al dramaturgo inglés Christopher Marlowe (1564-1593) su obra The Tragical History of Doctor Faustus (La Trágica Historia del Doctor Fausto, 1592, publicada en 1604), en la que describe a un hombre, doctor en teología, que en su búsqueda del conocimiento decide vender su alma al Diablo para conseguir los favores de uno de sus siervos, el demonio Mefistófeles. Había nacido un mito, y diversos autores se acercaron a esta figura con biografías u obras dramáticas.

Ilustración: Wikimedia Commons.

Johann Wolfgang von Goethe – Faust, ilustración de Harry Clarke (190?)

Johann Wolfgang von Goethe – Faust, ilustración de Harry Clarke (190?)

Pero fue sin duda con Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) que la historia de Faust iba a alcanzar su dimensión universal. Goethe trabajó sobre este tema durante muchos años y estos estudios desembocaron en dos obras, comúnmente tituladas Faust: der tragödie erster teil (Fausto: primera parte de la tragedia, audiolibro en español, 1808) y Faust: der tragödie zweiter teil (Fausto: segunda parte de la tragedia, 1832). La primera, más directamente inspirada en la biografía del Fausto real, es la más conocida y se centra en el alma del protagonista que Goethe describe como un ser turbado por la pasión, que puede llevar a oscurecer la mente del hombre. La segunda parte de Fausto, continuación de la primera, a pesar de ser totalmente diferente por el estilo y los temas tratados, describe a un protagonista menos sumiso a la pasión y aborda problemas políticos y sociales. En el segundo acto de este Faust II, Wagner, el asistente de Fausto, crea un homúnculo, sublimación del entendimiento humano en busca de un cuerpo físico, contrapunto de la obsesión de Fausto por arrojar su cuerpo físico y convertirse en espíritu puro. En esta parábola sobre el conocimiento científico, la religión, la pasión y la seducción, la independencia y el amor, Goethe sitúa la ciencia y el poder en el contexto de una metafísica moralmente interesada.

Ilustración: Internet Archive.

Johann Wolfgang von Goethe – Faust II, grabado alemán del siglo XIX

Johann Wolfgang von Goethe – Faust II, grabado alemán del siglo XIX

«Wagner, junto al hornillo.- Un fuerte campanillazo hace retemblar las paredes ennegrecidas por el hollín; no podía durar por mucho tiempo la incertidumbre acerca de un resultado tan solemne. Ya empiezan a disiparse las sombras, ya comienza a relucir algo en el fondo de la redoma, que parece un carbón viviente, o mejor, un carbunclo magnífico del que brotan mil brillantes colores en medio de la oscuridad. Aparece una luz pura y blanquecina, ¡ojalá que esta vez no se extinga – Dios mío, ¡ que estruendo en la puerta!
Mefistófeles, entrando.- Salud, pues vengo como amigo.
Wagner, con ansiedad.- Salud al que se presenta tan oportunamente. (En voz baja) Procurad retener la palabra y hasta el aliento: próxima está a cumplirse la grande obra.
Mefistófeles, en voz más baja.- ¿ De que se trata?
Wagner, en el mismo tono.- Va a formarse un hombre.
Mefistófeles.- ¿Un hombre? ¿ Luego tenéis una tierna pareja encerrada en vuestra chimenea?
Wagner.- ¡ Dios me preserve de ello! El antiguo modo de engendrar es reconocido por nosotros como una mera broma. El tierno punto de donde brotaba la vida, la grata fuerza que se exhalaba de su interior, que recibía y trasmitía, destinada a formarse de sí misma, a alimentarse primero de sustancias próximas, y luego de sustancias extrañas, ha perdido ya desde ahora toda su importancia, toda su dignidad. Si el animal encuentra aun en ello el placer, el hombre, dotado de nobles cualidades, debe tener un origen más noble y puro. ( Volviéndose hacia el hornillo.) ¡ Ved como esto ya brilla! – Preciso es convenir que si con la mezcla de cien materias distintas, – porque todo depende de la mezcla, – logramos componer fácilmente la materia humana, encerrarla en un alambique, cohobarla y destilarla debidamente, es innegable que podrá la obra consumarse en secreto. ( Volviéndose de nuevo hacia la lumbre) La masa o el conjunto se agita ya más luminoso, y es a cada instante mi convicción más profunda. Tratamos de hacer con madurez un experimento acerca de los hasta aquí llamados misterios de la naturaleza, y de operar por medio de la cristalización, lo que ella antes hacia.»

Ilustración : Wikimedia Commons.

Jonathan Swift – Gulliver's Travels, ilustración de Arthur Rackham (1899)

Jonathan Swift – Gulliver’s Travels, ilustración de Arthur Rackham (1899)

Aunque las adaptaciones cinematográficas y televisivas edulcoradas del siglo XX (no se pierdan la primera de todas, dirigida por Georges Méliès en 1902, una de las primeras películas en color de la historia) nos pueden llevar a pensar que se trata de una novela juvenil, en realidad Gulliver’s Travels (Los Viajes de Gulliver, audiolibro en inglés, audiolibro en español) es una mordaz sátira social, no precisamente apta para niños. Escrita en 1721, probablemente a consecuencia del crack bursátil de 1720 conocido como «burbuja de los mares del Sur» (de hecho los cambios de tamaño relativo de Gulliver podrían haber sido inspirados por los altibajos bruscos de la riqueza debidos a la especulación), publicada en 1726 en una edición censurada, vio la luz en su forma completa en 1735. Su autor, el ensayista, satirista y panfletista irlandés Jonathan Swift (1667-1745), anticipándose a los ideales de la Ilustración, imagina las aventuras fantásticas de un cirujano de la Marina náufrago para mezclar crítica y razón, locura y panfleto, literatura fantástica y ciencia-ficción… Todos conocemos, gracias al cine, las vivencias de Gulliver en Lilliput, esta isla poblada de hombres muy pequeños, y en Brobdingnag, el país de los gigantes.

Ilustración: Internet Archive.

Jonathan Swift – Gulliver's Travels, ilustración de Arthur Rackham (1899), los «Struldbrugs»

Jonathan Swift – Gulliver’s Travels, ilustración de Arthur Rackham (1899), los «Struldbrugs»

Menos conocida es la tercera parte, con las aventuras en Laputa, Balnibarbi, Glubbdubdrib, Luggnagg o al país de los Houyhnhnms. Los habitantes de la isla flotante de Laputa, obsesionados por las matemáticas, la física y la astronomía, se pasan el tiempo en cálculos y conjeturas, sin llegar a ser capaces de usarlas de manera práctica. Lo único que parece eficaz en ese país es su método de tirar piedras a las ciudades rebeldes situadas por debajo de Laputa… En Balnibarbi, Gulliver descubre que los fondos públicos de dedican exclusivamente a la investigación científica, contribuyendo al empobrecimiento del pueblo. Los científicos, entregados a la ciencia especulativa, han perdido todo sentido común e investigan los temas más absurdos, como crear comida a partir de materias fecales o capturar los rayos del sol en los pepinos. Un invento, no obstante, no nos resulta tan descabellado hoy en día: la máquina que permite generar escritos de manera aleatoria que prefigura nuestros ordenadores modernos… Una parte de la población de Glubbdubdrib, los Struldbrugs, es inmortal, pero su inmortalidad no la preserva del envejecimiento, de la degradación física y mental, y del rechazo por parte del resto de la sociedad, llevándolos a añorar la muerte. En Luggnagg, Gulliver conoce a unos brujos que le permiten hablar con personalidades históricas de todas las épocas que le revelarán verdades ocultas de la Historia, ciencia que resultará ser un tejido de mentiras y de errores. El último viaje de Gulliver es en el país de los Houyhnhnms, hermosos caballos llenos de inteligencia y de razón que dominan a unos animales repelentes y despreciables que resultan ser, para gran disgusto de nuestro héroe… humanos. Después de atacar las instituciones políticas y sociales en las dos primeras partes, Swift cuestiona, en el resto de la novela, temas de ámbito más filosófico, como la divinización de la Ciencia por encima de la Razón, los beneficios del progreso científico o la superioridad del hombre sobre el reino animal…

Ilustración: Internet Archive.

Jonathan Swift – Gulliver's Travels, ilustración de Arthur Rackham (1899), Dos sabios

Jonathan Swift – Gulliver’s Travels, ilustración de Arthur Rackham (1899), Dos sabios

«Vi un astrónomo que se había echado sobre sí la tarea de colocar un reloj de sol sobre la veleta mayor de la Casa Ayuntamiento, ajustando los movimientos anuales y diurnos de la Tierra y el Sol de modo que se correspondiesen y coincidieran con los cambios accidentales del viento. Visité muchas habitaciones más; pero no he de molestar al lector con todas las rarezas que vi, en gracia a la brevedad. Hasta entonces había visto tan sólo uno de los lados de la Academia, pues el otro estaba asignado a los propagadores del estudio especulativo, de quienes diré algo cuando haya dado a conocer a otro ilustre personaje, llamado entre ellos el artista universal. Éste nos dijo que durante treinta años había dedicado sus pensamientos al progreso de la vida humana. Tenía dos grandes aposentos llenos de maravillosas rarezas y cincuenta hombres trabajando. Unos condensaban aire para convertirlo en una sustancia tangible dura, extrayendo el nitro y colando las partículas acuosas o fluidas; otros ablandaban mármol para almohadas y acericos; otros petrificaban los cascos a un caballo vivo para impedir que se despease. El mismo artista en persona hallábase ocupado a la sazón en dos grandes proyectos: el primero, sembrar en arena los hollejos del grano, donde afirmaba estar contenida la verdadera virtud seminal, como demostró con varios experimentos que yo no fui bastante inteligente para comprender. Era el otro impedir, por medio de una cierta composición de gomas minerales y vegetales, aplicada externamente, que les creciera la lana a dos corderitos, y esperaba, en un plazo de tiempo razonable, propagar la raza de corderos desnudos por todo el reino.»

Ilustración: Internet Archive.

Ernst Theodor Amadeus Hoffmann – Der Sandmann, ilustración de Jules David para la edición francesa de 1853

Ernst Theodor Amadeus Hoffmann – Der Sandmann, ilustración de Jules David para la edición francesa de 1853

El mesmerismo, o doctrina del «magnetismo animal» es el lema conductor de Der Magnetiseur (El Magnetizador, 1814-1815), del maestro del género fantástico romántico alemán Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (1776-1822). Durante una velada fría de otoño, el anciano barón conversa con sus hijos Ottmar y Maria y un amigo pintor sobre hipnosis, magnetismo y sueños. Evocan la figura de Alban, adulado por el joven Ottmar, pero severamente criticado por el barón, que considera charlatanismo su método basado en las curas magnéticas. Más tarde, cuando Maria se pone de repente misteriosamente enferma y aparece el inquietante Alban, remite entre sus manos la salud de la joven. Pero Alban no está aquí para curar a Maria, sino para mantenerla subyugada, bajo su voluntad, gracias a la hipnosis mesmérica… La alquimia, un autómata dotado de vida, un trauma infantil, constituyen las claves de uno de los cuentos más famosos de Hoffmann, Der Sandmann (El Hombre de arena, audiolibro en alemán, adaptación radiofónica en español, 1817). Nathanael, el protagonista, arrastra un trauma desde su infancia: cree que el abogado Coppelius, amigo y compañero de experimentos alquímicos de su padre, es responsable de la muerte de éste y lo identifica al Hombre de arena, ese personaje de la cultura anglosajona, que visita cada noche el dormitorio de la gente mientras duerme para esparcirle arena mágica en los ojos. Ya adulto, Nathanael revive esta pesadilla al creer reconocer a Coppelius en la persona de Coppola, un óptico ambulante italiano. Le compra un catalejo de bolsillo con el cual descubre y espía a Olympia, la hija de su profesor de física Spalanzani, de la que se enamora locamente. Pero Olympia es un autómata al que Spalanzani, más alquimista que físico, ha dado la vida, asistido en eso por Coppelius. ¿Se volverá loco Nathanael o será capaz, con la ayuda de sus amigos, de volver a sentarse en la realidad?

Ilustración: Gallica.

«El Hombre de Arena de la niñera se asoció en tu imaginación infantil al viejo Coppelius quien, sin que te dieras cuenta, permaneció en ti como un fantasma de tus primeros años. Sus entrevistas nocturnas con tu padre no tenían otro objeto que realizar experimentos de alquimia, cosa que afligía a tu madre, pues posiblemente costara mucho dinero; y aquella ocupación, además de llenar a su esposo de una engañosa esperanza de sabiduría, le apartaba del cuidado de su familia. Tu padre sin duda causó su muerte por imprudencia suya, y Coppelius no es culpable. ¿Creerías que ayer pregunté a un viejo vecino boticario si los experimentos químicos podían causar explosiones mortales? Asintió describiéndome largamente a su manera cómo se hacían tales cosas, citándome gran número de palabras extrañas que no he podido retener en mi memoria. Ahora vas a enfadarte con tu Clara; dices: «en su frío espíritu no entra ni un solo rayo misterioso de los que tantas veces abrazan al hombre con sus alas invisibles; ella percibe tan sólo la superficie coloreada del mundo y se alegra como un niño a la vista de frutas cuya dorada cáscara esconde un mortal veneno.»

Mary Shelley - Frankenstein, or The Modern Prometheus, ilustración de Theodor von Holst (1831)

Mary Shelley – Frankenstein, or The Modern Prometheus, ilustración de Theodor von Holst (1831)

Última gran novela gótica, obra maestra del género de terror, precursora de la ciencia-ficción… ya se ha dicho de todo para definir Frankenstein, or The Modern Prometheus (Frankenstein, o El Prometeo moderno, audiolibro en inglés, audiolibro en español, 1818), de Mary Shelley (1797-1851) y es cierto que esta novela marcó un hito en la historia de la literatura. Pero más allá de la intriga fantástica, esta novela plantea temas filosóficos y éticos relacionados con la ciencia. Desafiando, a la manera de Prometeo, las leyes de la naturaleza, Victor Frankenstein ha concebido, de manera artificial y poco ortodoxa desde el punto de vista científico, una criatura dotada de vida, pero, ante la monstruosidad y la fealdad de su creación, la rechaza y la abandona a su suerte, provocando en ella un sentimiento de rebelión y de odio que la llevará al crimen… ¿Loco? ¿Irresponsable? El Victor Frankenstein de la novela original, a diferencia del protagonista de muchas adaptaciones posteriores, es más bien un hombre devorado por la curiosidad científica y la ambición, incapaz de asumir las consecuencias desastrosas de sus actos. Entraron numerosos componentes psicológicos y sentimentales en la génesis de Frankenstein, or The Modern Prometheus: la muerte sucesiva de sus tres hijos, a los que la autora soñaba con poder resucitar, el ambiente de suicidio y autodestrucción que reinaba en su grupo de amigos, la fe en el subconsciente y la interpretación de los sueños… Sin embargo, la novela no está desprovista de rigor científico, con frecuentes referencias a los trabajos de Humphry Davy (química), Erasmus Darwin (botánica) o Luigi Galvani (física). De hecho, Shelley, en su prefacio, insiste sobre el aspecto de veracidad que pueda tener la obra, sin recurrir a los artificios de los cuentos de espectros o de magia. De la fascinación de la autora por la naturaleza y su potencial mal conocido, nace su fe en la electricidad y sus posibilidades: en particular su convicción de que el galvanismo, esta teoría de Luigi Galvani según la cual el cerebro de los animales produce electricidad que es transferida por los nervios, acumulada en los músculos y disparada para producir el movimiento de los miembros, podría permitir reanimar un cuerpo muerto…

Ilustración: Internet Archive.

Mary Shelley - Frankenstein, or The Modern Prometheus, ilustración de la edición americana de 1922

Mary Shelley – Frankenstein, or The Modern Prometheus, ilustración de la edición americana de 1922

«Uno de los fenómenos que más me atraían era el de la estructura del cuerpo humano y la de cualquier ser vivo. A menudo me preguntaba de dónde vendría el principio de la vida. Era una pregunta osada, ya que siempre se ha considerado un misterio. Sin embargo, ¡cuántas cosas estamos a punto de descubrir si la cobardía y la dejadez no entorpecieran nuestra curiosidad! Reflexionaba mucho sobre todo ello, y había decidido dedicarme preferentemente a aquellas ramas de la filosofía natural vinculadas a la fisiología. De no haberme visto animado por un entusiasmo casi sobrehumano, esta clase de estudios me hubieran resultado tediosos y casi intolerables. Para examinar los orígenes de la vida debemos primero conocer la muerte. Me familiaricé con la anatomía, pero esto no era suficiente. Tuve también que observar la descomposición natural y la corrupción del cuerpo humano. Al educarme, mi padre se había esforzado para que no me atemorizaran los horrores sobrenaturales. No recuerdo haber temblado ante relatos de supersticiones o temido la aparición de espíritus. La oscuridad no me afectaba la imaginación, y los cementerios no eran para mí otra cosa que el lugar donde yacían los cuerpos desprovistos de vida, que tras poseer fuerza y belleza ahora eran pasto de los gusanos. Ahora me veía obligado a investigar el curso y el proceso de esta descomposición y a pasar días y noches en osarios y panteones. Los objetos que más repugnan a la delicadeza de los sentimientos humanos atraían toda mi atención. Vi cómo se marchitaba y acababa por perderse la belleza; cómo la corrupción de la muerte reemplazaba la mejilla encendida; cómo los prodigios del ojo y del cerebro eran la herencia del gusano. Me detuve a examinar v analizar todas las minucias que componen el origen, demostradas en la transformación de lo vivo en lo muerto y de lo muerto en lo vivo. De pronto, una luz surgió de entre estas tinieblas; una luz tan brillante y asombrosa, y a la vez tan sencilla, que, si bien me cegaba con las perspectivas que abría, me sorprendió que fuera yo, de entre todos los genios que habían dedicado sus esfuerzos a la misma ciencia, el destinado a descubrir tan extraordinario secreto.» (Traducción en español)

Ilustración: Wikimedia Commons.

Andreas Vesalius - De humani corporis fabrica, 1543

Andreas Vesalius – De humani corporis fabrica, 1543

Andries van Wesel, más conocido en España como Andrés Vesalio (1514-1564), fue un médico y anatomista nativo del Ducado de Brabante, situado entre Bélgica y los Países Bajos. Médico imperial en la corte de Carlos V, es el autor de uno de los libros más influyentes sobre anatomía humana, De humani corporis fabrica (Sobre la estructura del cuerpo humano). Basando sus estudios anatómicos en la observación directa, practicando disecciones y autopsias de cuerpos humanos, pudo detectar numerosos errores anatómicos en la obra de Galeno, médico griego del siglo I d.C., cuyos trabajos constituyeron la base de la medicina y la anatomía de toda la época medieval. Vesalio demostró en particular que su ilustre predecesor griego había diseccionado monos, y extrapolado sus observaciones al caso humano… A pesar de ser reconocido hoy en día como el fundador de la anatomía moderna, fue precisamente la modernidad de sus investigaciones lo que le valió a Vesalio muchas críticas, en particular por parte de los seguidores de las teorías de Galeno. Su muerte a consecuencia de un naufragio durante el viaje de regreso de una peregrinación a Tierra Santa fue el origen de una leyenda negra que, a pesar de ser desmentida por sus biógrafos, todavía planea sobre la figura de Vesalio. Uno de sus detractores propagó el cuento de que era el propio rey Felipe II el que había agraciado a Vesalio de una condena a la hoguera por la Inquisición, debida a presuntas prácticas dudosas, imponiéndole, a cambio, esta peregrinación a Tierra Santa: según la leyenda, se le acusaba a Vesalio de, al hacer una autopsia de una aristócrata española, haber percibido que su corazón latía aún…

Petrus Borel – Don Andrea Vésalius, l’anatomiste, ilustración de André Hofer (1922)

Petrus Borel – Don Andrea Vésalius, l’anatomiste, ilustración de André Hofer (1922)

Ilustración: Les Bibliothèques Virtuelles Humanistes (Université de Tours).

Inspirándose en estas supuestas prácticas dudosas de disección, el autor francés Petrus Borel (1809-1859) retoma la figura de Vesalio en su cuento Don Andrea Vésalius, l’anatomiste (Andreas Vesalius, el anatomista, audiolibro en francés), tercera historia de un volumen lleno de violencia, pasión y locura titulado Champavert, contes immoraux (Champavert, cuentos inmorales, 1833). Borel, cuya biografía tampoco está desprovista de peripecias (ver nuestros Tesoros Digitales sobre España imaginada), imagina a un Vesalio anciano, objeto del odio de los madrileños por sus labores de disección de cadáveres, recién casado con una mujer mucho más joven que le es infiel desde el mismo día de la boda y con una multitud de amantes… La venganza y la crueldad de Vésalius no tendrán límites…

Ilustración: Internet Archive.

Un jovencísimo Gustave Flaubert

Un jovencísimo Gustave Flaubert

Marcado por la influencia de Goethe, Hoffmann, Hugo y Byron, el joven Gustave Flaubert (1821-1880) inspirado por lo romántico y lo sobrenatural, imaginó en 1836 a un extraño alquimista, el espíritu de Satán, que tiene como objetivo la perdición de todos los seres poseedores de una alma. Provoca que una joven se enamore de él, languidezca y se suicide, permaneciendo insensible en todo momento… Es la trama de Rêve d’enfer (Sueño de infierno, audiolibro en francés), cuento de juventud del autor de Madame Bovary.

Ilustración: Internet Archive.

Nathaniel Hawthorne – The Birth-Mark, ilustración de una edición americana de 1900

Nathaniel Hawthorne – The Birth-Mark, ilustración de una edición americana de 1900

Alegorías morales de inspiración puritana y de una densa complejidad psicológica, los cuentos de Nathaniel Hawthorne (1804-1864) se centran en general en la maldad y el pecado intrínsecos en la especie humana. En The Birth-Mark (La Marca de nacimiento, La Taca de naixensa, audiolibro en inglés, 1843) Hawthorne evoca el tema del científico peligroso con el destino de Aylmer, reputado científico y filósofo, que se obsesiona en una mancha que lleva su esposa en la cara hasta el punto de entregarse en cuerpo y alma a eliminarla… Las consecuencias serán terribles… La rivalidad entre ciencia y naturaleza, y la arrogancia del científico ansioso de controlar la naturaleza para alcanzar la perfección, son los argumentos de este cuento que desvela la verdadera esencia del amor. Publicado en 1844 en el volumen titulado Mosses from an old manse (Musgos de una antigua casa parroquial), el cuento Rappaccini’s Daughter (La Hija de Rappaccini, La Filla de Rappaccini, audiolibro en inglés) se ambienta en Padua, en un pasado indefinido. El doctor Giacomo Rappaccini es un viejo médico que investiga, aislado del mundo, sobre las plantas venenosas. Su hija Beatrice, una joven de una gran belleza, ha crecido rodeada de estas plantas mortíferas y se ha vuelto resistente a su veneno. Pero se ha convertido, a su vez, en un ser venenoso que mata, involuntariamente, a todo ser vivo que la toca o respira su aliento. Un estudiante en letras, Giovanni Guasconti, observa desde su cuarto vecino a la joven mientras cuida sus plantas y poco a poco una relación se establece entre los dos, a pesar de las advertencias del mentor de Giovanni… Inspirado en la tradición literaria de la India y con referencias a La Divina Comedia de Dante y al Paraíso perdido de John Milton, Rapuccini’s Daughter es uno de los cuentos más complejos de Hawthorne, en el que se aborda temas como los poderes benéficos o destructivos del progreso científico, la lucha entre el bien y el mal, el voyeurismo y la adoración, la forma en la que realidad y fantasía colaboran para forjar nuestras percepciones…

Ilustración: Internet Archive.

Nathaniel Hawthorne – Rappaccini's Daughter, ilustración de una edición americana de 1900

Nathaniel Hawthorne – Rappaccini’s Daughter, ilustración de una edición americana de 1900

«Mientras Giovanni permanecía en la ventana escuchó un crujido tras una pantalla de hojas y con ello se dio cuenta de que había una persona trabajando en el jardín. Ésta se dio pronto a ver, mostrando que no era un trabajador común, sino un hombre alto, demacrado, cetrino y de aspecto enfermizo, vestido con la túnica negra de un estudioso. Había traspasado la edad media de la vida, tenía el cabello cano, una barba rala y gris y un rostro singularmente marcado por el intelecto y el cultivo, pero que nunca, ni siquiera en sus días más juveniles, debió expresar excesiva calidez del corazón. Nada podía superar la intensidad con la que este jardinero científico examinaba cada mata que crecía en su camino: parecía como si estuviera contemplando su naturaleza más interior, haciendo observaciones respecto a su esencia creativa y descubriendo el motivo de que una hoja creciera de esta forma y otra de aquélla, y por qué aquellas flores diferían entre sí mismas en cuanto al tono y el perfume. Sin embargo, a pesar de esa comprensión profunda, no parecía existir intimidad entre él y aquellos seres vegetales. Por el contrario, evitaba tocar las plantas realmente, o inhalar directamente sus olores, con una precaución que impresionó desagradablemente a Giovanni; pues la conducta del hombre era la de aquél que camina entre influencias malignas, como animales salvajes, serpientes mortales o espíritus malvados, que si les concediera un solo momento de permiso descargarían sobre él alguna fatalidad terrible.»

Ilustración: Internet Archive.

Edgar Allan Poe - The System of Doctor Tarr and Professor Fether, ilustración de Harry Clarke (1919)

Edgar Allan Poe – The System of Doctor Tarr and Professor Fether, ilustración de Harry Clarke (1919)

La ciencia es un tema recurrente en la obra de Edgar Allan Poe (1809-1849), y la física, la metafísica, la astronomía, la medicina o las matemáticas constituyen el trasfondo de numerosos textos: ensayos (Maelzel’s Chess-Player (El jugador de ajedrez de Maelzel, audiolibro en inglés, 1836), Eureka, a prose poem (Eureka, un poema en prosa, 1848)), poesía (Sonnet to Science (Soneto a la Ciencia, 1829)), obra narrativa (A tale of the Ragged Mountains (Una aventura en las montañas Rocheuses, audiolibro en inglés, 1844), (Mesmeric Revelation (Revelación mesmérica, audiolibro en inglés, 1844), The Man that was used up (El Hombre usado, audiolibro en inglés, 1839), Three Sundays in a week (Tres Domingos en una semana, audiolibro en inglés, 1841)) e incluso bromas periodísticas (The Unparalleled Adventure of one Hans Pfaall (La Incomparable Aventura de un tal Hans Pfaall, audiolibro en inglés, 1835), The Balloon-Hoax (El Engaño del globo, audiolibro en inglés, 1844))… No es de extrañar, pues, que numerosos científicos de todo tipo habiten los relatos del maestro del terror. Dos obras dan un buen testimonio de los dos vertientes de su genio narrativo, el humor y el horror. The System of Doctor Tarr and Professor Fether (El sistema del Dr. Tarr y el profesor Fether, audiolibro en inglés, 1845) es un relato grotesco en el que Poe juega con la locura y la cordura de sus protagonistas. El narrador visita un manicomio en el sur de Francia, establecimiento reputado por el excelente trato, hecho de suavidad y libertad, reservado a los pacientes. Acogido por el Sr. Maillard, el impulsor de este novedoso sistema, le acompaña a una extraña cena en la que los participantes tienen una conducta por lo menos sorprendente…

Ilustración: Complex.

Edgar Allan Poe – The Facts in the case of M. Valdemar, ilustración de Harry Clarke (1919)

Edgar Allan Poe – The Facts in the case of M. Valdemar, ilustración de Harry Clarke (1919)

Inspirado en un suceso real de una operación realizada sobre un paciente en estado de «sueño magnético», The Facts in the case of M. Valdemar (La Verdad sobre el caso del señor Valdemar, audiolibro en inglés, 1845) fue publicado simultáneamente en dos periódicos, sin especificar que se trataba de un relato ficcional, y no dejó indiferentes a los lectores: si algunos intuyeron que se trataba de una broma, otros escribieron a la redacción para relatar hechos «reales» similares… Un científico desea experimentar el magnetismo sobre un hombre a punto de morir. Contacta con el Sr. Valdemar, condenado por una tuberculosis, y al que quedan unos pocos días. Asistido de un antiguo amigo, estudiante en medicina, el científico coloca al paciente en un estado de sueño mesmérico, en el que lo dejará durante siete meses, sin pulso, sin latidos de corazón, sin aliento, pálido. Al cabo de este tiempo, intenta despertar al Sr. Valdemar… Quizás inspirado por la enfermedad de su propia mujer, y su musa, que moriría de tuberculosis en 1847, Edgar Allan Poe entrega aquí una escalofriante historia en la que no nos ahorra detalles macabros sobre la agonía y la descomposición de los cadáveres…

Ilustración: Wikimedia Commons.

« -Valdemar…, ¿duerme usted? -pregunté.
No me contestó, pero noté que le temblaban los labios, por lo cual repetí varias veces la pregunta. A la tercera vez, todo su cuerpo se agitó con un ligero temblor; los párpados se levantaron lo bastante para mostrar una línea del blanco del ojo; moviéronse lentamente los labios, mientras en un susurro apenas audible brotaban de ellos estas palabras:
-Sí… ahora duermo. ¡No me despierte! ¡Déjeme morir así!
Palpé los miembros, encontrándolos tan rígidos como antes. Volví a interrogar al hipnotizado:
-¿Sigue sintiendo dolor en el pecho, Valdemar?
La respuesta tardó un momento y fue aún menos audible que la anterior:
-No sufro… Me estoy muriendo.»

Théophile Gautier, caricatura de Pierre-François-Eugène Giraud (1853-1870).

Théophile Gautier, caricatura de Pierre-François-Eugène Giraud (1853-1870).

Pasión romántica y fascinación por las ciencias importadas de lugares exóticos son las dos componentes claves de Avatar de Théophile Gautier (audiolibro en francés, 1811-1872). Esta novela publicada por entregas en 1856 cuenta la fantástica historia del joven Oscar de Saville. Tiene una extraña enfermedad que los médicos no saben diagnosticar y que lo mata lentamente: se muere de amor por Prascovie Labinska, hermosa condesa muy enamorada de su marido, Olaf Labinski. Oscar no ha contado su secreto a nadie, pero acaba revelándolo al Doctor Balthazar Cherbonneau. El médico, recién llegado de la India en la que ha estudiado las ciencias ocultas, y donde ha cultivado su fascinación por las experiencias al límite entre la vida y la muerte, le sugiere prestarse a un experimento que le permitirá ganarse el corazón de Prascovie: intercambiar su apariencia física con la del conde… La metempsicosis, tan de moda en la primera mitad del siglo XIX, es el tema de esta novela corta en la que Gautier, en vez de escribir una novela gótica, se divierte y nos divierte en un juego de situaciones burlescas llenas de humor y de poesía, orquestado por del doctor Cherbonneau, diabólico científico ávido de nuevos experimentos que desafían los límites de la ciencia a la vez que charlatán mal disimulado por el misterio oriental del que se rodea.

Ilustración: Gallica.

Fitz-James O'Brien – The Diamond Lens, ilustración de la revista Amazing Stories (1926)

Fitz-James O’Brien – The Diamond Lens, ilustración de la revista Amazing Stories (1926)

Nacido en Irlanda, Fitz-James O’Brien (1828-1862) emigró a Estados Unidos en 1852 donde empezó una carrera literaria, publicando en diversos periódicos y revistas. Sus relatos fantásticos se consideran como precursores de la ciencia-ficción moderna: es autor de la primera narración de rebelión de robots de la historia (The Wondersmith (El Forjador de milagros, 1859)), en el que unos juguetes poseídos por el diablo se convierten en autómatas y se rebelan contra su creador y, antes de Le Horla de Maupassant y del Hombre invisible de Wells, de una historia sobre un hombre invisible (What was it? A mystery (¿Qué era? Un misterio, audiolibro en inglés, 1859) . El protagonista de The Diamond Lens (La Lente de diamante, audiolibro en inglés, 1858), Linley, es un científico inventor de un poderoso microscopio. Este aparato le permite observar todo un mundo paradisíaco en miniatura dentro de una gota de agua, y sobre todo, a una hermosa joven, de la que se enamora perdidamente… La obsesión de Linley por la fabricación de su microscopio y luego por la joven microscópica le llevará a cometer actos criminales… Herido de gravedad durante la Guerra de Secesión en febrero de 1862, Fitz-James O’Brien murió de una infección por tétanos dos meses más tarde.

Ilustración : Internet Archive.

«Desde una época muy temprana de mi vida, todas mis inclinaciones fueron para las investigaciones microscópicas. Cuando no tenía más de diez años, un pariente lejano de nuestra familia, esperando asombrar mi falta de experiencia, me fabricó un microscopio sencillo perforando, en un disco de cobre, un pequeño agujero en el que una gota de agua pura se sostenía por atracción capilar. Es cierto que este aparato muy rudimentario, que aumentaba unas cincuenta veces, solo presentaba unas formas indistintas e imperfectas, pero ya eran lo bastante maravillosas como para elevar mi imaginación a un grado de excitación preternatural. Al verme tan interesado por aquel instrumento basto, mi primo me explicó todo lo que sabía sobre los principios del microscopio, me contó algunas de las maravillas que se habían podido realizar con él, y finalmente me prometió que me enviaría uno correctamente construido, nada más volviera a su ciudad. Conté los días, las horas, los minutos que separaron esta promesa de su partida. Entretanto, no me quedé inactivo. Aproveché con entusiasmo cualquier sustancia trasparente que se parecía, aunque remotamente, a una lente, y la utilicé en vanos intentos de fabricar aquel instrumento de cuya construcción entendía por aquel entonces vagamente la teoría. Todos los paneles de cristal que llevaban aquellos nudos achatados y esferoides que se conocen familiarmente como «ojos de buey» eran despiadadamente destrozados con la esperanza de obtener unas lentes de maravillosa potencia.»

Alexandre Dumas – Le Docteur mystérieux, ilustración de Horace Castelli (18??)

Alexandre Dumas – Le Docteur mystérieux, ilustración de Horace Castelli (18??)

El protagonista de las dos novelas Le Docteur mystérieux (El Doctor misterioso) y La Fille du marquis (La Hija del marqués) que componen la bilogía de Alexandre Dumas titulada Création et rédemption (Creación y redención, 1863) es un joven médico humanista. Apasionado por la investigación científica y esotérica, Jacques Mérey desprecia a los ricos y sólo quiere cuidar de los pobres y de los animales, llegando incluso a alguna curación milagrosa. Un día descubre en la cabaña de un pobre leñador, que cuida junto con su mujer, una cosita desarticulada y muda, una niña de 7 años, abandonada aquí por su padre que la tiene por «idiota», sin alma. El buen doctor acepta el desafío de despertar el alma de la niña y de salvarla de la miseria. Durante siete años, gracias a los cuidados de Jacques y, de paso, a una milagrosa descarga eléctrica durante una noche de tormenta, la pequeña Eva se irá convirtiendo en una joven hermosa, y dotada de múltiples talentos. Entre Jacques y Eva ha nacido un amor recíproco. Pero al ver a su hija tan transformada, el padre quiere recuperarla y se la lleva. Estamos en vísperas de la Revolución francesa y Jacques y Eva tendrán que pasar por muchas pruebas antes de poder reunirse… Una bella historia de amor llena de peripecias, con trasfondo histórico, y un personaje entrañable, este doctor misterioso, humanista, entregado a los más humildes pero opuesto a cualquier derrame de sangre, hasta el punto de votar en contra de la muerte del rey Luís XVI…

Ilustración: Gallica.

Jules Verne – Le Docteur Ox, ilustración de Lorenz Frølich (1874)

Jules Verne – Le Docteur Ox, ilustración de Lorenz Frølich (1874)

Simpática fantasía literaria llena de humor, la nouvelle Une fantaisie du Docteur Ox (Una fantasía del Doctor Ox, 1874) fue el objeto de una lectura pública antes siquiera de ser publicada. En 1872, Jules Verne, el ya famoso autor de Cinco Semanas en globo y De la Tierra a la Luna, se instala en Amiens, ciudad natal de su esposa que le servirá de telón de fondo para varias novelas y en la que está inhumado. Presionado por las altas esferas de la ciudad, Verne accede a realizar en el Ayuntamiento una lectura de su próxima obra, a punto de publicarse en la revista Le Musée des familles (El Museo de las familias). El año siguiente, el Journal d’Amiens retomó Une fantaisie du Docteur Ox, publicándola por entregas. En 1874, el editor mítico de Verne, Hetzel, publicó una recopilación de sus relatos, entre los cuales figura una reescritura de Une fantaisie du Docteur Ox. Esta versión, considerablemente censurada (por el propio autor o por el editor, no se sabe exactamente), ha perdido mucho humor, ironía e incluso erotismo respecto a la que se publicó en Le Musée des familles en 1872. No obstante, es la que se conoce y publica hoy en día, quedando la primera versión olvidada… En Quiquendone, un apacible pueblo imaginario de Bélgica, vive una gente sociable, hospitalaria, quizás un poco «espesa» en su lenguaje y su espíritu, gobernada por un burgomaestre convencido de que «el hombre que llega a la muerte sin haber decidido nunca nada está muy cerca de alcanzar la perfección». Pero vive también en el pueblo un científico loco, el Doctor Ox, el cual, asistido de su ayudante Ygène (Ox-Ygène = ox-igeno), propone instalar el alumbrado gratuito gracias al gas oxi-hídrico. Este gas tiene la propiedad de volver agresivo a todo el que lo inhala. Los tranquilos habitantes del pueblo, trastornados, organizan una expedición punitiva en contra del pueblo vecino para vengar un insulto tan imperdonable como ridículamente viejo de… siete siglos: una vaca del otro pueblo se había atrevido a comer la hierba del prado municipal de Quiquendone… Adaptado en opéra-bouffe en 1877, con música de Jacques Offenbach, este relato, además del tema del científico loco y peligroso, es una divertida sátira sobre el aburguesamiento de la sociedad…

Ilustración: Wikimedia Commons.

Draner – El actor José Dupuis en el papel del Doctor Ox de la opéra-bouffe de Gille, Mortier, Offenbach (1877)

Ilustración: Gallica.

Henry James

Henry James

El Professor Fargo (1874), «médium infalible, mago, vidente, profeta y visionario», da espectáculos por todos los Estados Unidos, acompañado del Coronel Gifford, matemático de excepción, y por su hija de diecisiete años, sorda y muda. Ciencia pura vs. parapsicología, tal es el conflicto que opone a los dos hombres, el charlatán y el matemático, y les lleva a una peligrosa apuesta. Fargo pretende demostrar que su magnetismo animal puede influir sobre seres vivos, y es la propia hija del Coronel la que estará en juego. Triunfará el odioso magnetismo animal – más bien sexual – del charlatán que se llevará la joven inocente dejando al pobre padre y honrado científico volcado en la locura por la pérdida de su hija. Este relato escalofriante es obra del escritor británico de origen estadounidense Henry James (1843-1916), uno de los mayores exponentes del realismo literario en el siglo XIX.

Ilustración: Wikimedia Commons.

Edward Page Mitchell

Edward Page Mitchell

Edward Page Mitchell (1852-1927) fue un periodista americano, habitual colaborador del diario The Sun, en el que publicó una treintena de relatos. Reconocido como una de las figuras claves del desarrollo de la ciencia-ficción estadounidense, imaginó, antes que H.G. Wells, la historia de un hombre invisible (The Crystal Man (El Hombre de cristal, audiolibro en inglés, 1881)) y otra sobre una máquina para viajar en el tiempo (The Clock that went backward (El Reloj que volvía atrás, audiolibro en inglés, 1874)). La originalidad de los relatos fantásticos de Mitchell radica en su interés por las innovaciones tecnológicas de su tiempo, anticipándose de manera atrevida a progresos técnicos y sociales que no aparecerían hasta varias décadas más tarde: la calefacción por electricidad, la impresión de periódicos a domicilio, concentrados alimenticios en pastillas, el voto de las mujeres o los matrimonios interraciales… Numerosos científicos de todo tipo protagonizan los relatos de Edward Page Mitchell. El Profesor Dummkopf («Imbécil» en alemán) aparece en dos historias: en The Soul Spectroscope (El Espectroscopio de almas, audiolibro en inglés, 1875) se obsesiona por sacar fotos de olores, sonidos e incluso de personalidades, mientras que, víctima de un experimento fallido, se ve privado de su cuerpo en The Man without a body (El Hombre sin cuerpo, 1877) y su cabeza aislada y viva es confundida con la de una famoso asesino francés… Otro científico loco: en The Tachypomp (1874), el Profesor Surd reta a un joven estudiante para que diseñe un dispositivo capaz de alcanzar más velocidad que la luz… En cuanto al Doctor Rapperschwyll, protagonista de The Ablest Man in the world (El hombre más capaz del mundo, 1879), se trata del primer cibernético de la historia literaria: sustituye el cerebro de un hombre disminuido psíquico por un mecanismo mecánico inspirado en los de relojería y en los trabajos de Charles Babbage, el precursor de la informática. La criatura se convierte en el consejero más influyente del zar y planea la conquista de Europa y del mundo… The Professor’s Experiment (El Experimento del profesor, 1880) es una operación de cirugía destinada a convertir a un materialista en un hombre de ideales, con el fin de facilitarle las cosas a la hora de conseguir la mano de la hija de un pastor…

Ilustración: The Autodidact Project.

«Suponga que cojo a un hombre y, que, quitándole el cerebro que contiene todos los errores y fallos de sus antepasados desde los orígenes de la raza, pueda remover todas las fuentes de debilidad en su carrera futura. Suponga que, en lugar de un intelecto falible como el que le he quitado, lo doto de una inteligencia artificial que opera con la certeza de las leyes universales. Suponga que lanzo este ser superior, que razona verdaderamente, en medio del ajetreo de sus inferiores, que razonan falsamente, y espere el inevitable resultado con la tranquilidad de un filósofo.» (The Ablest Man in the world)

Un sillón de dentista (1885)

Un sillón de dentista (1885)

Humor negro y horror son los dos componentes principales de los doce cuentos que constituyen el volumen titulado Les Morts bizarres (Los Muertos extraños, 1877) del poeta, novelista y dramaturgo Jean Richepin (1849-1926). Turbulento, insolente y excéntrico, Richepin destaca por su imponente truculencia verbal reconocible en estos cuentos protagonizados por perdedores, personajes mediocres, miserables: ladrones, asesinos, artistas fracasados, o científicos locos que tienen en común que van a morir al cabo de unas pocas páginas. Le Disséqué (El Disecado) es un estudiante en medicina que diseca su propio cuerpo para poder observar un cerebro (¡el suyo!) mientras piensa y así demostrar sus teorías materialistas. La Machine à métaphysique (La Máquina de metafísica) es un aparato inventado por un científico loco para alcanzar el absoluto. Según sus teorías, en una excitación nerviosa existe un momento muy breve en el que, como un relámpago o una descarga eléctrica, se llega a este estado extremo. La idea es aniquilar todos los sentidos para dejar libre curso al absoluto, y provocar una excitación nerviosa, por ejemplo un dolor, prolongada para tener tiempo de observar el fenómeno. Y… ¿qué dolor va a ser más propicio a una excitación nerviosa sino… el dolor de muelas? … Almas (¡y dientes!) sensibles, abstenerse…

Ilustración: BIU Santé.

Sir Ronald Ross

Sir Ronald Ross

Nacido en la India, Sir Ronald Ross fue un médico e investigador británico. Descubridor del proceso de transmisión de la malaria, sus trabajos le valieron en 1902 el premio Nobel de Medicina, por primera vez otorgado a un británico y a un científico nacido fuera de Europa. Además de su excelencia en el ámbito médico, Sir Ross fue un polímata cumplido, llegando a destacar en matemáticas, y, escritor prolífico y aclamado, fue el autor de varias novelas, canciones y sobre todo, numerosos poemas relacionados con los eventos importantes de su vida y sus reflexiones filosóficas y científicas. The Vivisector vivisected (El Disecador disecado, 1882) es un cuento satírico con toques de gótico y de ciencia-ficción en el que un anatomista descubre que el cuerpo que ha robado para disecarlo no es otro que el de su propio hermano, recientemente fallecido. Con la ayuda de un compañero, imagina implantarle al cadáver un corazón artificial para reanimarle… La reacción del interesado resucitado no será la esperada…

Ilustración: Wikimedia Commons.

Robert Knox

Robert Knox

El anatomista, zoólogo y médico escocés Robert Knox (1791-1862) fue uno de los profesores de anatomía más popular de Gran Bretaña, donde introdujo la teoría de la anatomía trascendental y es considerado como el padre del poligenismo. No obstante, no se le recuerda tanto por sus trabajos científicos sino por su implicación en un macabro suceso que escandalizó la sociedad edimburguesa de 1828. En las primeras décadas del siglo XIX, la medicina era una disciplina cada vez más estudiada, por lo que empezó a crecer la demanda de cadáveres para las clases de disección. La única fuente legal de cuerpos para estas clases era entonces la justicia, que destinaba los cuerpos de los condenados a muerte al estudio científico. Pero coincidiendo en Reino Unido con una nueva ley menos sangrienta que reducía los delitos punibles de muerte, empezó a haber una seria penuria de cadáveres en las aulas de disección, lo cual propició toda una serie de actividades criminales con el fin de conseguir cadáveres: desde el robo de muertos en los cementerios, hasta incluso el asesinato. A esta última actividad se entregaron los criminales Burke y Hare, asistidos por sus mujeres, llegando a asesinar a dieciocho personas en las calles de Edimburgo para revender los cuerpos… al doctor Knox. A pesar del escándalo, el anatomista no fue perseguido por la justicia: Burke, unos de sus proveedores, declaró que el profesor no conocía la procedencia de los cadáveres, pero empezó a sufrir represalias por parte del mundo universitario. A la muerte de su mujer, se trasladó a vivir a Londres, pero no logró trabajar en la universidad. Ejerció un tiempo como periodista especializado en temas de medicina, escribió varios libros, entre los cuales está The Races of men (Las Razas del hombre, 1850), en el que expone sus teorías sobre el poligenismo, y finalmente, en 1856, fue contratado por el Free Cancer Hospital, en el que trabajaría hasta su muerte, sobrevenida en 1862. Entre tanto, en 1832, una nueva ley, llamada Anatomy Act, había puesto fin al tráfico de cadáveres, flexibilizando el acceso a los cuerpos no reclamados, a los de los presos muertos en la cárcel y permitiendo los donativos de cuerpos…

Ilustración: University of Edinburgh.

Robert Louis Stevenson – The Body Snatcher, en Pall Mall Christmas Extra (1884)

Robert Louis Stevenson – The Body Snatcher, en Pall Mall Christmas Extra (1884)

Tan siniestro suceso, que dejó profundas huellas en el imaginario y la cultura británica, no iba a dejar indiferentes a los artistas de todas las disciplinas. Obviamente, haciéndose eco de la opinión popular, los artistas satíricos de prensa de la época se ensañaron con el famoso doctor y sus proveedores de cadáveres. Pero sobre todo, esta historia fue el punto de partida de dos relatos muy diferentes escritos con doce años de intervalo. The Body Snatcher (El Ladrón de cadáveres, audiolibro en inglés, 1884) es un relato de terror publicado por el escocés Robert Louis Stevenson (1850-1894). Pone en escena a dos estudiantes en medicina, MacFarlane y Fettes, encargados de recibir los cuerpos destinados a las clases de disección del doctor K…, supuestamente robados en los cementerios. Fettes empieza a sospechar que todos estos cuerpos no han sido robados, sino que se tratan de los cadáveres de personas asesinadas con el único propósito de disecarlas. Por otro lado, la conducta de su compañero MacFarlane le lleva a pensar que está implicado en aquel asunto turbio…

Ilustración: University of South Carolina.

«Debido a este empleo, el cuidado del anfiteatro y del aula recaía de manera particular sobre los hombros de Fettes. Era responsable de la limpieza de los locales y del comportamiento de los otros estudiantes y también constituía parte de su deber proporcionar, recibir y dividir los diferentes cadáveres. Con vistas a esta última ocupación, en aquella época asunto muy delicado, Mr. K hizo que se alojase primero en el mismo callejón y más adelante en el mismo edificio donde estaban instaladas las salas de disección. Allí, después de una noche de turbulentos placeres, con la mano todavía temblorosa y la vista nublada, tenía que abandonar la cama en la oscuridad de las horas que preceden a los amaneceres invernales, para entenderse con los sucios y desesperados traficantes que abastecían las mesas. Tenía que abrir la puerta a aquellos hombres que después han alcanzado tan terrible reputación en todo el país. Tenía que recoger su trágico cargamento, pagarles el sórdido precio convenido y quedarse solo, al marcharse los otros, con aquellos desagradables despojos de humanidad. Terminada tal escena, Fettes volvía a adormilarse por espacio de una o dos horas para reparar así los abusos de la noche y refrescarse un tanto para los trabajos del día siguiente.»

Marcel Schwob – MM. Burke et Hare, ilustración de Georges Barbier (1929)

Marcel Schwob – MM. Burke et Hare, ilustración de Georges Barbier (1929)

Ilustración: Books-Graphics.

Marcel Schwob – MM. Burke et Hare, ilustración de Georges Barbier (1929)

Marcel Schwob – MM. Burke et Hare, ilustración de Georges Barbier (1929)

Las Vies imaginaires (Vidas imaginarias, 1896) de Marcel Schwob se cierran con una historia que puede verse como un homenaje al que le transmitió la vocación por escribir: Robert Louis Stevenson. En efecto, la lectura de La Isla del Tesoro impactó tanto al joven Schwob que toda su corta vida consideró al escocés como a un maestro, hasta el punto de entablar una correspondencia con él e incluso de emprender, estando delicado de salud, un largo viaje a las Islas Samoa, con el fin de visitar la tumba de Stevenson y rendirle un último homenaje, a defecto de no haberle podido conocer personalmente en vida. MM. Burke et Hare (Los Señores Burke y Hare, audiolibro en francés), último relato de Vies imaginaires, se centra en las figuras de los dos criminales que proveían al Doctor Knox en cadáveres «frescos». Fiel a su gusto por lo mórbido, y en un estilo lleno de poesía, el francés imagina el guión desarrollado por los dos delincuentes para atraer a sus víctimas y asesinarlas «limpiamente» con el fin de ofrecer al anatomista una mercancía en perfecto estado…

Ilustración: Books-Graphics.

«Era norma que el señor Burke no recibiera más de una persona por vez: nunca la misma. Característica suya era invitar, al caer la noche, a un transeúnte desconocido. Vagaba por las calles para examinar los rostros que suscitaban su curiosidad. A veces escogía al azar. Se dirigía al extraño con toda la cortesía que habría puesto Harún-al-Raschid. El extraño subía los seis pisos del caserón del señor Hare. Le cedían el canapé y le ofrecían whisky de Escocia. El señor Burke lo interrogaba acerca de los sucesos más sorprendentes de su existencia. ¡Qué insaciable oyente era el señor Burke! Al despuntar el día, siempre el señor Hare interrumpía el relato. La forma de interrupción del señor Hare era invariablemente la misma, y muy imperativa. Tenía el señor Hare, a fin de interrumpir el relato, la costumbre de ubicarse detrás del canapé y aplicar ambas manos sobre la boca del narrador. En ese mismo momento, el señor Burke se sentaba sobre el pecho de éste. Ambos, en esa posición, soñaban inmóviles con el final de la historia que jamás oían. De esta manera, los señores Burke y Hare concluyeron un gran número de historias que el mundo no conocerá.»

Paul Cézanne - L'Autopsie (1869)

Paul Cézanne – L’Autopsie (1869)

En L’Autopsie du Docteur Z*** (La Autopsia del Doctor Z***, audiolibro en francés, 1884), el suizo Édouard Rod (1857-1910) adelanta una sorprendente teoría en la línea del cirujano Velpeau, el protagonista de Le Secret de l’échafaud (1883), de Auguste Villiers de L’Isle-Adam e imagina que los muertos siguen teniendo actividad cerebral durante varios días después de fallecer. Al efectuar la autopsia de un hombre que acaba de suicidarse, el doctor Z***, reconocido médico de Burdeos, tiene la oportunidad de analizar sus pensamientos post mortem

Ilustración: Wikimedia Commons.

Jules Lermina

Jules Lermina

Maison tranquille (Casa tranquila, audiolibro en francés, 1885) es una inquietante y misteriosa casa, de la que los vecinos se mantienen alejados y en la que viven dos científicos que, si no tienen malas intenciones, no dejan de ser peligrosos con sus experimentos sobre nutrición… El autor de este cuento, Jules Lermina (1839-1915) fue un prolífico y popular autor de novelas de aventura, policíacas o de ciencia-ficción, pero también de obras de historia política: simpatizante del socialismo, lo cual le valió varias estancias en la cárcel, fue colaborador habitual de Le Libertaire (El Libertario), longevo periódico anarquista (1858-2011). En 1890, Lermina publica un agobiante cuento, L’Elixir de vie, conte magique (El Elixir de vida, cuento mágico, audiolibro en francés), en el que vuelve a evocar la figura del científico, sino loco, sí al menos inquietante. Alrededor de una niña que se muere inexplicablemente pululan dos personajes: un joven médico, impotente frente a lo inexplicable , y un anciano, Monsieur Vincent, que posee el secreto de un elixir de vida: la vitalidad de los niños…

Ilustración: Wikimedia Commons.

Dr. Jekyll and Mr. Hyde, cartel de la película de 1920

Dr. Jekyll and Mr. Hyde, cartel de la película de 1920

Clásico universal del género de terror, el cuento Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde (El Extraño Caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, audiolibro en inglés, audiolibro en español, 1886) es una de las obras de Robert Louis Stevenson que más éxito tuvo, llegando a ser adaptada al teatro un año después de su publicación, y objeto de un sinfín de versiones cinematográficas y televisuales (podemos ver en Internet Archive la película muda rodada en 1913 por Herbert Brenon and Carl Laemmle y la versión, muda también, de 1920, de John S. Robertson con John Barrymore). No obstante, esta obra sobre el trastorno de personalidad múltiple y la puesta en cuestión de los límites sociales podría no haber visto nunca la luz: en efecto, Stevenson destruyó un primer manuscrito, escrito bajo la influencia de un sueño, antes de reescribir el cuento en pocos días, a pesar (¿o a causa?) de estar enfermo y en cama. El doctor Jekyll, filántropo obsesionado por alguna inclinación por el mal que tiene, imagina una droga que le permita separar su buena personalidad de la mala. Pero poco a poco, la mala personalidad va cobrando fuerza, llegando a dominar el lado filantrópico del doctor Jekyll, convirtiéndose en un monstruoso personaje, el señor Hyde, capaz de cometer los más atroces crímenes… Alegoría religiosa, fábula, novela policíaca, literatura de doppelgänger, cuento diabólico escocés o novela gótica, El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde deslumbra por su inquietante atmósfera en las laberínticas y neblinosas calles de Londres…

Ilustración: Wikimedia Commons.

Robert Louis Stevenson - Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde, ilustración de Charles Raymond Macaulay (1904)

Robert Louis Stevenson – Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde, ilustración de Charles Raymond Macaulay (1904)

«- Señor, contesté, haciendo creer en una calma y tranquilidad que estaba lejos de tener, habláis con enigmas, y no os sorprenderá el que escuche vuestras palabras sin darles mucho crédito ; pero he ido demasiado lejos al prestar esos servicios inexplicables, para detenerme antes de haber visto el final.
– Bien está . replicó el desconocido. Lanyón, recordáis vuestros juramentos ; lo que va a acontecer se halla colocado bajo el sagrado secreto de nuestra profesión. Y ahora, vos, que desde largo tiempo estáis encadenado a las concepciones más estrechas y más materiales, vos que habéis negado la virtud de la medicina trascendental, vos que habéis hecho burla de vuestros superiores, ¡mirad!
Llevó el vaso a los labios y bebió su contenido de un solo trago. A esto siguió un grito ; bamboleó, tropezó, cogió la mesa para apoyarse, y continuó sus movimientos, con los ojos extraviados e inyectados en sangre, la boca abierta y espumosa ; y mientras yo miraba, se producía un cambio, según mi imaginación; íbase hinchando, su rostro se volvió negro de repente y las líneas fisonómicas parecieron fundirse y modificarse, y un instante después, me puse en pie, retrocedí hasta la pared, con un brazo extendido hacia adelante como para defenderme contra aquel milagro, y con mi espíritu anonadado por el terror :
– ¡Oh, Dios!, exclamé aterrorizado ; ¡Oh, Dios!, dije varias veces ; ¡pues allí, delante de mi vista, pálido, tembloroso, medio desfallecido, palpando con las manos como un hombre que acaba de resucitar, estaba Enrique Jekyll!
Sobre lo que me dijo durante la hora siguiente, me es imposible reconcentrar suficientemente el espíritu como para escribirlo. Vi lo que vi, oí lo que oí, y mi alma iba enfermando; y hoy que aquella visión se borra de mis ojos, me pregunto a mí mismo si creo en ella, y no puedo contestar. Mi vida está resentida hasta en los cimientos ; un terror mortal se apodera de mí continuamente, noche y día; comprendo que mis días están contados y que es preciso morir; y lo que es más, moriré incrédulo.»

Ilustración: Internet Archive.

Auguste Villiers de l'Isle-Adam

Auguste Villiers de l’Isle-Adam

Heredero de unos aristócratas bretones arruinados, Auguste Villiers de l’Isle-Adam (1838-1889) no cumplió exactamente con las expectativas de su familia, molesta por su temprana vocación literaria, su vida disoluta, sus malas frecuentaciones (entre las que se contaba Stéphane Mallarmé, amigo de toda la vida, Charles Baudelaire o Leconte de Lisle), y tuvo una vida novelesca en la que destacan una promesa incumplida de matrimonio con una hija de Théophile Gautier (la familia de Villiers se opuso a este compromiso con una joven que no pertenecía a la nobleza), el mando de un batallón durante la guerra franco-prusiana, simpatías por la Comuna, una candidatura en las elecciones municipales de 1881, algunos hijos ilegítimos con distintas mujeres y, sobre todo, numerosas obras de poesía, teatro y narrativa, que si tardaron en traerle el reconocimiento que merecía, son, hoy en día, considerados unos clásicos de los movimientos simbolista y decadentista. Numerosos científicos locos nacieron bajo su pluma dando lugar a cuentos, fantásticos o satíricos, pero siempre crueles, reunidos bajo los títulos de Contes cruels (Cuentos crueles, 1883) y Nouveaux Contes cruels (Nuevos Cuentos crueles, 1888): L’Affichage céleste (La Cartelera celeste, un científico imagina como utilizar la inmensidad del cielo a fines publicitarios), La Machine à gloire (La Máquina de gloria, un científico imagina cómo generar artificialmente un éxito teatral), L’Appareil pour l’analyse chimique du dernier soupir (El Aparato para el análisis químico del último aliento, un científico diseña una máquina que permite entrenarse a la muerte de un familiar para ahorrarse un costoso duelo cuando llega el momento), Le Traitement du docteur Tristan (El Tratamiento del doctor Tristan, que consiste en curarnos de las voces que oímos en nuestro interior para sustituirlas por sentido común).

Ilustración: Gallica.

Alfred Velpeau

Alfred Velpeau

Publicado por separado en 1883, Le Secret de l’échafaud (El Secreto del cadalso, audiolibro en francés, 1883) retoma el tema de La Verdad sobre el caso del señor Valdemar de Edgar Allan Poe, partiendo de un suceso real que causó mucho revuelo por los años 1860. Edmond-Désiré Couty de la Pommerais, médico especializado en homeopatía, envenenó a su suegra y a su amante para cobrar sus seguros de vida. Descubierto gracias a la investigación de un médico forense, fue condenado a muerte y guillotinado en 1864. Cuenta una leyenda urbana, y es el argumento del escalofriante cuento, que mientras Couty de la Pommerais esperaba el resultado de su juicio, le visitó el anatomista y cirujano Alfred Velpeau (que también existió realmente) para proponerle rehabilitarse socialmente prestándose a un último experimento científico: le pide, con el fin de averiguar la duración de la vitalidad y de la sensibilidad post-mortem, que guiñe tres veces el ojo derecho… ¡después de haber sido decapitado! Más allá de sus detalles macabros, Le Secret de l’échafaud fue la aportación personal de Villiers al debate de moda por los años 1880 sobre los sufrimientos ocasionados a los condenamos a muerte en el momento de la ejecución y después…

Ilustración: Wikimedia Commons.

La muñeca-fonógrafo (vestida y mecanismo) inventada por Thomas Edison (1890)

La muñeca-fonógrafo (vestida y mecanismo) inventada por Thomas Edison (1890)

L’Ève future (La Eva futura, 1886), novela publicada por entregas en 1885-1886 antes de aparecer como libro en 1886, es considerada una de las obras fundadoras de la ciencia-ficción, y en ella aparece por primera vez el concepto de «andreide» para definir una criatura artificial diseñada a la imagen de un ser humano. El protagonista de esta novela, Lord Ewald, se enamora de una mujer muy guapa, pero emocionalmente e intelectualmente vacía. Desesperado por no poder vivir con ella ni sin ella, Ewald le escribe a su amigo, el famoso científico Thomas Edison, que está a punto de suicidarse. Edison, para salvar a su amigo, imagina construir una réplica de la prometida, que tuviera su aspecto, pero dotada de inteligencia y de sentimientos… L’Ève future le habría sido inspirada a Villiers por un trágico suceso: un joven lord inglés, hombre de una gran belleza y de mirada llena de tristeza y desesperación, al que Villiers había conocido en una recepción, fue encontrado muerto en su domicilio, acostado al lado de un maniquí de cera que tenía los rasgos de una joven londinense que había sido su novia. Se rumoreó que este suicidio y su puesta en escena eran la consecuencia de un drama pasional: el joven, obsesionado por la belleza de su novia, no podía soportar su alma, su espíritu, y esta obsesión le había llevado a la locura… Pero la anécdota continúa: en otra recepción en la que se cotilleaba sobre esta muerte, un ingeniero americano afirmó que su maestro, Edison, habría sido capaz, gracias a la electricidad, de dotar de vida, de alma y de amor al maniquí de cera… Si toda la asamblea se divirtió mucho ante tales extravagancias, Villiers quedó en silencio… Años más tarde, en 1889, durante un viaje a París, Thomas Edison, que estaba a punto de lanzar al mercado su muñeca-fonógrafo, tuvo la ocasión de leer la novela en la que aparece como protagonista principal y exclamó, entusiasta: «¡Este escritor es más fuerte que yo; yo sólo invento, él crea!» El inventor quiso entonces conocer al escritor, pero el encuentro no fue posible, pues estaba Villiers ya muy enfermo del cáncer que le llevaría a la tumba pocos meses después…

Ilustración: Gallica.

«El talle de la Andreida, cuando se cubra de carne flexible y resistente, tendrá el doblez gracioso, la ondulación firme, lo inexpresable del garbo, que tan seductores son en una simple mujer. La disposición de los muelles de alambre es tan favorable que si bien la mantienen derecha con la esbeltez del pobo, también le permiten hacer cuantos movimientos laterales son propios de su modelo. Todas las desigualdades de los alambres están minuciosamente calculadas: cada hilo está sometido a la corriente central, que según las ondulaciones del torso viviente dependerá de las inflexiones personales que le dicte el cilindro-motor.» (Traducción de Mauricio Bacarisse, La Fontana literaria, 1972)

Das Moto-Baby, cartel de un espectáculo (1910)

Ilustración: Europeana, Circus Museum.

Para acabar este largo capítulo dedicado a los profesores locos imaginados por Villiers de l’Isle Adam, no podemos olvidar el doctor Hallidonhill, el protagonista de L’Héroïsme du docteur Hallidonhill (El Heroísmo del doctor Hallidonhill, 1888). Este médico recibe a sus pacientes enfermos de los pulmones y les hace un diagnóstico en escasos segundos. Un día le visita un enfermo descarnado, moribundo, y primero se niega a curarlo. Pero al enterarse de que es rico, le recomienda una cura en Niza, comiendo únicamente berros. A los seis meses, cuando vuelve el enfermo, sano, hecho un hombre lleno de vitalidad, para agradecerle la atención, el doctor Hallidonhill le mata para extraerle los pulmones y estudiar el poder de los berros… Al ser la libertad del doctor más útil a la Ciencia que su encarcelamiento, no será condenado, y Villiers concluye que «el amor exclusivo de la humanidad futura, incluso despreciando el individuo presente, es, hoy en día, el único móvil que permita disculpar los magnánimos exagerados de la Ciencia».

Louis Boussenard - Les Secrets de Monsieur Synthèse, ilustración de Charles Clérice (1892)

Louis Boussenard – Les Secrets de Monsieur Synthèse, ilustración de Charles Clérice (1892)

El Sr. Synthèse, protagonista de Les Secrets de Monsieur Synthèse (Los Secretos del Señor Síntesis, 1888) es un viejo científico que tiene un ambicioso proyecto: se trata de crear, acelerando en su laboratorio el proceso de la evolución de las especies desde sus orígenes, un ser humano completamente nuevo y libre de las taras que ha ido acumulando a lo largo de sus siglos de existencia. A punto de alcanzar su objetivo, fracasará por poco a causa de la hostilidad de los hombres… El año siguiente, en 1889, el Sr. Synthèse repetirá aventuras en un relato publicado por entregas: después de pasar Dix mille ans dans un bloc de glace (Diez Mil Años en un bloque de hielo) el científico despierta en un futuro lejano y tiene la oportunidad de comprobar sus propias hipótesis sobre la evolución… Completamente olvidado hoy en día, el autor de estas dos novelas fue no obstante un autor muy popular en las décadas que precedieron a la Primera Guerra Mundial, y su recuerdo perdura todavía en Rusia, donde todas sus obras fueron traducidas y aún hoy son leídas. Después de cursar estudios de medicina, Louis-Henri Boussenard (1847-1910) decidió vivir su sueño de juventud de ser aventurero y embarcó hacia las colonias gracias a una misión científica encargada por el gobierno francés. Su segunda vocación era la escritura, especialmente la escritura de novelas de aventura, y sus propios viajes constituyeron una inagotable fuente de inspiración para las más de cuarenta novelas, destinadas en su mayoría a un público juvenil, que publicó entre 1879 y su muerte. Fiel contribuidor de la revista destinada a los niños Le Journal des voyages (El Periódico de los viajes), Boussenard es un heredero directo de Jules Verne, por el estilo de sus obras, pero desmarcándose del maestro por una voluntad de precisión geográfica y de exactitud científica.

Ilustración: Gallica.

Jules Verne - Le Château des Carpathes, ilustración de Léon Benett (1893).

Jules Verne – Le Château des Carpathes, ilustración de Léon Benett (1893).

Cinco años antes de Bram Stoker, Jules Verne imaginó una novela gótica ambientada en Transilvania, con un personaje maldito, un lugar inquietante objeto del odio y del temor de los habitantes del pueblo vecino, pero en la que todo el misterio acaba explicándose gracias a la ciencia y la tecnología. Cuando empieza a salir humo de una de las chimeneas del Château des Carpathes (El Castillo de los Cárpatos, audiolibro en francés, 1892), castillo medio en ruinas que los vecinos creían abandonado, y que los atrevidos que se acercan son testigos de extraños fenómenos, el terror se apodera de las mentes. El joven conde Franz de Télek, de paso por la zona, al enterarse de quién es su dueño, decide introducirse en el castillo para elucidar el misterio. Años atrás, el conde y el barón Rodolphe de Gortz estuvieron enamorados de la misma mujer, una cantante italiana, la Stilla. Prometida a de Télek, la Stilla era el objeto de una fascinación obsesiva por parte de de Gortz, quién no podía quitarle los ojos de encima cuando estaba en escena. Su fulgurante y enigmática muerte durante una representación fue la causa de un odio recíproco entre los dos hombres, pues cada uno acusaba al otro de la muerte de la mujer deseada. Durante su exploración del castillo, Franz de Télek ve y oye cantar a la Stilla, su añorada prometida… ¿Fantasma? No… gracias a los conocimientos de su empleado, el inventor maldito Orfanik, Rodolphe de Gortz había logrado, mediante unos artilugios que nos recuerdan hoy en día a los hologramas, recrear la presencia de la Stilla y satisfacer así su amor obsesivo…

Ilustración: Wikimedia Commons.

Marcel Schwob

Marcel Schwob

La voz y su recreación artificial también constituyen el argumento de La Machine à parler (La Máquina parlante, audiolibro en francés, 1892) de Marcel Schwob. Pero el científico que protagoniza este corto cuento no es un adepto de los logros fonográficos de Edison, que no hacen otra cosa que reproducir una voz grabada anteriormente. Después de años de estudios disecando gargantas, ha creado una inquietante máquina, una garganta gigante, capaz de hablar por sí sola y de expresar el pensamiento de su inventor. Pero cuando el extraño profesor quiere apropiarse la frase biblíca «En el principio era el verbo» y hacerle decir a su invento «Yo he creado el verbo», proclamando de esta manera su superioridad sobre Dios, la máquina se atasca y se autodestruye al mismo tiempo que el profesor pierde definitivamente la voz… ¿Avería mecánica o fallo teológico?

Ilustración: Le Blog de Marcel Schwob.

Arthur Conan Doyle - The Great Keinplatz Experiment, ilustración de Louis Bailly (1914)

Arthur Conan Doyle – The Great Keinplatz Experiment, ilustración de Louis Bailly (1914)

Entusiasta adepto de las ciencias ocultas y del espiritismo, Sir Arthur Conan Doyle publica en 1885 The Great Keinplatz Experiment (El Experimento del Dr. Keinplatz), un cuento sobre un arriesgado experimento de hipnosis. El profesor von Baumgarten, para demostrar que el espiritu de las personas hipnotizadas puede separarse del cuerpo y viajar por su cuenta, se deja hipnotizar al mismo tiempo que su ayudante para observar el comportamiento de sus respectivos espiritus. Pero, al terminar el experimento, los espiritus se equivocan de cuerpo y las personalidades de los dos científicos se intervierten…

 Ilustración: The Arthur Conan Doyle Encyclopedia.

Arthur Conan Doyle - The Great Keinplatz Experiment, ilustración de Louis Bailly (1914)

Arthur Conan Doyle – The Great Keinplatz Experiment, ilustración de Louis Bailly (1914)

«Desde hacía varios años, al profesor lo obsesionaba un tema que se repetía constantemente en sus pensamientos.
Todos sus experimentos y teorías giraban sobre ese punto. Cien veces por día se preguntaba si sería factible que un espíritu humano existiese separado de su cuerpo durante un tiempo y que después volviese a él. La primera vez que se le ocurrió esta posibilidad, su mente científica la rechazó. Chocaba mucho con ideas anteriores y prejuicios científicos. Pero poco a poco empezó a avanzar más y más por el camino de la investigación, y su pensamiento rechazó todas las antiguas trabas. Era posible que la mente existiera lejos de la materia. Había muchas cosas que le hacían pensar así. Se le ocurrió que la cuestión podía resolver— se definitivamente mediante un experimento audaz y original. Sorprendió al mundo científico con un famoso artículo sobre las entidades invisibles.»

Ilustración: The Arthur Conan Doyle Encyclopedia.

Arthur Conan Doyle – The Parasite, ilustración de Howard Pyle (1895)

Arthur Conan Doyle – The Parasite, ilustración de Howard Pyle (1895)

Conan Doyle volvió a escribir sobre este tema en 1894 con la novela corta titulada The Parasite (El Parásito, audiolibro en inglés) en la que aborda el conflicto entre razón y poderes sobrenaturales. A Austin Gilroy, joven profesor de fisiología, los fenómenos ocultistas lo dejan lleno de escepticismo. Hasta que un día le presentan a Helen Penclosa, mujer madura con una pierna paralizada y que afirma tener poderes psíquicos. Después de apoderarse de la voluntad de Agatha, la prometida de Gilroy, le hacer cometer actos extraños, aunque sin consecuencias graves, que convence al joven profesor de sus poderes y lo lleva a visitar con frecuencia a la médium para estudiar este fenómeno, e incluso prestarse a algún experimento de sugestión mental. Pero la Sta Penclosa acaba enamorándose de Gilroy…

Ilustración: Internet Archive.

Bram Stoker – Dracula, edición de 1928

Bram Stoker – Dracula, edición de 1928

Dracula (Drácula, audiolibro en inglés, 1897) de Bram Stoker (1847-1912), clásico de la literatura de terror, además de desarrollar temas propios del psicoanálisis (la relación entre deseo sexual y muerte, la puesta en cuestión de los límites sociales), ofrece la descripción de una confrontación entre dos mundos, la Inglaterra de finales del siglo XIX, con sus avances tecnológicos y sociales, y la Transilvania del conde Drácula, en la que reinan el pasado y las antiguas tradiciones. Modernidad y progreso científico frente a terror y superstición. Razón frente a locura. Esta confrontación se extiende al conflicto entre los dos personajes principales, ambos científicos, opuestos en numerosos aspectos; en particular difieren en su concepción la ciencia: utilizarla para servir a sus propios intereses o ponerla al servicio de la humanidad. Cuando era mortal, antes de convertirse en el vampiro que han inmortalizado las adaptaciones cinematográficas y televisivas (entre las que debemos destacar Nosferatu, el vampiro, obra maestra muda de Friedrich Wilhelm Murnau (1922)), Drácula era un hombre de excepción: hombre de estado, guerrero, alquimista, de una inteligencia y una cultura excepcionales. Pero su sed de conocimiento, alimentada por una fabulosa biblioteca, y que conservará después de su muerte física, no tiene otro objetivo que el de vencer y dominar, para su propio provecho. En cuanto al doctor Abraham Van Helsing, el rival de Drácula y cazador de vampiros, es uno de los mayores eruditos de su época, a la vez filósofo y metafísico. Abierto a todas las ramas del saber, incluso a las que aún no se explican científicamente, como el vampirismo, Van Helsing está movido por su voluntad de poner sus conocimientos al servicio de la humanidad y su lucha contra los vampiros tiene por origen su deseo de salvar el mundo. A las supersticiones y a las facultades sobrenaturales de los vampiros (la telepatía, la generación de vampiros por las mordeduras, los crucifijos, las ristras de ajo, el agua bendita, la estaca clavada en el corazón…), Stoker (por el intermediario de Van Helsing) opone las ciencias puras y sociales más en boga en este fin de siglo: la criminología, el hipnosis, las teorías sobre degeneración social, las transfusiones de sangre, la comunicación, el psicoanálisis…

Ilustración: Dracula, between hero and vampire.

Bram Stoker – Dracula, ilustración de la edición estadounidense de 1897

Bram Stoker – Dracula, ilustración de la edición estadounidense de 1897

«La gran caja estaba en el mismo lugar, recostada contra la pared, pero la tapa había sido puesta, con los clavos listos en su lugar para ser metidos aunque todavía no se había hecho esto. Yo sabía que tenía que llegar al cuerpo para buscar la llave, de tal manera que levanté la tapa y la recliné contra la pared; y entonces vi algo que llenó mi alma de terror. Ahí yacía el conde, pero mirándose tan joven como si hubiese sido rejuvenecido, pues su pelo blanco y sus bigotes habían cambiado a un gris oscuro; las mejillas estaban más llenas, y la blanca piel parecía un rojo rubí debajo de ellas; la boca estaba más roja que nunca; sobre sus labios había gotas de sangre fresca que caían en hilillos desde las esquinas de su boca y corrían sobre su barbilla y su cuello. Hasta sus ojos, profundos y centelleantes, parecían estar hundidos en medio de la carne hinchada, pues los párpados y las bolsas debajo de ellos estaban abotagados. Parecía como si la horrorosa criatura simplemente estuviese saciada con sangre. Yacía como una horripilante sanguijuela, exhausta por el hartazgo. Temblé al inclinarme para tocarlo, y cada sentido en mí se rebeló al contacto; pero tenía que hurgar en sus bolsillos, o estaba perdido. La noche siguiente podía ver mi propio cuerpo servir de banquete de una manera similar para aquellas horrorosas tres. Caí sobre el cuerpo, pero no pude encontrar señales de la llave. Entonces me detuve y miré al conde. Había una sonrisa burlona en su rostro hinchado que pareció volverme loco. Aquél era el ser al que yo estaba ayudando a trasladarse a Londres, donde, quizá, en los siglos venideros podría saciar su sed de sangre entre sus prolíficos millones, y crear un nuevo y siempre más amplio círculo de semi-demonios para que se cebaran entre los indefensos. El mero hecho de pensar aquello me volvía loco. Sentí un terrible deseo de salvar al mundo de semejante monstruo.»

Ilustración: Internet Archive.

Publicado en 1899 en el periódico The San Francisco Examiner, Moxon’s Master (El Amo de Moxon, audiolibro en inglés) es un cuento del estadounidense Ambrose Bierce (1842-1913), maestro del humor negro con un toque de fantástico. Esta reflexión sobre la naturaleza de la vida y la inteligencia tiene como protagonista a Moxon, un científico que ha creado un autómata jugador de ajedrez. Según Moxon, a pesar de no tener cerebro, las máquinas pueden realizar grandes cosas y deberían ser tratadas con la misma consideración que a los humanos. Una de las primeras especulaciones literarias sobre inteligencia artificial…

Alfred Jarry – Le Surmâle (1902)

Alfred Jarry – Le Surmâle (1902)

Curiosamente, ninguno de los científicos locos de nuestra ya larga galería de retratos se ha atrevido a tratar el tema de la mejora artificial del rendimiento sexual. Hemos leído sobre objetivos políticos, filosóficos, pasionales, e incluso sexistas, pero es el profesor William Elson, químico famoso, protagonista de Le Surmâle (El Supermacho) quién, en 1902, imagina, después de una animada sobremesa sobre amor y sexo, una sustancia, llamada perpetual-motion food (alimento de moción perpetua), que permite la regeneración de los músculos durante el esfuerzo, y por lo tanto multiplicar al infinito el rendimiento muscular… de todo tipo de músculo. Para probar la eficacia de esta droga, se convoca una carrera ciclista entre París e Irkutsk en Rusia. Casi todos los corredores mueren en el intento, pero el objetivo es cumplido por una misteriosa sombra, que no ha absorbido el perpetual-motion food. Para más inri, se encuentran, por todo el recorrido, cadáveres de mujeres a las que se les ha hecho el amor de manera salvaje. Es el supermacho que todos buscan. Cuando logran identificar su identidad, le ponen a prueba para medir cuántas veces seguidas puede realizar el acto sexual. El resultado superará todas las expectativas: ¡89 veces! En su última novela, mezclando provocación, situaciones grotescas, e insinuaciones algo atrevidas, Alfred Jarry aborda a su manera temas filosóficos sobre erotismo: la relación entre acto sexual y muerte, o la eterna controversia sobre si el deseo sexual nace del amor o al revés…

Ilustración: Gallica.

Gustav Meyrink

Gustav Meyrink

Muy influenciado por las ciencias ocultas de las que era un adepto, el escritor austriaco Gustav Meyrink (1868-1932) fue uno de los autores más representativos de la literatura fantástica en lengua alemana. Hoy en día es sobre todo recordado por sus dos novelas Der Golem (El Golem, 1915) y Walpurgisnacht (La Noche de Walpurgis, 1917) ambientadas en Praga, ciudad en la que ha vivido durante muchos años y que describe no como telón de fondo, sino como protagonista principal. Empezó su carrera literaria en la primera década del siglo XX, publicando relatos en el semanal alemán Simplicissimus. Satíricos, grotescos o fantásticos, estos relatos gozaron de mucho éxito entre los lectores y fueron pronto el objeto de publicaciones en volumen. Varios relatos de los inicios de Meyrink tratan el tema del científico loco en un estilo realista que convierte el horror en algo natural y rutinario. Das Präparat (La Preparación, 1903) cuenta cómo dos hombres descubren que el cuerpo de un amigo desaparecido es mantenido en vida de manera artificial, disecado, con la tráquea, los bronquios y los pulmones envueltos en un pañuelo de seda, y las venas bombeando la sangre desde unos vasos altos: es la preparación creada por un profesor persa para diseñar un autómata. El Dr. Lederer (1903) inventa un dispositivo que permite proyectar imágenes en el cielo, pero su invento provocará que una mujer embarazada de a luz a un niño con la cara de un hombre cuyo retrato se proyectó durante la noche del nacimiento. El narrador de Die Pflanzen des Doktor Cindirella (Las Plantas del doctor Cindirella, texto en francés, audiolibro en alemán, 1905) explica que al traer una pequeña estatua egipcia encontrada en una excavación de Tebas y que reproduce un antiguo jeroglífico egipcio, se ve presa de extrañas alucinaciones. Es en este estado que penetra en la casa del Doctor Cindirella donde presenciará unos escalofriantes fenómenos…

Ilustración: Wikimedia Commons.

«No se movía nada; suspiré de alivio. Con precaución para no apagar la llama, recorrí las paredes con mi lámpara. Por todos lados, el mismo enrejado, en que se entrelazaban, como podía averiguarlo ahora, vaso sanguíneos y venas en los que latía la sangre. En medio de aquel enredo, relucían innumerables y siniestras prunelas que dilataban sus terroríficas tuberosidades de moras silvestres para seguirme con la mirada mientras pasaba delante de ellas. Ojos de todos los tamaños, de todos los colores, desde el agua cristalina hasta el iris azulado de un caballo muerto, la cabeza girada hacia el cielo. Algunos tenían el aspecto negro y arrugado de belladonas secas. Las venas más gruesas hundían sus raíces en unos vasos llenos de sangre, de las que sacaban, no se sabe cómo, su savia.» (Las Plantas del Doctor Cindirella).

Ramón Acín Aquilué – Retrato de Silvio Kossti

Ramón Acín Aquilué – Retrato de Silvio Kossti

Discípulo de Joaquín Costa, Manuel Bescós Almudévar (1866-1928) fue un escritor, político y abogado español. Firmemente anticlerical y ateo, a la vez que muy crítico con el socialismo y el republicanismo, fue alcalde de Huesca durante cuatro meses, durante el invierno 1923-1924. En 1909 autoedita y bajo el pseudónimo de Silvio Kossti, que utilizaría para firmar sus obras literarias, un volumen titulado Las Tardes del sanatorio. Escrito durante su convalecencia después de una delicada operación quirúrgica. En este conjunto de historias de géneros muy diferentes (desde poemas, dramatizaciones hasta chistes e historietas subidas de tono) vinculados entre sí, Kossti defiende su ateísmo y postula por una filosofía científica apoyada en las teorías de los investigadores de fin de siglo XIX, encabezados por Darwin. El primer cuento, El Pitecanthropos, está protagonizado por Cornelius Korner, un antropólogo alemán que ansía demostrar de manera definitiva e inequívoca las teorías del padre de la evolución de las especies. Para llegar a sus fines, decide hipnotizar a su bella mujer criolla para que se quede embarazada de un orangután… Convirtiendo su honor como marido en un sacrificio a la ciencia, espera alzarse al estatuto de héroe. Esta fábula llena de lubricidad, por no decir pornografía, desarrolla ideas que hoy en día no se considerarían como políticamente correctas: el control del cuerpo de la mujer por el hombre, la jerarquía social, sexual y racial que coloca al científico, masculino, civilizado y racional, por encima de su mujer, su criado negro y el orangután, los tres supuestamente salvajes e irracionales. Zoofilia, adulterio, evolución… no es de extrañar que esta obra le valiera a su autor la severa reprobación de los obispos de Huesca, Jaca y Zaragoza, que amenazaron de excomunión a cualquiera que leyera la obra, así como cualquier artículo escrito por Bescós publicado en la prensa local…

Ilustración: RED.es (Red Digital de Colecciones de museos de España).

El Sr. Gabriel Lippmann en su laboratorio del Instituto (1908)

El Sr. Gabriel Lippmann en su laboratorio del Instituto (1908)

Las historias narradas por Maurice Level (1875-1926) en Les Portes de l’enfer (Las Puertas del infierno, audiolibro en francés, 1910) se podrían definir como historias de terror cotidianas. En la imaginación de Level, no hay monstruos llenos de tentáculos, ni fantasmas con cadenas. El terror radica en la psicología humana que es capaz de convertir situaciones muy normales en escenarios espeluznantes… Un savant (Un científico) nos presenta a un médico, investigador de excepción entregado a sus trabajos para vencer el cáncer y al cuidado de sus pacientes. En su lecho de muerte, va a hacer una terrible revelación a sus amigos y alumnos…

Ilustración : Gallica.

Cartel de la película Alraune (1928)

Cartel de la película Alraune (1928)

Según la leyenda medieval, la mandrágora es una planta que crece al pie de la horca, nacida de la tierra fecundada por el semen de los ahorcados. El cínico doctor Jacob Ten Brinken, con la ayuda de su sobrino Frank Baum, decide crear una mandrágora humana. Para llevar a cabo esta operación, Ten Brinken insemina a una prostituta con semen recogido de un condenado a muerte en el mismo momento de su ejecución. De esta unión, nace Alraune, niña de un extraño encanto andrógino, que, al crecer, se revelará tan maligna como lúbrica. Tiene la particularidad, como la mandrágora medieval, de traer riqueza y muerte y nadie puede resistir a su poder de seducción… Pero al enamorarse de Frank, Alraune se pondrá en peligro a sí misma… Erótica, romántica, gótica de haber sido escrita un siglo antes, Alraune. Die Geschichte eines lebenden Wesens (Mandrágora, texto en inglés, audiolibro en alemán, 1911), que tuvo un fenomenal éxito en Alemania desde su publicación, pero fue censurada en otros países, es una hermosa historia sobre Amor y Muerte y la segunda entrega de la trilogía dedicada por Hanns Heinz Ewers a su allter ego Frank Baum… Alraune fue adaptada para el cine en varias ocasiones, la primera de ellas en 1918. Se puede ver aquí la versión de 1928, película alemana muda dirigida por Henrik Galeen y con Brigitte Helm en el papel de la mandrágora humana. El científico loco es una figura recurrente en la obra de Hanns Heinz Ewers, como, por ejemplo, en el cuento Die Topharbraut (La Novia del Tophar, 1913), protagonizado por un embalsamador obsesivo que secuestra a la novia del narrador para matarla, embalsamarla y momificarla según los métodos de los antiguos egipcios, y simular así un sensacional descubrimiento arqueológico.

Ilustración: Wikipedia.

Aleister Crowley en 1919

Aleister Crowley en 1919

Poeta, pintor, novelista, alpinista, el inglés Aleister Crowley (1875-1947) es sobretodo conocido por su cara más misteriosa: la de ocultista y adepto de la magia negra. Creó en 1908 la revista The Equinox (El Equinoccio), esencialmente dedicada al ocultismo, y que se siguió publicando hasta 1998. Crowley publicó numerosos cuentos en esta revista, entre ellos el escalofriante experimento llevado a cabo por el profesor Blair y su joven esposa Magdalen, narrado en The Testament of Magdalen Blair  (El Testamento de Magdalen Blair, 1913). Al descubrir que Magdalen tiene aptitudes para la telepatía, deciden establecer un contacto mental para seguir la agonía del profesor mientras se está muriendo de un cáncer. Cual no será el horror experimentado por la joven al descubrir que no solo el contacto se mantiene después de la muerte del profesor, sino que su consciencia, presa de un cerebro en descomposición, está condenada a una lenta e infinita agonía… Otros cuentos de Aleister Crowley, también publicados en The Equinox, están protagonizados por científicos locos:  The Soul-Hunter (El Cazador de almas, 1910) – curioso híbrido entre Dracula y Frankenstein, este relato narra como un vampiro diseca el cuerpo de un hombre vivo para encontrar su alma – y Professor Zircon (El Profesor Zircon, 1912), la tremenda historia de amor y celos de un científico loco y una mujer joven…

Ilustración: Wikimedia Commons.

Gustave Le Rouge - Le Mystérieux Docteur Cornélius (1912)

Gustave Le Rouge – Le Mystérieux Docteur Cornélius (1912)

Publicada por entregas en 1912, Le Mystérieux Docteur Cornélius (Tomo 1, Tomo 2, Tomo 3, El Misterioso Doctor Cornélius, un capítulo en español: Los Caballeros del cloroformo, audiolibro en francés) es sin duda la obra maestra, y la más conocida hoy en día (gracias en parte a la exitosa serie de televisión de los años 1980), del polifacético y prolífico Gustave Le Rouge (1867-1938). Seguidor de Jules Verne, fue el autor de cerca de 200 obras, entre las que destacan sus populares novelas de aventuras, que a menudo contenían elementos fantásticos y de ciencia-ficción. El misterioso Doctor Cornélius Kramm es un malvado científico americano, «escultor de carne humana», inventor de la «carnoplastia», técnica que permite a cualquiera usurpar la apariencia de otra persona, con la cual espera poder llevar a cabo sus ambiciones de poder y de riqueza. Pero no cuenta con el buen doctor francés Prosper Bondonnat, cuyas investigaciones no tienen otro objeto que aportar su piedra al «edificio radiante de la modernidad». Peripecias, intriga policíaca, amor, lugares enigmáticos y misteriosos, todos los ingredientes de una gran novela de aventuras que causará impresión entre los surrealistas y será el objeto de un homenaje titulado Kodak (Documentaire) (Kodak (Documental), 1924), serie de instantáneas poéticas, preciosas evocaciones de los lugares visitados en la novela, por el viajero escritor, Blaise Cendrars… Amigo de Le Rouge, Cendrars quiso demostrarle que era un poeta él también y compuso los poemas a base de collage, cortando y reorganizando fragmentos de la novela. Esta mistificación literaria no fue descubierta hasta los años 1970.

Ilustración: Ebooksgratuits.

Gustave Le Rouge - Le Mystérieux Docteur Cornélius (1912)

Gustave Le Rouge – Le Mystérieux Docteur Cornélius (1912)

«- Veamos, entre usted y yo, ¿tiene usted interés en conservar su fisionomía actual?
– ¿Mi fisionomía?
– Sí. Me refiero al color de su pelo, la expresión de su cara, el color de su piel. En una palabra, todo lo que constituye su personalidad física.
– No tengo ningún interés; por lo que veo, quiere teñirme, maquillarme, irreconocible-
El Doctor Cornélius se encogió de hombros.
– Teñirse, maquillarse, ¡vaya broma!
Y añadió con una voz sorda:
– No se trata de eso. Se producirá en usted un cambio tan radical, tan profundo, que será realmente otro hombre.
– ¡Imposible!
– Es muy posible; es cierto que la experiencia es atrevida, pero no conlleva ningún peligro serio. Fritz, mi hermano, le explicó el otro día algunos de los medios que empleo para alcanzar mis objetivos, y pudo usted constatar que son muy ingeniosos y extremadamente sencillos.
– Pero ¿por qué esta transformación completa? Murmuró Baruch Jorgell, el corazón encogido por una vaga inquietud. ¿No serían suficientes algunos retoques?
– ¡No, ningún retoque! Veo que tengo que completar mi pensamiento. Una noche, como hoy por ejemplo, usted se duerme en la piel de Baruch Jorgell, conocido criminal, buscado por la policía del mundo entero, y cuando se despierta, se ha convertido, gracias a la magia de la Ciencia, en uno de los más brillantes caballeros de la aristocracia, de los Quinientos, hijo feliz de un padre millonario.»

Ilustración: Ebooksgratuits.

Edgar Wallace - The Man Who Hated Earthworms, ilustración de Antoine Verpilleux (1921)

Edgar Wallace – The Man Who Hated Earthworms, ilustración de Antoine Verpilleux (1921)

En 1905, el escritor inglés Edgar Wallace había publicado una novela titulada Four Just Men (Quatro Justicieros), protagonizada por cuatro caballeros británicos, jóvenes, ricos e incorruptibles, entregados a la causa de la Justicia. Jueces, jurados y verdugos, conseguían eliminar a los delincuentes de todo tipo: ladrones, asesinos, violadores, e incluso políticos corruptos… Esta novela conoció un fenomenal éxito y es una de las cien mejores novelas policíacas de todos los tiempos, según la británica Crime Writers’ Association. Los cuatro justicieros fueron los protagonistas de seis títulos, publicados entre 1905 y 1929. The Law of the Four Just Men (La Ley de los Quatro Justicieros, 1921), cuarta entrega de la serie, se compone de diez relatos independientes, casos resueltos por dos de los cuatro justicieros (uno murió en un episodio anterior, y otro se retiró…). The Man who hated earthworms (El hombre que odiaba las lombrices) es uno de estos relatos, eco-thriller antes de hora, en la que la fobia del protagonista, un biólogo loco que odia las lombrices de tierra, pone en peligro, por exterminarlos, la ecología y la supervivencia de la Tierra…

Edgar Wallace - The Man Who Hated Earthworms, ilustración de Antoine Verpilleux (1921)

Edgar Wallace – The Man Who Hated Earthworms, ilustración de Antoine Verpilleux (1921)

Ilustración: Freeread.

«Según mi teoría, continuó el doctor, más tranquilo ahora, secándose la frente con su pañuelo, todas las criaturas vivas están llamadas por orden, por ciclo y especie, a dominar la tierra. ¡Dentro de un millón de años, puede que el hombre, encogido, haya alcanzado el grosor de una hormiga y que la lombriz, por su inteligencia superior, su astucia y su ferocidad, haya alcanzado la predominancia en la tierra! Mi opinión siempre ha sido esa, prosiguió, sin provocar ningún comentario por parte de Léon o Mandred. Siempre pienso en ello, todos los días, y sueño con eso por la noche. He dedicado mi vida a la aniquilación de esta amenaza.»

Ilustración: Freeread.

Cubierta de la revista Weird Tales de 1942

Cubierta de la revista Weird Tales de 1942

Publicado por entregas en 1922, el relato Herbert West: Reanimador (Herbert West: Reanimator, audiolibro en inglés, 1922) fue escrito en una época en la que su autor, Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) tenía problemas financieros y se vio obligado a prestarse al juego de terminar cada capítulo con una situación de suspense, con el fin de «enganchar» a los lectores, práctica que no correspondía en absoluto a su forma de trabajar. Herbert West es un médico, obsesionado por la muerte y la resurrección. Es el inventor de un reactivo que permite reanimar a los muertos. Brillante, narcisista, amoral, desprecia tanto la vida como la muerte y no tiene ningún escrúpulo a la hora de suministrarse de cadáveres lo más frescos posibles para seguir con sus experimentos. Desde la lectura de los obituarios en el diario hasta los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial, pasando por una epidemia de tifus, Herbert West, acompañado de su amigo y cómplice, el narrador de la novela, irá resucitando muertos, a pesar de la voluntad de los «interesados» que buscarán vengarse del doctor loco… Si este relato se aleja un poco de los mundos fantásticos y terroríficos de Lovecraft, en él aparece no obstante por primera vez la Universidad de Miskatonic, que los admiradores del mito de Cthulhu bien conocen. Por otro lado, este relato fue el primero en ofrecer una descripción del zombie, cuerpo muerto reanimado gracias a un procedimiento científico, como un ser violento, taciturno e incontrolable, características que el cine, empezando por el clásico del género, la inmortal Night of the living dead (Noche de los muertos vivientes, 1968), de George A. Romero, adoptaría como propias…

Ilustración: Wikimedia Commons.

«No me atrevo a hablar de sus métodos durante los cinco años siguientes. Seguí a su lado por puro miedo, y presencié escenas que la lengua humana no podría repetir. Gradualmente, llegué a darme cuenta de que el propio Herbert West era más horrible que todo lo que hacía… fue entonces cuando comprendí claramente que su celo científico por prolongar la vida, en otro tiempo normal, había degenerado sutilmente en una curiosidad meramente morbosa y macabra y en una secreta complacencia en la visión de los cadáveres. Su interés se convirtió en perversa afición por lo repugnante y lo diabólicamente anormal; se recreaba con tranquilidad en monstruosidades artificiales ante las que cualquier persona en su sano juicio caería desvanecida de repugnancia y de horror; detrás de su pálido intelectualismo, se convirtió en un exigente Baudelaire del experimento físico, en un lánguido Heliogábalo de las tumbas. Afrontaba imperturbable los peligros y cometía crímenes con impasibilidad.»

Aleksandr Beliáyev – La Cabeza del Profesor Dowell

Aleksandr Beliáyev – La Cabeza del Profesor Dowell

En 1925, el escritor Aleksandr Beliáyev (1884-1942), unos de los maestros de la ciencia-ficción rusa, publica Голова Профессора Доуэля (La Cabeza del Profesor Dowell), en la que aparece una de las pocas protagonistas femeninas de esta extensa presentación de científicos: Marie Laurane, joven médico, es contratada por el Profesor Kern para asistirle en sus experimentos médicos. Muy grande es su asombro cuando descubre que va a tener que cuidar de una cabeza sin cuerpo, que el Profesor Kern ha reanimado. Es la cabeza del Profesor Dowell, que fue el jefe de Kern y ahora se ve reducido a ayudar intelectualmente a su antiguo asistente en su labor de descubrir cómo reanimar a los muertos. La cláusula de confidencialidad impuesta a la joven doctora le hace dudar de los métodos de Kern. Cuando logra hablar a solas con la cabeza del Profesor Dowell, descubre que Kern es un asesino… Más que un remake moderno de Frankenstein o una elucubración fantástica sobre científicos locos volcados en la reanimación de los muertos, Beliáyev ha querido plantear, a través de unos detalles científicos cuidadosamente estudiados y un análisis en profundidad de la psicología de los personajes, el impacto psicológico que tienen los experimentos científicos sobre los cobayas y sobre la joven médico. Por otro lado, a la luz de la historia soviética de aquella época (estamos a principios de la era de Stalin), se puede leer esta novela como una metáfora de la manipulación política de aquellos años negros: Kern es un manipulador en todos los sentidos, físico (disponiendo de la cabeza de sus cobayas) y mental (presionando a Marie), oculta la información, disuelve identidades, controla el destino de sus «pacientes»… Al mismo tiempo, esta figura es interesante desde el punto de vista literario, en comparación con los otros protagonistas aquí presentados, por su mediocridad: es un personaje sin genialidad, simplemente ávido de reconocimiento y gloria, sin verdadera pasión científica, y que no es capaz de llegar a ningún resultado válido sin la ayuda del Profesor Dowell.

Ilustración: Loveread.

Mijaíl Bulgákov

Mijaíl Bulgákov

Siguiendo con la Unión Soviética, durante los años 1920, entre las dos guerras mundiales, apareció una corriente literaria informal que originó la publicación de varias novelas protagonizadas por científicos. Pero en lugar de hacer hincapié en la(s) locura(s) de estos científicos, estas novelas tienen en común un héroe brillante pero lunático y solitario, que ve cómo su invento, potencialmente neutral, se le escapa por descuido o por estupidez en una sociedad demasiado ávida para pensar en las consecuencias. La más conocida de estas obras es sin duda Роковые яйца (Los Huevos fatídicos, texto en inglés, 1925) de Mijaíl Bulgákov (1891-1940). Prohibida en la URSS hasta 1988, esta novela entre terror, ciencia-ficción y sátira social, cuenta como el profesor Vladimir Ipatievich Pérsikov, zoólogo especialista en batracios que ha sacrificado vida y familia a la Ciencia, descubre por casualidad un rayo luminoso que tiene la peculiaridad de acelerar considerablemente la facultad de reproducción de los organismos. Probado sobre las ranas, el rayo permite obtener animales colosales, muy voraces y con un ciclo de reproducción acelerado. Al poco tiempo, una terrible epidemia diezma toda la población de gallinas de la URSS y el consumo de los huevos se prohíbe por ser peligrosos. La necesidad de alimentos y de demostrar que el país va bien lleva a las autoridades a utilizar el invento de Pérsikov para regenerar rápidamente las existencias avícolas. Obviamente nada funcionará según lo previsto y el caos amenazará adueñarse de Rusia…

Ilustración: Wikimedia Commons.

«Tenía cincuenta años. Con una espléndida cabeza calva, como un majadero, y mechones de pelo amarillento que salían por los lados. Su cara estaba frescamente afeitada, con un labio ligeramente hacia afuera que le daba un aire un poco arisco. Alto y de hombros redondos, tenía unos pequeños ojos brillantes y, en la nariz, unas diminutas gafas anticuadas de montura de plata. Hablaba con una voz áspera, alta, ronca, y una de sus idiosincrasias consistía en encorvar el dedo índice de la mano derecha y arrugar el entrecejo, mientras decía algo importante y de gran autoridad. Y como siempre hablaba con gran autoridad, ya que su sabiduría en su área era bastante fenomenal, el dedo encorvado apuntaba a menudo a las personas con las cuales hablaba el Profesor. Fuera de su área, o sea, zoología, embriología, anatomía, botánica y geografía, sin embargo, el Profesor Pérsikov no decía casi nada.
El Profesor Pérsikov no leía los periódicos ni tampoco iba al teatro. Su mujer se había marchado con un tenor de la Ópera de Zimin en 1913, dejándole una nota que decía:
«Tus ranas me dan un asco intolerable que me provoca escalofríos. Nunca seré feliz en la vida por culpa de ellas.»»

Aleksandr Beliáyev

Aleksandr Beliáyev

Volviendo a Aleksandr Beliáyev, imagina en 1928 un argumento similar al de Los Huevos fatídicos de Bulgákov con Вечный хлеб (El Pan eterno), novela que anticipa las barbaridades agroalimentarias que se cometen desde finales del siglo XX: a diferencia de la novela de Bulgákov, El Pan eterno se ambienta en un país europeo y capitalista. Un científico, que vive recluido del mundo en un pueblecito de pescadores, crea un alimento-milagro, una jalea que, si es poco apetitosa, no tiene mal sabor y sobre todo se sintetiza a partir del aire, con lo cual permitiría alimentar indefinidamente a los que la poseyeran. El buen profesor le regala un poco de su sustancia a un pobre hombre caído en desgracia y es el inicio de las complicaciones: corre la voz y roban la jalea para explotarla industrialmente. Pero la fórmula del maravilloso alimento no está muy a punto y la jalea empieza a desarrollarse de manera incontrolada, amenazando con sumergir el planeta bajo un océano de comida. Y, por supuesto, la locura de las multitudes acusará al pobre profesor de ser el responsable de esta situación…

Ilustración: Wikimedia Commons.

Ilf y Petrov

Ilf y Petrov

Iliá Ilf (Iliá Arnóldovich Fainzilberg, 1897.1937) y Yevgueni Petrov (Yevgueni Petróvich Katáev, 1903-1942) fueron dos escritores soviéticos de prosa que trabajaron a cuatro manos firmando sus obras conjuntas como Ilf y Petrov. Fueron muy populares en la URSS de los años 1920-1930 por sus novelas satíricas, entre las cuales figura Светлая личность (Brillante Personalidad, 1928), novela corta de tono satírico-fantástico: un pobre empleado se ve convertido en un hombre invisible por culpa de un investigador loco que pretendía hacer desaparecer sus pecas. A pesar de su «invalidez», el héroe de esta historia pretende seguir normalmente con su vida cotidiana y su trabajo. Pero no cuenta con sus conciudadanos, que se imaginan que está en todos lados, espiándolos como un justiciero – o más bien denunciador – oculto. Todos se ponen a desvelar su personalidad real, sus pequeños delitos o bajezas, en un acto de autocrítica voluntaria, para evitar ser denunciados a su pesar… Curiosamente, el periodo de invisibilidad del protagonista será denominado por el pueblo como… ¡«periodo de transparencia»!

Ilustración: Wikimedia Commons.

Más lecturas

Carl Spitzweg – Una visita (ca. 1850)

Carl Spitzweg – Una visita (ca. 1850)

Ilustración : Wikimedia Commons.

Los autores que han tratado el tema del científico loco son, como hemos podido averiguar a lo largo de esta nueva entrega de Tesoros Digitales, innumerables. Hemos intentado abarcar un abanico lo más amplio posible, pero existen otros autores y otros títulos que, por diversas razones, no hemos podido o querido tratar de manera desarrollada aquí. Autores olvidados de la historia literaria, autores omitidos en las labores de digitalización emprendidas por las Bibliotecas Digitales existentes, o títulos demasiado inspirados por los grandes clásicos que acabamos de tratar en detalle: a continuación les propondremos una selección adicional de estos escritores que hemos tenido que dejar atrás.

Marie-Noémi Cadiot (Claude Vignon)

Marie-Noémi Cadiot (Claude Vignon)

The Mummy ! A tale of the twenty-second century (¡La Momia! Una historia del siglo XXII, 1827), de Jane Wells Webb de Loudon (1807-1858). Además de publicar manuales de jardinería que fueron populares en su tiempo, la inglesa Jane Wells Webb de Loudon fue escritora de novelas góticas, fantásticas y de horror. Es considerada precursora de la ciencia -ficción. Tomado prestados varios temas e ideas a Frankenstein, pero sin llegar a igualarla, The Mummy !, llena de diálogos y consideraciones filosóficas, es la historia de un científico loco que, en el siglo XXII, se empeña en reanimar una momia egipcia. Reconozcámosle a la autora cierta visión feminista y de futuro, así como la idea de que la tecnología iba a ocupar cada vez más protagonismo en los siglos siguientes…

Les morts se vengent (Los muertos se vengan, 1857), de Claude Vignon. Bajo este pseudónimo masculino, inspirado en un personaje de Honoré de Balzac del que fue discípula, firmó la escultora y feminista Marie-Noémi Cadiot (1828-1888) un puñado de relatos y novelas. Antes que Stevenson, Villiers o Lovecraft, Vignon imagina en este cuento que los muertos sometidos a una autopsia o a una disección todavía sienten dolor, sin poder expresarlo.

Ilustración: Wikimedia Commons.

La Possédée (La Poseída, 1863), de Henri Rivière (1827-1883). Rivière, además de escritor, fue oficial de la marina y participó en diversos conflictos armados y coloniales en el Tonkín. La Poseída es la pura e inmaterial Fédérica, pasionalmente enamorada de su marido, aunque de manera platónica. Una tentación física pasajera e ínfima hacia otro hombre, el diabólico D’Expili, la ha convertido en su esclava y la lleva a una doble vida inconsciente de esposa virtuosa y de mujer criminal.

The Monster Maker (The Surgeon’s experiment) (El Fabricante de monstruos (El Experimento del cirujano), 1887), de William Chambers Morrow (1854-1923). William Chambers Morrow fue un escritor estadounidense recordado sobre todo por sus cuentos de horror y suspense. The Monster Maker es un científico loco que decapita a un paciente que le había pedido que le ayudara a suicidarse, pero mantiene el cuerpo en vida…

Gustave Pig - La Femme artificielle (1887)

Gustave Pig – La Femme artificielle (1887)

La Femme artificielle (La Mujer artificial, 1887), de Gustave Pig. Nada se sabe sobre Gustave Pig, sino que este nombre debió de ser un pseudónimo. La Femme artifielle, producto obviamente derivado de L’Ève future de Villiers de l’Isle-Adam, publicado el año anterior, pretende que el espíritu de la mujer está lleno de inspiraciones diabólicas y que el hombre no busca en ella cualidades sino pura estética. Un constructor experto diseña una estatua femenina a la que sólo falta el aliento de vida, pero tan perfecta que puede perturbar la sensualidad de los hombres…

Ilustración: Gallica.

Some Experiments with a head (Algunos Experimentos con una cabeza, 1889), de Dick Donovan (1843-1934). Conocido bajo el pseudónimo de Dick Donovan, el británico James Edward Preston Muddock fue periodista además de un prolífico autor de historias de misterio y de horror. Sus relatos de detectives llegaron a ser en su tiempo tan populares como las aventuras de Sherlock Holmes. Seis años después del Secreto del cadalso de Villiers de l’Isle-Adam, Muddock cuenta una historia muy similar: Gaspard Thurreau ha desguazado a su mujer, amante e hijos y no tiene muchas esperanzas de escapar a la guillotina. Como, a pesar de todo, es un hombre servicial, accede a colaborar con el doctor Grassard y el narrador, un joven estudiante de medicina, en su investigación para saber si el cerebro permanece vivo un tiempo después de la muerte. Después de la ejecución, la cabeza es colocada en un recipiente lleno de cera blanda de manera a parar la hemorragia, e intenta contestar, moviendo los ojos, unas cuantas preguntas…

Dr. Materialismus (1890), de Frederic Jesup Stimson (1855–1943). Frederic Jesup Stimson fue abogado, profesor, diplomático, defensor del capitalismo, además de autor de siete novelas y cuatro volúmenes de cuentos. Ambientada en un colegio de una pequeña ciudad del Maine, Dr. Materialismus cuenta el enfrentamiento entre el narrador, racionalista, y el profesor que da su apellido al cuento, alemán, científico, socialista, que practica la hipnosis, el magnetismo, el mesmerismo y el misticismo. Materialismus pretende poder controlar y provocar las emociones de los hombres y para demostrarlo, además de impulsar diversos actos más o menos criminales, le roba a su contrincante la mujer de la que está enamorado…

Die Menschenfabrik (La Fábrica de hombres, 1890), de Oskar Panizza (1853-1921). El alemán Oskar Panizza ejerció como médico durante cuatro años pero se vio obligado a renunciar a su oficio por problemas de salud. Desde entonces (1884), se dedicó a la escritura, publicando poesía, ensayos y varios conjuntos de cuentos fantásticos en el estilo de Edgar Allan Poe. El narrador de Die Menschenfabrik llega a una extraña fábrica de autómatas y conoce al dueño de la misma, lanzándose a un debate sobre filosofía y psicología humana: ¿cómo podrán sobrevivir la libertad de pensamiento, expresión, creatividad a la existencia de hombres mecanizados?

Les Joies futures (Las Alegrías futuras) es un relato publicado en la revista Mercure de France en 1894 por Raoul Mihnar (1857-1934). Dos años antes del doctor Moreau de H.G. Wells, el doctor Isatis, escondido en su laboratorio de una isla ficticia de Bretaña, efectúa inquietantes manipulaciones sobre seres vivos…

Stephen Crane - The Monster (1899)

Stephen Crane – The Monster (1899)

The Monster (El Monstruo, 1898), de Stephen Crane (1871-1900). Escritor, poeta y periodista estadounidense, Stephen Crane murió de tuberculosis a la edad de 28 años. Fue autor de varias novelas y relatos, entre los que se encuentra The Monster, emocionante historia de exclusión racial y estética de Henry Johnson, cochero negro, y su amo, el doctor Trescott.

Ilustración: Internet Archive.

Débonnaire Milaine (1899), de Pol Demade. La carrera de médico del belga Pol Demade (1863-1936) no impidió que se convirtiera en un prolífico autor de novelas, relatos e incluso de ensayos de filosofía. Débonnaire Milaine es el dueño jubilado de una funeraria que un día se pone a reflexionar sobre la muerte y en particular sobre los gusanos… Su deseo de observar el proceso de descomposición de los cadáveres le llevará a una sucesión de actos macabros: coleccionar los gusanos, pasar una noche en una fosa recién ocupada y finalmente envenenar a su mujer y conservar el cuerpo en casa. Pero las moscas no se acercan a este cadáver lleno de veneno.

Maurice Renard - Le Professeur Krantz, ilustración de Louis Pouzargues (1932)

Maurice Renard – Le Professeur Krantz, ilustración de Louis Pouzargues (1932)

Le Docteur Lerne, sous-dieu (El Doctor Lerne, sub-dios, 1908), de Maurice Renard (1875-1939). Muy popular en su tiempo, Maurice Renard fue un escritor de novelas fantásticas y de ciencia-ficción. Admirado confeso de H.G. Wells, su contemporáneo, le dedicó su primera novela Le Docteur Lerne, sous-dieu, muy inspirada de La Isla del doctor Moreau (1896). Un siniestro castillo, un laberinto infranqueable, un invernadero lleno de seres monstruosos… ¿Quién es ese enigmático doctor Lerne, que oficia en este lugar tan peculiar? Un sub-dios, deseoso de remodelar la naturaleza a su antojo, y capaz de hacerlo practicando trasplantes, incluso sobre sí mismo en caso de necesidad, o más bien uno de esos científicos locos que se creen pioneros o prodigios y no son más que monstruos y asesinos… Su sobrino Nicolas, joven demasiado curioso, lo irá descubriendo en compañía del lector a través de mil peripecias. Metamorfosis artificial y trasplantes son los temas claves de un relato cautivador en el que Renard plantea el clásico dilema entre ética humana y progreso científico a toda costa.

Ilustración: La Porte ouverte.

Además de esta novela, Maurice Renard escribió numerosos cuentos protagonizados por científicos locos: alquimistas (Le Miroir enchanté (El Espejo encantado, audiolibro en francés, 1935)), traficantes de vida humana (Un gentilhomme physicien, M. d’Outremort (Un gentilhombre físico, el Sr. de Outremort, audiolibro en francés, 1913), L’Homme truqué (El Hombre trucado, audiolibro en francés, 1921), Le Professeur Krantz (El Profesor Krantz, audiolibro en francés, 1932)), investigadores de lo invisible (L’Homme qui voulait être invisible (El Hombre que quería ser invisible, audiolibro en francés, 1923), Gardner et l’invisible (Gardner y lo invisible, audiolibro en francés, 1929), L’Œil fantastique (El Ojo fantástico, audiolibro en francés, 1938)).

Chéri-Bibi (Tomo 1, Tomo 2, Tomo 3, Tomo 4, 1913-1925), de Gaston Leroux (1868-1927). Popular autor de novelas policíacas con un toque fantástico, Gaston Leroux es sobre todo conocido por su serie de novelas protagonizadas por Joseph Rouletabille, joven reportero que se dedica a resolver enigmas gracias a su excepcional inteligencia deductiva. Chéri-Bibi es el título genérico de una serie de novelas publicadas por entregas en la prensa cotidiana en 1913, 1919 y 1925. En total más de trescientos episodios de las aventuras de Chéri-Bibi fueron publicados por el diario Le Matin (La Mañana). Chéri-Bibi es un convicto acusado de un crimen que no ha cometido y que, después de una cirugía estética, se cambia la cara por la del verdadero asesino. Le Canaque, el cirujano que realiza la operación, fue un antiguo profesor de cirugía condenado por asesinato y antropofagia, y es un genial precursor literario de la cirugía plástica.

Le Singe (El Mono, 1925), de Maurice Renard (1875-1939) y Albert-Jean (1892-1975). Escrita a cuatro manos por Maurice Renard, el autor de Le Doctor Lerne, y Albert-Jean, poeta, novelista y dramaturgo francés, Le Singe es una novela sobre la duplicación de identidad en la que aparece como protagonista secundario J.H. Rosny aîné, famoso escritor belga (1856-1940), uno de los fundadores de la ciencia-ficción moderna y autor de la no menos famosa Guerra del fuego y de la novela corta L’Énigme de Givreuse, clásico del género ambientado en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial (ver nuestros Tesoros Digitales dedicados a la Gran Guerra). Un joven científico siembra el desconcierto apareciendo al mismo tiempo en lugares distintos: ha descubierto un método para duplicarse a sí mismo…

Sobre Carl Spitzweg

Carl Spitzweg – El Cazador de mariposas, o El Botánico (1836-1837)

Carl Spitzweg – El Cazador de mariposas, o El Botánico (1836-1837)

Ilustración : Zeno.

Carl Spitzweg, retratado por Franf Hangstaengl

Carl Spitzweg, retratado por Franf Hangstaengl

Carl Spitzweg (1808-1885), el protagonista artístico de esta nueva entrega de Tesoros Digitales, fue un pintor alemán, uno de los máximos representantes del periodo Biedermeier, movimiento artístico y literario en pleno auge en el imperio austríaco a principios de la primera mitad del siglo XIX. Científico de formación – estudió farmacia, botánica y química en la universidad de Munich y llegó a instalarse como farmacéutico – Spitzweg demostró muy temprano tener talento como dibujante, pero fue hacia los años 1830 que, con sus estudios terminados, logró retomar el lápiz, como distracción durante una convalecencia prolongada. Además de paisajista y de dibujante humorístico de prensa, se ha convertido en el retratista de la pequeña burguesía con sus escenas de género detallistas y llenas de una tierna ironía. El Geólogo, El Alquimista, El Botánico, El Naturalista o El Filósofo son unos cuadros muy representativos de su particular estilo: un personaje solitario del que apenas distinguimos los rasgos, sumido en una absoluta concentración, ocupa el centro de un escenario, un laboratorio, un jardín o la naturaleza, repleto de detalles que nos adentran en la escena de un vistazo. Por las figuras evocadas, y por la formación científica del artista, estas obras nos parecieron especialmente adecuadas para ilustrar los diferentes perfiles de científicos locos presentados en este trabajo.

Ilustración : Wikimedia Commons.

Conclusión

Carl Spitzweg – El Geólogo (ca. 1860)

Carl Spitzweg – El Geólogo (ca. 1860)

Ilustración : Wikimedia Commons.

Los lectores asiduos de ciencia-ficción y de literatura fantástica habrán echado en falta en este trabajo unas cuantas obras imprescindibles del género. Les citamos para dentro de un siglo, cuando estas obras hayan entrado en el Dominio Público, y les presentaremos la continuación de este trabajo en la que evocaremos títulos y personajes como: Mickhaïl Ossipoff, el inventor ruso de Aventures extraordinaires d’un savant russe (Georges Le Faure, 1889); Profesor Gregg, el protagonista de The Novel of the black seal (Arthur Machen, 1895); Doctor Moreau (H.G. Wells, 1896); Griffin, el Hombre invisible (H.G. Wells, 1897); el creador del nuevo Frankenstein en The New Frankenstein (Ernest Edward Kellet, 1899); el doctor Raymond, cirujano de The Great God Pan (Arthur Machen, 1901); Silvestre Paradox, el inventor imaginado por Pío Baroja (1901); el profesor Wolmar de L’Homme qui peut tout ou Le Miracle du professeur Wolmar (Guy de Teramond , 1910); el villano orientral Fu Manchu (Sax Rohmer, 1912); Doctor Mabuse, que inspirará las famosas películas de Fritz Lang (Norbert Jacque, 1921); el detective ocultista Jules de Grandin (Seabury Quinn, 1925-1951); Ras Thavas, el científico marciano y loco de The Master Mind of Mars (Edgar Rice Burroughs, 1927); los protagonistas de Brave New World (Aldous Huxley, 1931); el personaje de cómic Professeur Nimbus (André Daix, 1934-199?); el inventor de La Machine à lire les pensées (André Maurois, 1937); el doctor Morel, inventor creado por Bioy Casares (1940); el Profesor Tornasol, que acompaña a Tintín en numerosas aventuras (Hergé, 1944); Doctor No (Ian Flemming, 1958); Corcoran, Decantor, Zazul, Diagoras, Vliperdius, Dońda, Professor Farragus… todos científicos, unos más locos que otros del mundo fantástico de Stanislaw Lem (1921-2006); Los Físicos de Friedrich Dürrenmatt (1962)… ¡y muchos otros!

¡Les deseamos un feliz verano en compañía de un buen e-reader repleto de todas las obras que les acabamos de presentar!

Referencias

Carl Spitzweg – El Amante de los cactus (1875-1880)

Carl Spitzweg – El Amante de los cactus (1875-1880)

Ilustración : Wikimedia Commons.

Las obras e ilustraciones presentadas en este trabajo proceden de los fondos digitales de : Europeana, Gallica, Wikisource, Wikipedia, Internet Archive, New York Public Library Digital Gallery, Zeno, Wikimedia Commons, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Project Gutenberg, Projekt Gutenberg DE, Project Gutenberg AU, Project Gutenberg CA, Littérature audio.com, Google books, Librivox, Ebooksgratuits, El Espejo gótico, Chroniques de Pierre Aulas, Book-Graphics.fr, Signor Formica, Les Amis d’Alfred Jarry, Bibliothèque Municipale de Lisieux, Classic Litterature, Aaxon, Academia Nacional de Ciencias de Argentina, Diogenes Club, Sherlock-Holmes.es, The Complete Sherlock Holmes, SF-Encyclopedia, Merveilleux Scientifique, Finite Site, Roman d’aventures, University of Wisconsin Digital Collections, Les Bibliothèques Virtuelles Humanistes (Université de Tours), Sam Houston State University, Ciudad Seva, Forgotten Futures, The Autodidact Project, BIU Santé, University of Edinburgh, Gaslight, University of South Carolina, Circus Museum, Letras-Poesía-Psicoanálisis, Le Blog de Marcel Schwob, Junta de Andalucía, Dracula, between hero and vampire, Red Digital de Colecciones de Museos de España, Freeread, Lib.ru, Loveread, ilf-petrov.ru, Sinfonica caótica. Agradecemos a todas estas instituciones su compromiso con la difusión de nuestro patrimonio cultural.

Ilustración (El Artista del proyecto, Paseo en globo): Zeno.

Ilustración (Arte y ciencia): Wikimedia Commons.

Precursores de la ciencia-ficción : de Luciano de Samosata a Edgar Rice Burroughs

Dossier elaborado por Christine Sétrin, con la colaboración de Ángel Pozo.

Un atasco en el siglo XX, Albert Robida, 1892

El término science fiction apareció por primera vez en 1853, en un ensayo llamado A Little Earnest Book Upon A Great Old Subject, de William Wilson. Más tarde, en 1927, vuelve a aparecer la expresión en la sección de correo de la revista Amazing Stories, en la frase siguiente : « Remember that Jules Verne was a sort of Shakespeare in science fiction. ». Pero será realmente a partir de 1929 que se va a imponer el término (y el género), en Estados Unido, gracias a la revista Science Wonder Stories.
Sin embargo, podría decirse que el género existía, sin que se supiera, desde hacía muchos años, en concreto, casi 2000 años, desde la Historia verdadera de Luciano de Samosata… Existe cierta controversia entre los especialistas, pues unos consideran la obra de Luciano de Samosata ; otros, Frankenstein de Mary Shelley, como la primera obra de ciencia ficción de la historia. En todo caso, nadie puede negar que haya existido, mucho antes de la obra de Shelley, ciertas obras con características propias del género que nos interesa.

Ilustración : Albert Robida, maître de l’anticipation.

Según Wikipedia, la ciencia ficción es : « un género especulativo que relata acontecimientos posibles desarrollados en un marco espacio-temporal puramente imaginario, cuya verosimilitud se fundamenta narrativamente en los campos de las ciencias físicas, naturales y sociales. La acción puede girar en torno a un abanico grande de posibilidades (viajes interestelares, conquista del espacio, consecuencias de una hecatombe terrestre o cósmica, evolución humana sobrevenidas por mutaciones, evolución de los robots, realidad virtual, existencia de civilizaciones alienígenas, etc.). Esta acción puede tener lugar en un tiempo pasado, presente o futuro, o, incluso, en tiempos alternativos ajenos a la realidad conocida, y tener por escenario espacios físicos (reales o imaginarios, terrestres o extraterrestres) o el espacio interno de la mente. Los personajes son igualmente diversos: a partir del patrón natural humano, recorre y explota modelos antropomórficos hasta desembocar en lo artificial de la creación humana (robot, androide, ciborg) o en criaturas no antropomórficas. »

Protoficción, ciencia ficción primitiva son términos que se utilizan para calificar las obras de este género anteriores al auge que conoció en los años 1930-1940. Nos proponemos en esta nueva entrega de Tesoros digitales, descubrir relatos de viajes a otros planetas y obras de anticipación creadas por : Precursores de la ciencia-ficción : de Luciano de Samosata a Edgar Rice Burrroughs.

Viajes interestelares

Salida de la Ópera en el año 2000, Albert Robida, 1882

Ilustración : Wikimedia Commons.

Ilustración de Gustave Doré para « Orlando Furioso »

La poesía y la literatura universal son muy ricas en odas y referencias a la Luna. Sin embargo, pocos son los autores que se han atrevido a narrar viajes a la Luna. Algunos lo han hecho en términos poéticos y espirituales y no podemos clasificar estas obras como precursores de la ciencia-ficción : Dante Alighieri, en La Divina Comedia (1321), narra como el poeta es elevado hacia la Luna gracias a una nube y encuentra allí las almas que no habían podido cumplir su voto en vida. Tienen la apariencia de imágenes reflejadas en un cristal o en agua clara.
Retomando un poco la idea de La Divina Comedia, es a la Luna que Astolfo, el protagonista de Orlando Furioso (1517, audiolibro en inglés), de Ariosto, viaja cabalgando en un hipogrifo para descubrir que es el lugar en el que van a parar todo lo que se pierde en la Tierra : desde los suspiros de los amantes hasta los proyectos inútiles…

Ilustración : Wikimedia Commons.

Desde la Antigüedad, varios autores han imaginado viajes a la Luna (curiosamente, no se registran viajes a otros lugares del espacio). Pero habrá que esperar el siglo XIX para leer relatos de aventura en los que prima la fantasía. En los siglos anteriores, existe en los textos una componente filosófica o política : imaginar un mundo mejor y más justo o defender teorías astronómicas demasiado revolucionarias para ciertas creencias geocentristas, tales eran los motivos de los autores de estos textos.

Histoire véritable, de Luciano de Samosata, edición de 1787

Historia verdadera (en griego antiguo, Ἀληθῆ διηγήματα, en latín Verae Historiae, audiolibro en inglés), de Luciano de Samosata (125-192), es un relato de viaje imaginario. Parodia de numerosos autores antiguos, sucesión de peripecias humorísticas, la obra cuenta el viaje de Luciano más allá de los límites del mundo conocido, hasta el espacio. Por el episodio de excursión al espacio, Historia verdadera se considera como el primer relato de ciencia-ficción de la literatura occidental. Sin embargo, en ningún momento, Luciano presenta sus viajes al espacio como realizables técnicamente, gracias a la ciencia. Se trata de una pura fantasía, presentada como inverosímil por el propio autor. No puede decirse que se trate de una obra de anticipación porque Luciano tampoco pretende imaginar el futuro. Pero, a la luz de las características modernas del género que destacan en Historia verdadera, podemos considerarla como una obra precursora de la ciencia-ficción.

Ilustración : Wikimedia Commons.

« Estábamos decididos a penetrar más adentro cuando nos encontraron y capturaron unos seres que toman el nombre de Hipogipos. Estos Hipogipos son hombres cabalgando grandes buitres, que utilizan como si fueran caballos ; estos buitres son enormes y casi todos tienen tres cabezas : para dar una idea de su tamaño, diría que cada una de sus plumas es más larga y gruesa que el mástil de un gran navío de transportes. Nuestros Hipogipos habían recibido la orden de rodear su isla y, si encontraban a algún extranjero, de traérselo a su rey. Éste nos considera y, adivinando quiénes éramos por nuestra ropa : « Forasteros, nos dijo, ¿ son ustedes griegos ? » Contestamos afirmativamente. « Entonces, ¿ cómo han podido llegar hasta aquí, atravesando un espacio de aire tan extenso ? » Le contamos nuestra aventura y él, a su vez, nos narra la suya. Era hombre y se llamaba Endimión. Un día, durante su sueño, había sido raptado de nuestra tierra y, a su llegada, le habían nombrado rey de aquel país. En realidad, este país no era otra cosa que lo que, desde abajo, solemos llamar la Luna. Nos dio ánimo, nos dijo que no corríamos ningún peligro, y que nos darían todo lo que necesitáramos. » (Traducción de la versión francesa de Wikisource.)

Arabian Nights (Mil y una noches), 1901

En la época medieval, varios cuentos orientales contienen elementos propios de la ciencia-ficción. Se trata de los cuentos de las Mil y unas noches. El más conocido de todos, Las Aventuras de Bulukiya, narra en 47 noches las aventuras de un personaje que, en busca de la hierba de la inmortalidad, recorre la tierra, los mares y finalmente viaja a un cosmos constituido de diferentes mundos y sus habitantes.

« « ¿ Dios creó otros mundos, dentro de la montaña Caf ? », preguntó Bulukiya. « Sí » contestó el ángel, « ha hecho un mundo todo blanco como la plata, cuya extensión sólo sabe Él. […] Tienes que saber que Dios ha creado los mundos en siete niveles, uno encima del otro y creó un ángel cuyo tamaño y forma sólo conoce Él, y que lleva los siete niveles encima de sus hombros. Abajo de este ángel, Dios el Más Grande creó una roca y debajo de esta roca, un toro, y debajo del toro, un gran pez, y debajo del pez, un enorme océano. » »

Ilustración : Archive.org.

Orbivm Planetarvm dimensiones, Johannes Kepler

Carl Sagan e Isaac Asimov, coinciden en que Somnium (1623), de Johannes Kepler es el primer relato de ciencia ficción como tal. El famoso astrónomo alemán nacido en 1571 y muerto en 1630 fue el que descubrió que los planetas describen elipses alrededor del Sol, en vez de círculos como se creía hasta entonces. Somnium, seu opus posthumum de astronomia lunari, que se publicó de manera póstuma en 1634 relata la percepción del mundo desde el punto de vista de un observador sentado en la Luna. A la vez alegoría, autobiografía y tratado, Somnium describe cómo el protagonista llega a la Luna conducido por diablos y es pretexto para argumentar a favor del movimiento de la Tierra y de esta manera, difundir la doctrina de Copérnico.

Ilustración : New York Public Library.

The Strange Voyage and adventures of Domingo Gonzales, 1768

Domingo Gonsales, el protagonista de The Man in the Moon : or A Discourse of a Voyage Thither by Domingo Gonsales, the Speedy Messenger (El Hombre en la Luna : o Un Discurso sobre un viaje allá de Doomingo Gonzales, el mensajero rápido, 1638), de Francis Godwin (1562-1633), mediante un artefacto que ha inventado, logra viajar a la Luna, en la que permanece dos años y descubre un mundo utópico sin leyes, delitos, enfermedades… Observador científico, Gonsales comprueba la validez de las teorías de Kepler y Galileo : la Tierra gira, está rodeada de una atmósfera de la que los hombres se pueden liberar. Con esta invitación al viaje, Godwin invita al lector a la independencia espiritual…

Ilustración : Archive.org.

The Discovery of a World in the Moone, 1638

El mismo año, en 1638, el eclesiástico y científico inglés John Wilkins (más conocido por ser el autor de Mercury, or The Secret and Swift Messenger (Mercurio, o el Secreto del mensajero rápido), un tratado sobre criptografía que tendría mucha importancia en la primera revolución inglesa) publicó The Discovery of a World in the Moone (El Descubrimiento de un mundo en la Luna). En esta novela, por primera vez, se diseña una máquina para llegar a la luna. Inspirado en Somnium de Kepler y los trabajos de Galileo, contribuyó en la popularización de la astronomía en Inglaterra.

« Otros científicos, tanto ingleses como franceses, afirman que nuestra Tierra es uno de los planetas y el Sol es el centro de todos, encima del cual los cuerpos celestiales se mueven, lo que debe parecer horrible a primera vista. Pues, eso es muy probablemente cierto ya que no existe ninguna observación de óptica… que invalida esta teoría. »

Ilustración : Wikimedia Commons.

Veinte años más tarde, en 1657, se publica Histoire comique des Estats et empires de la Lune (Historia cómica de los Estados e imperios de la luna, audiolibro en francés) seguido de, en 1662, Histoire comique des Estats et impires du Soleil (Historia cómica de los Estados e imperios del Sol), obra póstuma del poeta, dramaturgo y pensador francés Hercule-Savinien Cyrano de Bergerac (1616-1655, inmortalizado en el siglo XIX por Edmond Rostand, en su obra teatral homónima). Cyrano escribe en primera persona el viaje que realiza a la Luna y al Sol y sus observaciones sobre las civilizaciones que descubre. Este viaje imaginario, realizado gracias a una máquina impulsada por cohetes de agua, es un pretexto con el que expresar su filosofía materialista y hacer una crítica de la sociedad y las ideas y creencias de la época.

L’Autre Monde…, 1910

Una anécdota que relata en Historia cómica de los Estados e imperios de la luna : descubre en la una civilización de hombres gigantes que andan a cuatro patas. Estos hombres le confunden con un animal y le encierran en un zoológico con Domingo González, el protagonista de la obra de Francis Godwin.

« Media hora más tarde, vi entrar, rodeado de una tropa de monos que llevaban gola y calzones, un hombre pequeño hecho casi como yo, ya que caminaba sobre sus dos pies. […] Me contó que era Europeo, nativo de la Vieja Castilla, que había encontrado el modo, gracias a unos pájaros, de hacerse llevar al mundo de la luna donde nos encontrábamos en ese momento, que habiendo sido capturado por la Reina, que lo había confundido con un mono, porque visten, por casualidad, en ese país, los monos a la española, y que, habiéndolo encontrado a su llegada vestido de esta manera, no había dudado en que perteneciera a esta especie. »

Ilustración : Archive.org.

El fraile mexicano Manuel Antonio de Rivas publicó en 1775 su cuento Sizigias y cuadraturas lunares ajustadas al meridiano de Mérida de Yucatán por un anctítona o habitador de la luna, y dirigidas al bachiller don Ambrosio de Echeverría, entonador de kyries funerales en la parroquia del Jesús de dicha ciudad, y al presente profesor de logarítmica en el pueblo de María de la península de Yucatán. Este cuento, que describe las aventuras de un inventor que crea una nave para viajar a la luna, donde encontrará una sociedad utópica, y que contrasta sensiblemente con la sociedad colonial mexicana, no se recordaría hoy si no hubiera sido causa de largo proceso inquisitorial de casi diez años que se imputó a su autor.

El Barón de Münchhausen, ilustración de August von Wille, 1872

Otro viajero a la Luna es el famosísimo Barón de Münchhausen. El verdadero Karl Friedrich Hieronymus, barón de Münchhausen (1720-1797), fue un oficial alemán, mercenario del ejército ruso. A su regreso, relata sus hazañas y aventuras, fabulando bastante como para contar que viajó a la Luna cabalgando el proyectil de un cañón. El escritor Rudolf Erich Raspe recogió estas aventuras de la boca de Münchhausen y las publicó en 1785 bajo el título : Baron Münchhausen’s Narrative of his Marvellous Travels and Campaigns in Russia (La Narración por el Barón Münchhausen de sus maravillosos viajes y campañas en Rusia). El año siguiente el profesor alemán de la Universidad de Gottingen Gottfried August Bürger (1747-1794) publica una traducción en alemán (audiolibro en francés) en la que remodela las historias y ofrece una visión más poética y satírica que la de Raspe.

Ilustración : Wikimedia Commons.

« A lo lejos, descubrimos una tierra extensa en el cielo, como una isla brillante, redonda y resplandeciente, a la que, llegados a un puerto, pudimos desembarcar y, pronto, descubrir que estaba habitada. Vimos figuras gigantes cabalgando buitres de un tamaño prodigioso, y cada uno de ellos tenía tres cabezas. Para que se hagan una idea del tamaño de estas aves, les tengo que indicar que cada una de sus alas era tan ancha y seis veces más largas que el gran mástil de nuestro barco, de seis mil toneladas de carga. Entonces, en vez de cabalgar caballos, como lo hacemos en este mundo, los habitantes de la Luna (porque sabemos ahora que estábamos en la Señora Luna), vuelan encima de estas aves. El Rey que conocimos estaba comprometido en una guerra contra el Sol y me ofreció una comisión pero decliné el honor que su Majestad que quería hacer. » (Cap. XI)

En el siglo XIX, con el desarrollo de la alfabetización y el florecimiento de las revistas populares, se ve literalmente despegar el entusiasmo de los escritores y de los lectores por los viajes interestelares de aventura y fantasía. La Luna, como no, sigue siendo un destino privilegiado…

llustración de Yan Dargent para « Aventura sensacional de un tal Hans Pfaal », 1864

Por ejemplo, en 1835, Edgar Allan Poe narra en forma de diario en The Unparalleled Adventure of One Hans Pfaall (Aventura sensacional de un tal Hans Pfaal, audiolibro en francés), cómo su protagonista, para escapar a sus acreedores, planea un viaje a la luna a bordo de un globo. Poe publicó por primera vez este relato en la revista Southern Literary Messenger, y su intención era de crear un bulo, al que pensaba escribir una continuación. Pero su proyecto no tuvo el éxito deseado, al ser eclipsado por otro bulo, llamado The Great Moon Hoax (El Gran Bulo de la Luna), publicado el mismo año en el periódico estadounidense The New York Sun, en el que una serie de seis artículos atribuían al astrónomo John Herschel el descubrimiento de vida extraterrestre en la Luna…

Ilustración : Wikipedia.

« Lo primero que necesitaba considerar era la distancia material de la luna á la tierra. La distancia media ó aproximada entre los centros del planeta y su satélite, es de cincuenta y nueve veces mas una fracción, el radio terrestre en el ecuador, ó lo que es lo mismo, unas 237.000 millas. Aunque he dicho distancia media ó aproximada, se comprenderá fácilmente, que siendo la órbita lunar una elipse cuya escentricidad no baja de 0.05484 de su semi-eje mayor, y hallándose la tierra en uno de los focos de esta elipse; logrando yo de un modo cualquiera encontrar á la luna en el perigeo, se disminuía reparablemente la distancia evaluada antes, y por tanto mi viaje. Mas dejando aparte tal hipótesis, era lo cierto, que de las 237.000 millas, debía restar los radios de la tierra y de la luna, de 4.000 el primero y de 1.080 el segundo, por manera que quedaba reducida á 231.920 millas la estension aproximada de mi camino, cuyo espacio no era á mi parecer tan estraordinariamente considerable. Viajamos sobre la tierra con una velocidad de sesenta millas por hora, y es de suponer sea con el tiempo mayor aun la que se logre alcanzar; pero contentándome con la primera, deberían bastarme 161 dias para llegar á la superficie lunar. Gran número de circunstancias me inducian ademas á creer que la rapidez con que se verificaria mi viage, seria mucho mayor que la de 60 millas por hora; mas como estas consideraciones me produjeron una impresion profundísima, necesito esplicarlas estensamente y esto lo haré mas adelante. »

De la Tierra a la Luna, ilustración de Henri de Montaut, 1868

Sin duda, quién se lleva la palma del género de anticipación es Jules Verne, con sus dos novelas De la Terre à La Lune (De la Tierra a la Luna, audiolibro en francés) (1865) y Autour de la Lune (Alrededor de la Luna, audiolibro en francés) (1870). Referencia absoluta, inspiradora de numerosas obras tanto literarias (el británico H. G. Wells, en su The First Men in the Moon (Los Primeros Hombres en la luna) (1901)) como cinematográficas (la novela fue adaptada por primera vez en 1902 por Georges Méliès), De la Tierra a la Luna es una aventura palpitante y extraordinaria. Narra los preparativos y el viaje de un ingeniero norteamericano, Barbicane, y de un aventurero francés, Ardan, dentro de una bala de cañón gigante, lanzada hasta la luna desde Florida, y que por culpa de unos cálculos erróneos no termina de alcanzar la luna… La segunda parte, Alrededor de la Luna, cuenta el feliz regreso de los dos héroes después de numerosas aventuras.
Si Verne, como en muchas otras obras, se propone un papel de divulgación científica para sus jóvenes lectores (en este caso, les da lecciones de astronomía y artillería), también demuestra que está al tanto de la bibliografía sobre el tema de los viajes a la Luna ya que hace referencia a Luciano de Samosata, Godwin, Cyrano de Bergerac e incluso cita La Aventura sensacional de un tal Hans Pfaall, de Poe

Ilustración : Wikimedia Commons.

En particular, las preguntas planteadas a la hora del viaje reflejan un verdadero razonamiento científico (cap. IV) :

From Earth to Moon, 1900

« Las preguntas que se le dirigen son:
1ª ¿ Es posible enviar un proyectil a la Luna ?
2ª ¿ Cuál es la distancia exacta que separa a la Tierra de su satélite ?
3ª ¿ Cuál será la duración del viaje del proyectil, dándole una velocidad inicial suficiente y, por consiguiente, en qué momento preciso deberá dispararse para que encuentre a la Luna en un punto determinado ?
4ª ¿ En qué momento preciso se presentará la Luna en la posición más favorable para que el proyectil la alcance ?
5ª ¿ A qué punto del cielo se deberá apuntar el cañón destinado a lanzar el proyectil ?
6ª ¿ Qué sitio ocupará la Luna en el cielo en el momento de disparar el proyectil ? »

Pero, sobretodo, resulta turbador pensar hasta qué punto el planteamiento de las novelas puede haber sido visionario. Aunque la realización práctica propuesta por Verne no sea factible en realidad, hay diversos aspectos en los que el autor ha intuido el futuro, en particular, para el desarrollo de la misión Apollo 8 : la elección del lugar de despegue (Florida), la realización del proyecto por los Estados Unidos, el regreso del artilugio en el océano después de efectuar una órbita lunar…

Ilustración : Archive.org.

♥♥♥ Descubrir : la película de 1902, dirigida por Georges Méliès se puede visualizar desde Archive.org

Le Voyage à la lune, George Méliès, 1902


Más lecturas…
Achille Eyraud, Voyage à Venus (Viaje a Venus, 1865) (aparición del primer cohete interplanetario).

Utopías y contra-utopías

Hemos visto en el apartado anterior que numerosos autores aprovecharon el relato de un viaje a la Luna para describir sociedades utópicas y, de paso, criticar el funcionamiento de las que vivían. Resulta difícil establecer un límite a la hora de clasificar las obras utópicas y contra-utópicas y de decidir si se pueden incluir a la ciencia-ficción. Sin embargo, es conveniente recordar aquí algunas de estas obras que inspiraron directamente clásicos ineludibles de la ciencia-ficción del siglo XX : Brave New World (Un mundo feliz, 1932), de Aldous Huxley, la novela 1984 (1949) de George Orwell.

Utopía, 1518

El precursor de las descripciones de sociedades utópicas es evidentemente Thomas More, con su Utopía. Varios autores lo citan como precursor del género de la ciencia ficción.
La obra de Thomas More (1478-1535) Utopía (audiolibro en inglés), publicada en 1516, es esencialmente una crítica de la sociedad inglesa del siglo XVI. Bajo la forma de una obra de ficción, More recomienda la realización de una sociedad de estas características y pretende aportar respuestas a las injusticias del mundo real. Este género literario creado por More se apoya en una paradoja : por un lado el autor creó una obra de ficción sin ningún vínculo con la realidad, en la que todo es imaginario (el nombre de la isla, del río…). Por otro lado, More se niega en todo momento a recurrir a lo maravilloso o a la fantasía. El éxito de Utopía se deberá a la coherencia del proyecto…

Ilustración : Wikimedia Commons.

« La Isla de los Utopienses , en el medio se extiende á doscientos mil pasos, y por larguísimo espacio no se estrecha considerablemente ; mas al fin de entrambos cabos se va angostando ; y estas puntas en circunferencia de cincuenta mil pasos dexan la Isla en forma de luna nueva. […] Hay opinión (y la apariencia dél lugar lo muestra) que aquella tierra en lo antiguo estaba rodeada del mar : mas Utopo , de quien tomó nombre la Isla por haberla conquistado ( porque primero se llamaba Abraxa), reduxo aquella muchedumbre rústica y grosera á esta manera de vivir humana, y civil , qual sigue todo el linage de los hombres. »

Margaret Cavendish - The Description of a New World, Called The Blazing-World (1668)

Margaret Cavendish – The Description of a New World, Called The Blazing-World (1668)

Publicada en 1666, The Description of a New World, Called The Blazing-World (La Descripción de un Nuevo Mundo, Llamado El Mundo-Abrasador, audiolibro en inglés), comúnmente conocida como The Blazing World, es sin duda la novela de ciencia-ficción más antigua escrita por una mujer. Su autora, Margaret Cavendish, duquesa de Newcastle (1623-1673) fue una autora prolífica además de una de las figuras intelectuales y científicas más influyentes de su tiempo. En The Blazing World, a la vez romance y novela de aventuras con tintes autobiográficos, Cavendish imagina un reino utópico y satírico, situado en otro mundo al que se accede desde el Polo Norte, y poblado de animales parlantes, hombres peces y hombres pájaro. Una joven humana se convierte en la emperatriz de aquel mundo extraordinario y emprende la conquista de su tierra natal…

Ilustración: Project Gutenberg.

Peter Lely - Retrato de Margaret Cavendish, duquesa de Newcastle (1665)

Peter Lely – Retrato de Margaret Cavendish, duquesa de Newcastle (1665)

Ilustración: Wikimedia Commons.

Richard Jefferies - After London (1905)

Richard Jefferies – After London (1905)

Un curioso movimiento nace en el Reino Unido en el siglo XIX. Las consecuencias de la revolución industrial empiezan a hacerse notar y la contaminación del aire y del agua suscitan acalorados debates. Por otro lado surge la toma de conciencia de lo peligroso que podía resultar la utilización de máquinas cada vez más potentes. Da aquí a imaginar que se podrían producir catástrofes o cataclismos por culpa de las técnicas industriales, hay un paso. Paso que no dudarán en saltar varios escritores que compusieron las primeras novelas utópico-pastorales. La trama de estas novelas es muy similar y ha sido abundantemente explotada en la literatura y el cine de ciencia-ficción del siglo XX : después de una catástrofe industrial, la civilización es destruida y los hombres se ven obligados a un regreso a la naturaleza, fuera del gigantismo tecnológico. Estas obras se diferencian de los relatos de J.-H. Rosny aîné, por ejemplo (ver más adelante), ambientados en un futuro lejano, y en los que la anticipación y la fantasía cobran mucho protagonismo. En el caso de estas obras « pastorales » británicas, el cataclismo en sí no tiene mucha importancia (de hecho, en general, apenas se describe). Lo que interesa es contar la organización de nuevas sociedades utópicas en este contexto de retorno forzoso a una vida más cercana a la naturaleza. Los dos principales representantes de esta corriente son Richard Jefferies (1848-1887), con su novela After London (Después de Londres, audiolibro en inglés 1885) y William Henry Hudson (1841-1922), con A crystal age (Una edad de cristal, audiolibro en inglés, 1887).

Ilustración : Archive.org.

William Henry Hudson – A crystal age (1922)

Richard Jefferies fue un autor entregado a la descripción de la vida rural inglesa y de la naturaleza. El cataclismo ya ha sucedido cuando empieza After London, y no se explicita. Ha caído la civilización y la naturaleza se está apoderando de todo : los bosques invaden los campos que se han dejado de cultivar, los animales domésticos se han vuelto salvajes, y Londres se está convirtiendo en un pantano tóxico…

Nacido en Buenos Aires de padres británicos, William Henry Hudson fue un naturalista y ornitólogo británico. Es autor de varios libros de ornitología y sobre la vida en el campo en Gran Bretaña, obras que contribuyeron a popularizar el movimiento del regreso a la naturaleza en los años 1920-1930. El narrador de A crystal age, un naturalista, despierta, después de permanecer inconsciente durante un tiempo indefinido, sin recuerdos, presa de las raíces de las plantas que han crecido a su alrededor. Después de liberarse, descubre una extraña civilización, que ha sobrevivido a un terrible cataclismo climático, y se ha reorganizado partiendo de cero, rechazando todo tipo de máquinas (a la excepción de un sistema de globos de cobre destinados a producir música ambiental), y está basada en el trabajo de la tierra y el matriarcado…

Ilustración : Archive.org.

Anna Bowman Dodd - The Republic of the future

Anna Bowman Dodd – The Republic of the future

Anna Bowman Dodd (1855-1929) fue una escritora estadounidense. Muy conservadora, reivindicaba los valores tradicionales y las diferencias sociales entre los sexos. Su novela The Republic of the future (La República del futuro, audiolibro en inglés, 1887) se ambienta en Nueva York, en el año 2050. Una revolución socialista ocurrida hacia el año 1900 ha acabado con el modo de vida capitalista y desde entonces la ciudad conoce una era socialista, igualitaria en la que reina la uniformidad. Los ciudadanos sólo trabajan dos horas al día, aliviados de los trabajos duros por las máquinas, y… se aburren el resto del tiempo. Ni siquiera tienen el consuelo de la vida amorosa y sexual ya que, al vestir todos de la misma manera, se ha aniquilado el deseo erótico… El lector conoce esta sociedad a través de las cartas que un visitante sueco (Suecia todavía es un país capitalista) escribe a un amigo…

Ilustración : Archive.org.

The Iron Heel, 1908

En The Iron heel (El Talón de hierro, audiolibro en inglés), de Jack London, publicada en 1908, un observador del siglo XXIV analiza los acontecimientos de una revolución socialista empezada en los años 1914 y 1918 contra la tiranía fascista que desde entonces gobierna Estados Unidos. Distopía visionaria, El Talón de hierro viene inspirada por las inclinaciones de London hacia el socialismo y le sirve de pretexto para criticar las duras condiciones obreras existentes en su época. El Talón de Hierro es el apodo que le da el revolucionario protagonista de la novela a un gobierno instaurado a principios del siglo XX por la oligarquía industrial. En efecto, a finales del siglo XIX, las grandes corporaciones industriales han creado monopolios en industrias estratégicas (metalurgia, transportes, comunicaciones,…), hasta convertirse en una especie de casta social superior e impenetrable, protegida por su control del Gobierno, la policía, el ejército y los tribunales de justicia.
Profetizando la situación económica mundial a finales del siglo XX y principios del XXI, London considera la creación del Talón de Hierro como el último eslabón inevitable en la historia capitalista, debido a la concentración de poder económico derivada de la creación de monopolios y trusts. Desgraciadamente (¿ o afortunadamente ?), London no da muchas pistas sobre el derrumbe del Talón de hierro, pero deja claro que llevaba a una situación de caldera social imposible de controlar…

Ilustración : Archive.org.

Jack London

« Los maestros están perfectamente seguros de tener razón actuando como lo hacen. Esa es la absurdidad que corona todo el edificio. Están vinculados a su naturaleza humana de tal manera que no pueden emprender una cosa si no la creen buena. Necesitan una sanción para sus actos. Cuando quieren emprender cualquier cosa, en negocios claro, deben esperar a que nazca en su cerebro una suerte de concepto religioso, moral o filosófico de lo necesaria que es esta cosa. Entonces se lanzan y la realizan, sin darse cuenta de que el deseo es padre del pensamiento. Para cualquier proyecto, siempre acaban encontrando una sanción. Son casuistas superficiales, jesuitas. Incluso se consideran justificados para hacer el mal si el resultado final ha de ser el bien. Uno de los más graciosos de sus axiomas ficticios es que se autoproclaman superiores al resto de la humanidad en sabiduría y eficiencia. Con esta sanción, se apropian el derecho de repartir el pan y la mantequilla a toda la especie humana. Hasta han resucitado la teoría del derecho divino de los reyes, de los reyes del comercio, en el año 35.
El punto débil de su postura consiste en que no son más que hombres de negocios. No son filósofos : no son biólogos ni sociólogos. Si lo fueran, todo iría mejor, naturalmente. Un hombre de negocios que tuviera a la vez conocimientos de estas dos ciencias sabría aproximadamente lo que necesita la humanidad. Pero, fuera del asunto comercial, estos hombres son estúpidos. No conocen nada más que los negocios. No entienden ni la especie humana, no el mundo, y sin embargo se colocan como árbitros del destino de millones de hambrientos y de todas las multitudes. La historia, un día, se regalará a sus expensas de una risa homérica… »

Ilustración : New York Public Library.

Nosotros

El profesor, ingeniero y escritor ruso Yevgueni Zamyatin (1884-1937) fue encarcelado primero por el régimen zarista, en 1906, y después por los bolcheviques, en 1922. De su experiencia carcelaria y de sus vivencias en Newcastle como ingeniero naval en los astilleros del Río Tyne durante la Primera Guerra Mundial, nació en 1921 la novela Nosotros (texto en francés). Descripción de una sociedad futura donde la opresión y represión por parte de la clase dirigente sobre las demás es total, no fue publicada en ruso hasta 1988 : el Estado Único es un estado totalitario que pretende regir todas las actividades humanas y hacer la felicidad de los hombres al detrimento de sus libertades individuales. Es una de las primeras obras del subgénero de las contra-utopías e inspiró, entre otras obras, Un mundo feliz (1932), de Aldous Huxley, la novela 1984 (1949) de George Orwell.

Ilustración : Mirknig.

« Abajo, la avenida estaba llena : con este tiempo, la Hora Personal que sigue el almuerzo, se convierte en general en la Hora del Paseo Complementario. Como de costumbre, la Fábrica Musical tocaba por todos sus altavoces el Himno del Estado Único. Los números, centenares, millares de números, en uniformes azulados, todos teniendo en el pecho una placa de oro con el número nacional de cada uno y de cada una, caminaban en rangos mesurados, cuatro por cuatro, marcando triunfalmente el paso. Tenía, a la izquierda, O-90 (si uno de mis antepasados peludos de hace mil años escribiera esto, la llamaría probablemente de esta palabra ridícula : mía), a mi derecha, dos números desconocidos, femenino y masculino. […] De repente, de la misma manera que por la mañana en el muelle, entendí de nuevo, como por primera vez en mi vida, lo entendí todo : las calles impecablemente rectas, el cristal de la calzada regado de rayos, los divinos paralelepípedos de las viviendas trasparentes, la armonía cuadrada de los rangos de números grises y azules. Tuve la sensación de que no era generaciones enteras, sino yo, yo mismo, quién había vencido el viejo Dios y la vieja vida, y de que yo había construido todo esto ; me sentía como una torre, y temía mover el codo, por miedo de que las paredes, las cúpulas, las máquinas se derrumbasen… »

José Moselli – La Fin d'Illa, ilustración de André Galland

José Moselli – La Fin d’Illa, ilustración de André Galland

Apodado «El escritor sin libros», José Moselli (1882-1941) fue un prolífico autor de relatos y novelas policíacas, pero sus obras fueron publicadas en diversas revistas de la época, y no se editaron en forma de libro hasta muchos años después de su muerte. Firmó, bajo diversos pseudónimos, numerosas historias destinadas a jóvenes y menos jóvenes: relatos de aventuras, de detectives o de ciencia-ficción, obras que quizás no bastarían para destacar a Moselli de la multitud de autores que se especializaron en estos géneros en el periodo comprendido entre las dos guerras. En efecto, a pesar de alguna idea original, los relatos de Moselli pecan por una falta de atrevimiento imaginativo, una voluntad de no sobrepasar los límites de lo conocido, de no «anticipar». No obstante, la lectura de La Fin d’Illa (El Fin de Illa, audiolibro en francés), novela publicada por entregas en 1925 en la revista Science et voyages (Ciencia y viajes), lleva a lamentar que su autor no haya dado libre curso a su imaginación más a menudo. Esta novela describe una extraordinaria civilización desaparecida. Dos ciudades se enfrentan: Nour, inmensa, e Illa, pequeña, pero rica por sus conocimientos científicos y poseedora de una arma fabulosa, la «piedra-cero», núcleos atómicos que en ciertas condiciones liberan la energía que contienen. Los habitantes de Illa, gracias a unas máquinas de sangre y un sistema de alimentación por osmosis, tienen una esperanza de vida de más de ciento cincuenta años. Pero el anciano dictador de Illa, Rair, descubre que para aumentar esta esperanza de vida, hay que cambiar la sangre animal que circula por las máquinas por sangre humana. Para conseguir esta sangre, emprende una guerra sorpresa contra Nour, con el fin de capturar prisioneros entre los vecinos… Si algunos artilugios imaginados por José Moselli nos recuerdan algunos clásicos de la ciencia-ficción moderna, como, por ejemplo, los «obuses-volantes», esos discos que permiten desplazarse a gran velocidad y no son más que platillos volantes; la «piedra-cero», que prefigura la bomba atómica, hay otros aspectos en La Fin d’Illa que no dejan de estremecer, empezando por las figuras de Rair, el dictador de Illa, ávido de poder y de aniquilar a sus opositores, y de Limh, el jefe de su policía secreta, propensa a la tortura y el suplicio, y terminando por la explosión final de los almacenes de «piedra-cero» que borran toda existencia de la humanidad, pasando por la dependencia absoluta de la tecnología a la que están sometidos los ciudadanos de Illa… Estamos en 1925, Adolf Hitler no es más que el líder de un ascendiente partido nazi, y acaba de confiar la dirección de la recién creada SS a su admirador incondicional Heinrich Himmler… Faltan veinte años para la destrucción de Hiroshima… Hecho raro en la historia de la novela de anticipación: José Moselli fue capaz con esta novela de imaginar no sólo los avances tecnológicos del futuro sino también la evolución moral y los acontecimientos políticos.

Illustración: Papy-Dulaut.

José Moselli – La Fin d'Illa, ilustración de André Galland

José Moselli – La Fin d’Illa, ilustración de André Galland

«– Sí, la guerra es inevitable. Los habitantes de Nour no nos amenazan. Pero los necesitamos. Y nunca no ofrecerán el servicio que esperamos de ellos. Servicio imprescindible. Las máquinas de sangre, que producen los efluvios psico-fisiológicos que permiten a nuestro pueblo alimentarse y alcanzar una edad media de ciento sesenta y siete años – según las estadísticas de los últimos veintiún años – ya no me satisfacen. Lo he pensado, calculado, meditado. Según mis cálculos, nuestros órganos pueden durar dos veces más. Pero hay que solicitarlos menos. Para absorber los efluvios de las máquinas de sangre, nuestro cuerpo está sometido a un trabajo intensivo. Es una consecuencia natural, ya que estos efluvios se producen a partir de sangre de cerdos y simios. Para aligerar este esfuerzo, para alcanzar la casi perfección, hay que emplear una sangre similar a la que corre por nuestras venas. Sangre humana. El resto es obvio. He calculado y establecido cuál era el cambio exacto necesario a mis nuevas fórmulas. Las vibraciones de las máquinas tienen que ser rebajadas. Conozco su número exacto. Siete mil simios y cuatro mil cerdos eran necesarios cada año. Ahora, para sustituirlos, necesitamos ocho mil cuatrocientos humanos, adultos. No se los podemos pedir a nuestro pueblo. Quedan los de Nour. Tendrán que entregarnos esta cantidad de hombres, bien constituidos, elegidos por nuestros fisiólogos; se les medirá la fuerza, además de su cantidad exacta de glóbulos en la sangre. De esta manera, la esperanza de vida en Illa alcanzará una media de trescientos cincuenta años. Con este supuesto, nada nos impide actuar, en el interés mismo de la civilización. Enviar un ultimátum a los habitantes de Nour sería estúpido. Pedirían explicaciones y, después de prepararse, decidirían entrar en guerra. Tenemos que sorprenderlos. Hacer la mayor cantidad de prisioneros. Ya les encontraremos una utilidad. ¿El Consejo tiene alguna observación que hacer sobre esta decisión?
Todos asintieron con la cabeza. El Consejo aprobaba. Siempre aprobaba.»

Illustración: Papy-Dulaut.

Más lecturas…
Juan Maldonado, Somnium (en Maldonati quaedam opuscula nunc primum in lucem edita, 1541) — Gabriel de Foigny, La Terre australe connue (La Tierra austral conocida, 1676) — Charles de Fieux, Chevalier de Mouhy, Lamékis (1738) — Chevalier de Béthune, Relation du Monde de Mercure (Relación del mundo de Mercurio, 1750) — Marie-Anne de Roumier-Robert, Voyage de Milord Céton dans les Sept Planètes (Viaje de Lord Céton a los Siete Planetas, 1766) — Charles Renouvier, Uchronie, L’Utopie dans l’Histoire (Ucronía, la utopía en la historia, 1876) — Edwin A. Abbott, Flatland (Planilandia, audiolibro en inglés, 1884) — Émile Zola, Travail (Trabajo, audiolibro en francés, 1901) — William Morris, News from Nowhere (Noticias de Ninguna parte, audiolibro en inglés, 1890) — William Dean Howells, A traveler from Altruria (Un viajero de Altruria, 1892-1893) — Anatole France, Sur la pierre blanche (Sobre la piedra blanca, 1905).

Vida extraterrestre

Kaguya Hime, 1650

Antes del siglo XX, pocos son los autores que han imaginado que podría haber vida extraterrestre. De la misma manera que en el caso de los viajes interplanetarios, habrá que esperar a los siglos XIX y XX para que los relatos sobre seres de otros planetas dejen de lado el objetivo puramente filosófico o moral para adentrarse en el mundo de la fantasía y la aventura.

Un cuento del folklore japonés del siglo X, titulado Kaguya Hime (La Princesa Luz brillante), el texto narrativo japonés más antiguo, cuenta cómo se descubre un misterioso bebé dentro de un tronco de bambú. Al crecer, la joven, nostálgica cuando sale la Luna, desvela que ha venido de la Capital de la Luna (la razón de su llegada a la Tierra difiere según las versiones del cuento : castigo por un crimen, misión de salvamiento de la Tierra…). La leyenda dice que el nombre del monte Fuji vendría de la conclusión de Kaguya Hime…

Gustave Doré, Un animal dans la Lune

La Fontaine, en 1678, escribe una fábula llamada Un animal dans la Lune (Un animal en la Luna), alegato a favor de una actitud científica frente a las supersticiones y creencias religiosas, en el que un rey pone a prueba la credulidad de sus sujetos pegando un ratón en el cristal de un telescopio y haciéndoles creer que hay vida en la Luna.

Ilustración : Wikipedia.

Los dos extraterrestres que aparecen en Micromegas (texto en español, audiolibro en francés), el cuento filosófico que Voltaire publicó en 1752, son originarios, de la estrella Sirio. Micromegas, el protagonista, y su compañero, el Secretario de la Academia de las Ciencias de Saturno, vienen a visitar la Tierra. Micromegas es uno de los primeros cuentos filosóficos y una de las obras más representativas de la Ilustración. Concentra reflexiones de crítica social, religiosa, moral, filosófica, así como elementos de reflexión sobre el hombre, sin olvidar el componente científico que tanto valoraban los Enciclopedistas.

Voltaire

« Es la estatura de Su Excelencia la que llevamos dicha, de donde colegirán todos nuestros pintores y escultores, que su cuerpo podía tener unos cincuenta mil pies de rey de circunferencia, porque es muy bien proporcionado. Su entendimiento es de los mas perspicaces que se puedan ver; sabe una multitud de cosas, y algunas ha inventado : apénas rayaba con los doscientos y cincuenta años, siendo estudiante en el colegio de jesuitas de su planeta, como es allí estilo comun, adivinó por la fuerza de su inteligencia mas de cincuenta proposiciones de Euclides, que son diez y ocho mas que hizo Blas Pascal, el qual habiendo adivinado, segun dice su hermana, treinta y dos jugando, llegó á ser, andando los años, harto mediano geómetra, y malísimo metafísico. De edad de quatrocientos y cincuenta años, que no hacia mas que salir de la niñez, disecó unos insectos muy chicos que no llegaban á cien piés de diámetro, y se escondían á los microscopios ordinarios, y compuso acerca de ellos un libro muy curioso, pero que le traxo no pocos disgustos. El muftí de su pais, no ménos cosquilloso que ignorante, encontró en su libro proposiciones sospechosas, mal-sonantes, temerarias, heréticas, _ó que olian á heregía_, y le persiguió de muerte: tratábase de saber si la forma substancial de las pulgas de Sirio era de la misma naturaleza que la de los caracoles. Defendióse con mucha sal Micromegas; se declaráron las mugeres en su favor, puesto que al cabo de doscientos y veinte años que habia durado el pleyto, hizo el muftí condenar el libro por calificadores que ni le habian leido, ni sabian leer, y fue desterrado de la corte el autor por tiempo de ochocientos años. »

Ilustración : Archive.org.

En este cuento, Voltaire menciona a las dos lunas de Marte, Fobos y Deimos. Lo curioso es que estas dos lunas no fueron descubiertas oficialmente hasta 1877. Lo hizo un astrónomo estadounidense, Asaph Hall, desde un observatorio situado cerca de Washington. En honor al filósofo francés, uno de los mayores cráteres de Deimos fue bautizado Voltaire.

« Volvamos empero á nuestros caminantes. Al salir de Júpiter, atravesáron un espacio de cerca de cien millones de leguas, y costeáron el planeta Marte, el qual, como todos saben, es cinco veces mas pequeño que nuestro glóbulo; y viéron dos lunas que sirven á este planeta, y no han podido descubrir nuestros astrónomos. »

Star ou Psi de Cassiopée, 1854

Charlemagne Ischir Defontenay (1819-1856), escritor y cirujano francés (conocido por ser uno de los pioneros de la cirugía plástica) publicó en 1854 una extraña obra que se considera todavía como una muestra del subgénero llamado space opera : Star ou Psi de Cassiopée (Star, o Psi de Cassiopée). Al abrir una piedra caída del cielo, encontrada en el Himalaya, un investigador descubre que contiene un baúl con unos libros y manuscritos : después de traducirlos, averigua que describen una sociedad compuesta por varias razas de humanoides que viven en la constelación de Casiopea. Esta obra completamente olvidada fue redescubierta en el Siglo XX por Raymond Queneau.

Ilustración : Google Books.

« Encontré varios libros, y unos pocos manuscritos. Me fue imposible adivinar la lengua hablada en estos escritos. No pude reconocer los signos del lenguaje de unas de las naciones que viven alrededor de los montes Himalaya. Inquieto, curioso, por tantos acontecimientos y extraños misterios, decidí hacerme cargo del baúl. Era una gran resolución ya que mi vida tendría un inmenso secreto sin duda para resolver. […] Al cerrar el pupitre que me iba a llevar, en uno de sus laterales, creí ver una mancha de sangre seca, parecida a los colores oscuros que había observado en la piedra celeste… »

The Red One, 1918

En 1918, la revista Cosmopolitan publica de manera póstuma el relato de Jack London, The Red One, en el que un hombre moribundo en una isla del Pacífico poblada por « salvajes », descubre una esfera enorme, de origen extraterrestre y de utilidad desconocida, a la que los indígenas rinden culto.

Ilustración : Wikipedia.

Le Péril bleu, 1911

Seguidor y contemporáneo de Wells, Maurice Renard (1875-1939), autor de varias novelas de ciencia-ficción, publicó en 1910 Le Péril bleu (El Peligro azul), un encuentro entre hombres y unos extraterrestres más avanzados que los hombres ; la novela destaca porque es la primera descripción no antropomórfica de extraterrestres. Éstos, los Sarvants, llegan a la Tierra para explorarla y observar las formas de vida que la habitan. Entre ellas, estudiarán una criaturas, las disecarán, las expondrán en sus museos, hasta que descubren que estas criaturas, los hombres, son capaces de sentir y de sufrir. Más humanos que los propios humanos (que no tienen tanta clemencia con los animales), los Sarvants abandonarán sus experimentos…

Ilustración : Wikipedia.

« Parecía que una epidemia hubiese infestado este rincón de la humanidad. De hecho, los perseguidores secuestraban por sorpresa, como muchas veces actúa el cólera. Como en tiempos de cólera, los supervivientes conservaban una cara de esclavo perseguido, en la que el miedo que había quedado impreso para siempre. Ni siquiera se preocupaban de saber dónde habían ido los desaparecidos. Nadie dudaba de que habían sido masacrados. Las mujeres lloraban un poco cuando pensaban en ellos, se relajaban un poco y el momento de las lágrimas era un instante de felicidad. La risa ya no existía, en el fondo de las memorias, más que como un borroso recuerdo de paraíso perdido. Todos los corazones se estremecían, sobre todo la noche. »

Más lecturas…
Henri de Parville, Un Habitant de la Planète Mars (Un habitante del planeta Marte, 1864) — Charles Cros, Un Drame Interastral (Un drama interplanetario, 1872) — Guy de Maupassant, L’Homme de Mars (El Hombre de Marte, audiolibro en francés, 1887) — J.-H. Rosny aîné, Les Autres Mondes (Los Otros Mundos, serie de relatos de los cuales pueden escucharse los audiolibros de Un autre monde, Dans le monde des variants, Le Jardin de Mary, 1895) — John-Antoine Nau, Force ennemie (Fuerza enemiga, audiolibro en francés, 1903) — José Moselli, Le Messager de la planète (El Mensajero del planeta, audiolibro en francés, 1925) y La Cité du gouffre (La Ciudad del abismo, audiolibro en francés, 1926) — Théo Varlet, La Grande Panne (La Gran avería, 1930).

Androides

El homúnculo de Faust

El androide es, etimológicamente, una criatura que « se parece al hombre ». Este concepto deriva de las tesis sobre homúnculos de los alquimistas medievales : una de las obsesiones de alquimistas como Paracelso era de crear estas versiones miniaturas de un ser humano. Un ejemplo literario famoso es el homúnculo creado por Wagner, el asistente de Fausto (audiolibro en alemán, audiolibro en español: Parte 1), de Goethe, que mantiene largas conversaciones con su creador y con Mefistófeles…

Ilustración : Wikipedia.

El famoso jugador de ajedrez autómata « El Turco », grabado de 1789

Pero lo que diferencia el androide del homúnculo es que el androide debe su existencia exclusivamente al uso de la Razón, y su « fabricación » no recurre a la biología. Esta obsesión de los hombres de crear seres animados a su imagen daría lugar a la gran moda de los autómatas que fascinaron a los Románticos y tuvieron mucho éxito en los siglos XVIII y XIX. Testigos de este entusiasmo romántico por los autómatas, los cuentos fantásticos de E.T.A. Hoffmann, Die Automate (Los Autómatas, 1814), y Der Sandmann (El Hombre de la arena, audiolibro en francés, 1816)…

Ilustración : Wikimedia Commons.

Cuando el autómata cobra autonomía y vida propia, nos adentramos en el territorio de la ciencia-ficción… El monstruo de Frankenstein nació en 1816 de la imaginación de la escritora inglesa Mary Shelley, como resultado de la apuesta, durante una tarde lluviosa, de escribir una historia de fantasmas, que se propusieron los escritores Lord Byron, John William Polidori y la propia Shelley. Gracias a esta apuesta, nacieron dos de las obras fantásticas de la historia : The Vampyre (El Vampiro, audiolibro en inglés, 1819), de Polidori (del que el Conde Drácula es un producto derivado…) y Frankenstein, or The Modern Prometheus (Frankenstein, o El Moderno Prometeo, audiolibro en inglés, audiolibro en español, 1818), de Shelley. Byron se limitó a reescribir una leyenda que había oído durante un viaje en los Balcanes.

Frankenstein, or The Modern Prometheus, 1831

Durante un viaje polar, el explorador Robert Walton encuentra y recoge un hombre bloqueado por el hielo, Victor Frankenstein. Victor, desesperado le cuenta su asombrosa vida a Walton… Apasionado por la piedra filosofal, descubrió la manera de dar la vida y logró crear un ser sobrehumano, tan horrible de aspecto que Victor huye, abandonando su criatura a su suerte…
Alegoría de la perversión que puede traer el desarrollo científico, la novela de Shelley explora temas como la moral científica, la creación y destrucción de vida y la audacia de la humanidad en su relación con Dios. Como Prometeo, que creó una criatura desafiando a los dioses, Frankenstein demuestra su desprecio por la naturaleza, y la rebelión de la criatura contra su creador es un ejemplo del castigo que puede derivar de un uso irresponsable de la tecnología.

Ilustración : New York Public Library.

« Uno de los problemas que habían especialmente llamado mi atención era la estructura de la textura humana, y, en realidad, de cualquier animal dotado de vida. ¿ De dónde, me preguntaba a menudo, provenía el principio de la vida ? Era una cuestión audaz, y una de las que siempre se han considerado como un misterio ; de hecho, cuántas cosas llegaríamos a conocer, si la cobardía o la falta de cuidado no restringiera nuestra investigación. Daba vueltas a esta circunstancias en mi mente y desde entonces resolví de esforzarme más particularmente sobre aquellas ramas de la filosofía natural vinculadas con la fisiología. Si no hubiera estado animado por un entusiasmo casi sobrenatural, mi aplicación en este estudio hubierda sido molesto y casi intolerable. Para examinar las causas de la vida, tenemos que recurrir a la muerte. Me familiaricé con la ciencia de la anatomía, pero no era suficiente ; tenía además que observar el decaímiento natural y la corrupción del cuerpo humano. […] Ahora tenía que examinar las causas y progresos del decaímiento del cuerpo y estaba obligado a gastar días y noches en tumbas y osarios. »

♥♥♥ Descubrir : la película de Frankenstein realizada por Thomas Edison, en 1910, en Archive.org.

Frankenstein, de Thomas Edison, 1910

Publicada en 1886, L’Ève future (La Eva futura), del poeta simbolista francés Auguste Villiers de l’Isle-Adam, pone en escena la primera mujer androida y popularizará este término, utilizado para definir una criatura artificial concebida como una réplica del ser humano, y dándole su significado moderno (hasta entonces se usaba para calificar a los automatas).
En la novela, un Thomas Edison de ficción propone a su amigo, víctima de la crueldad de una mujer perfecta físicamente pero vacía intelectual y sentimentalmente, de crear una réplica de esta mujer, pero sin su personalidad aburrida.

L’Ève future, 1909

Muy criticada por su misoginia, la novela no deja de ser un experimento literario sumamente interesante por el tratamiento poético que se le da al discurso científico. Además de ridiculizar las ambiciones de la ciencia que pretende reducir los sentimientos humanos y el amor a ecuaciones, el texto disimula una verdadera meditación sobre el lenguaje, una ensoñación poética.

Ilustración : Wikisource.

« Edison desenlazó el velo negro de la cintura.
– El Androida, dijo impasiblemente, se compone de cuatro partes :
1º El Sistema viviente, interior, que comprende el Equilibrio, el Paso, la Voz, el Gesto, los Sentidos, las Expresiones futuras de la cara, el Movimiento regulador íntimo, o mejor dicho, el « Alma ».
2º El Mediador plástico, es decir, el envoltorio metálico, aislado de la Epidermis y de la Carnación, suerte de armadura con articulaciones flexibles en la que el Sistema interior está fuertemente amarrado.
3º La Carnación (o carne fícticia propiamente dicha), superpuesta y adherida al Mediador, que, penetrante y penetrada por el fluido de animación, comprende los Rasgos y las Líneas del cuerpo imitado, con la emanación particular y personal del cuerpo reproducido, la forma de los huesos, los relieves venosos, la musculatura, la sexualidad del modelo, todas las proporciones del cuerpo, etc.
4º La Epidermis o piel humana, que comprende la tez, la porosidad, los lineamientos, la sonrisa, los pliegues insensibles de la expresión, el movimiento labial de las palabras, el cabello y todo el sistema pilosos, el conjunto ocular, con la individualidad de la mirada, los sistemas dentales y de las uñas. »

Cartel de la representación teatral de Nueva York de «R.U.R.», 1939

Karel Capek (1890-1938) es uno de los escritores checoslovacos más importantes del siglo XX. La palabra « robot » apareció por primera vez en la historia en su obra teatral R.U.R. (Rossum’s Universal Robots, Robots Universales de Rossum). Inventada por su hermano Josef a partir del término checo Robota (que significa Trabajo), viene a sustituir a «automaton», que Josef empleó en 1917 en su relato Opilec.
La obra empieza en una fábrica de seres artificiales llamados robots. Más cerca del androide que del robot en su aspecto actual, estas criaturas pueden ser confundidas con los hombres. La rebelión de esos robots, utilizados como esclavos por los hombres, llevará a la extinción de la raza humana. Este tema, Capek lo volverá a utilizar en su relato War with the Newts (Guerra con los Newts, 1936), en el que no-humanos se convierten en una clase de sirvientes en la sociedad humana.

Ilustración : Wikipedia.

Descripción del escenario : « En una mesa, se ven una lámpara, un teléfono, un prensa-papeles, archivos, cartas, papeles, etc. En la pared, a la izquierda, grandes mapas enseñando líneas marítimas y de ferrocarril, un calendario grande, un reloj marcando un poco antes de mediodía ; en la pared derecha, carteles impresos : « La fuerza de trabajo más barata : los Robots de Rossum », « Último invento, Robots para los Trópicos » « Todos deberíamos tener un robot », « Reduzca el precio de sus productos : pida un Robot de Rossum ». Más mapas, horarios de envío, tablón de anuncios con telegramas, tasas de cambio, etc. Contrastando con el contenido de las paredes, el suelo está cubierto por una magnífica alfombra turca, a la derecha hay un sillón redondo, un sofá, un suntuoso sillón de cuero, estanterías sin libros pero con botellas de vinos y espirituosos. »

Más lecturas…
Jules Clarétie, Jean Mornas (1882, aparición de las primeras manipulaciones genéticas).

Anticipación y viajes en el tiempo

La Contaminación en el siglo XX, Albert Robida, 1893

Viajar al pasado para conocer mejor una época o, al contrario, adelantarse en el tiempo para descubrir el futuro, son dos sueños que la humanidad no ha sabido cumplir todavía. La ciencia ficción es una manera de trasladarnos a otras épocas, y numerosos han sido los autores que se han adentrado en este género.

Ilustración : Albert Robida, maître de l’anticipation.

Además de los viajes al pasado o al futuro, tenemos que contemplar también los textos de anticipación, en los que la acción transcurre en la época en la que vive el autor, pero en los que se utilizan técnicas, instrumentos, que aparecerían en un futuro más o menos remoto. Un ejemplo es De la Tierra a la Luna, de Verne, que ya hemos nombrado en nuestra sección de Viajes interestelares.

Con el objetivo de explicar el Islam en términos de ciencia y filosofía, Ibn al-Nafis (1213-1288) redactó Al-Risalah al-Kamiliyyah fil Siera al-Nabawiyyah (The Treatise of Kamil on the Prophet’s Biography), conocido como Theologus Autodidactus. Relato de iniciación ubicado en una isla desierta, aborda temas como la generación espontánea, la futurología, el apocalipsis, el fin del mundo.

L’an 2440, rêve s’il en fut, 1801

En 1771, el escritor y periodista francés Louis Sébastien Mercier publica L’an 2440, rêve s’il en fut jamais (El año 2440, sueño si es que existe). En esta novela, primera novela de anticipación que pone en relieve la filosofía de la Ilustración, el autor plasma sus ideas en materia de educación, moral y política poniendo en escena a un francés que despierta después de un largo sueño de más de 600 años, en el año 2440. El protagonista descubre una sociedad ideal, reformada después de una revolución pacífica y benéfica (la novela fue publicada antes de la Revolución Francesa que realizaría varias de las profecías de Mercier), en la que reina la justicia, la razón y la ilustración.

Ilustración : Archive.org.

« Los coches : Observe que todos los que iban, circulaban por la derecha, y los que venían, por la izquierda. Este medio tan sencillo de no ser atropellado se acababa de inventar, lo que demuestra que sólo con el tiempo se hacen los descubrimientos útiles. […] Paris : Me dijeron que la Bastilla había sido derribada totalmente por un príncipe que no se creía el dios de los hombres y que temía el juez de los reyes. »

El pastor estadounidense Edward Everett Hale, además de luchar contra la esclavitud y de dedicarse a la educación popular, se convirtió en escritor en 1859, publicando cuentos en diarios y revistas. Uno de ellos, titulado The Brick Moon (La Luna de ladrillos), se publicó en 1869 en el periódico The Atlantic Monthly. Esta narración en forma de diario cuenta la construcción, el lanzamiento y la puesta en órbita de una esfera fabricada de ladrillos, ocupada accidentalmente por varias personas. The Brick Moon, que tuvo una continuación llamada Life on the Brick Moon (Vida en la Luna de ladrillos), es la primera ficción en la que se describe una estación espacial y la primera aparición de un satélite artificial.

Veinte mil leguas de viaje submarino, edición de Londres, 1911

No todo el mundo conoce al profesor Pierre Aronnax, a su acompañante Conseil y al arponero franco-canadiense Ned Land. Pero sí, todo el mundo ha oído hablar del Capitán Nemo y de su famoso submarino el Nautilus. Todos son los protagonistas de la más famosa de las novelas de Jules Verne, Vingt mille lieues sous les mers (Veinte mil leguas de viaje submarino, audiolibro en francés, audiolibro en español), publicada por primera vez en 1869-1870 por entregas en la revista Le Magasin d’éducation et de récréation. Veinte mil leguas de viaje submarino es probablemente una de las novelas en las que Verne hace muestra de más imaginación de anticipación y en la que más habrá acertado respecto al futuro.
La intriga es universalmente conocida : las múltiples adaptaciones cinematográficas, entre las cuales la de Richard Fleischer de 1954, con James Mason, Kirk Douglas y su simpático león marino, han contribuido a la popularidad de la novela en el siglo XX. El profesor Aronnax, Conseil y el arponero Ned Land, lanzados por la borda del buque en el que viajaban, son recogidos y capturados por un enigmático personaje, el Capitán Nemo. Durante su cautiverio a bordo del submarino Nautilus, los tres compañeros van descubriendo los experimentos científicos a los que se dedica el brillante pero inquietante Capitán Nemo…

Ilustración : Archive.org.

Veinte mil leguas de viaje submarine, edición de Londres, 1911

Como en De la Tierra a la Luna, Verne se apoya en sus conocimientos científicos para construir un ambiente muy realista : la oceanografía, la biología submarina, la ictiología pero también el buceo, las escafandras parecen no tener secretos para él. Pero por otro lado, Verne se anticipa en varios aspectos sobre el futuro. El ejemplo más turbador es el mismo Nautilus. Si bien existían submarinos en su época (el primer submarino, que se llamaba el Nautilus, fue diseñado en 1797), no funcionaban con la electricidad como el Nautilus de Verne que produce su energía eléctrica a partir de recursos minerales. Sólo treinta años más tarde, en 1899, apareció el primer submarino mixto a vapor y eléctrico. Habrá que esperar 1954 para que aparezca un modelo completamente eléctrico, que producía su energía a base de recursos minerales : se trataba del USS Nautilus, el primer submarino nuclear.

Hay numerosos ejemplos que demuestran que Veinte mil leguas de viaje submarino es una obra visionaria : la posibilidad de bajar a profundidades del mar que todavía no se habían explorado ; la visión de los océanos vacíos de peces y mamíferos, y llenos de medusas, situación que se vive hoy en día ; el trayecto del Nautilus, viajando por debajo del canal de Suez en la época en la que se estaba excavando…

Ilustración : Archive.org.

« El capitán Nemo guardó silencio durante algunos instantes y luego dijo:
– Existe un agente poderoso, obediente, rápido, fácil, que se pliega a todos los usos y que reina a bordo de mi barco como dueño y señor. Todo se hace aquí por su mediación. Me alumbra, me calienta y es el alma de mis aparatos mecánicos. Ese agente es la electricidad.

La maquinaria del Nautilus

– ¡ La electricidad ! -exclamé bastante sorprendido. […]
– Sólo se consume el sodio, y el mar me lo suministra abundantemente. Debo decirle, además, que las pilas de sodio deben ser consideradas como las más enérgicas y que su fuerza electromotriz es doble que la de las pilas de cinc.
– Comprendo bien, capitán, la excelencia del sodio en las condiciones en que usted se halla. El mar lo contiene. Bien. Pero hay que fabricarlo, extraerlo. ¿ Cómo lo hace ? Evidentemente, sus pilas pueden servir para tal extracción, pero, si no me equivoco, el consumo de sodio necesitado por los aparatos eléctricos habría de superar a la cantidad producida. Ocurriría así que consumiría usted para producirlo más del que obtendría.
– Por esa razón es por la que no lo extraigo por las pilas, señor profesor. Simplemente, empleo el calor del carbón terrestre.
– ¿ Terrestre ?
– Digamos carbón marino, si lo prefiere -respondió el capitán Nemo.
– ¿ Acaso puede usted explotar yacimientos submarinos de hulla ?
– Así es y habrá de verlo usted. No le pido más que un poco de paciencia, puesto que tiene usted tiempo para ser paciente. Recuerde sólo una cosa: que yo debo todo al océano. Él produce la electricidad, y la electricidad da al Nautilus el calor, la luz, el movimiento, en una palabra, la vida.
– Pero no el aire que respira…
– ¡ Oh !, podría fabricar el aire que consumimos, pero sería inútil, ya que cuando quiero subo a la superficie del mar. Si la electricidad no me provee del aire respirable, sí acciona, al menos, las poderosas bombas con que lo almacenamos en depósitos especiales, lo que me permite prolongar por el tiempo que desee, si es necesario, mi permanencia en las capas profundas. »

Ilustración : Wikimedia Commons.

♥♥♥ Descubrir : 20000 lieues sous les mers, la película que la novela de Verne inspiró a Georges Méliès en 1907, en Archive.org.

20000 Lieues sous les mers, de Georges Méliès, 1907

The Coming Race, 1900

Los Últimos Días de Pompeya (1834) es probablemente la novela con la que recordamos al escritor británico Edward Bulwer-Lytton. Pero este novelista tuvo en su tiempo mucho éxito con varias obras y en 1871, se atrevió al género de la ciencia-ficción con The Coming race (La Raza del futuro, audiolibro en inglés), que posteriormente se publicaría bajo el título Vril, the power of the coming race (Vril, el poder de la raza futura). Un excursionista descubre en una cueva una sociedad subterránea de seres extraños, los Vril-ya, descendientes de una civilización antediluviana. Estos seres, gracias a un fluido llamado Vril, poseen una fuente de energía latente que les permitiría destruir ciudades y por consiguiente a toda la humanidad, con la simple fuerza de la voluntad. La idea de una raza de superhombres, capaces de dominar a los hombres normales, dejó probablemente una huella en el misticismo nazi, y popularizó la teoría intraterrestre (el centro de la tierra sería hueco y tendría condiciones propicias al desarrollo de la vida). Las especulaciones sobre la existencia de la sociedad Vril se han prolongado hasta nuestros días, gracias entre otras a la Sociedad Teosófica, y hay quienes auguran que en 2029 las fuerzas ocultas del centro de la tierra saldrán a destruir la humanidad…

Ilustración : Archive.org.

El « Telefonóscopio »

Prolífico novelista, periodista y dibujante, Albert Robida (1848-1926) fue redescubierto recientemente gracias a su trilogia de anticipación compuesta de Le Vingtième Siècle (El Siglo XX, 1883) ; La Guerre au vingtième siècle (La Guerra en el siglo XX, 1887) ; Le Vingtième Siècle : la vie électrique (El Siglo XX : la vida eléctrica, 1890). Otro Julio Verne, pero más atrevido, que propone inventos integrados a la vida cotidiana y no creaciones de inventores locos. Además siempre imagina con mucho acierto los desarrollos sociales derivados de sus inventos : la promoción de la mujer (que imagina electoras, fumando, médicos, notarios o abogadas), el turismo masivo, la contaminación… Por ejemplo, inventa el « telefonóscopio «, una pantalla mural plana que difunde las últimas informaciones, a cualquier hora del día o de la noche, las últimas representaciones teatrales o clases y conferencias… Otra obra suya, L’Horloge des siècles (El Reloj de los siglos), es precursora de las novelas modernas de regreso al pasado, como las de Philip K. Dick.

Ilustración : Wikimedia Commons.

El Anacronópete, 1895

El Anacronópete (audiolibro en español), novela en forma de zarzuela del escritor, dramaturgo y autor de zarzuelas, Enrique Gaspar y Rimbau (1842-1902), se publicó en 1887 en Barcelona y es la primera novela en la que se imagina una máquina diseñada para viajar en el tiempo, adelantándose a H. G. Wells, que escribió su The Time Machine (La Máquina del tiempo) en 1895. Sin duda, recoge influencias de Verne (al que se nombra en el texto) y Flammarion (en particular su relato Lumen, publicado en 1867). En el Paris de la Exposición Universal, un inventor zaragozano presenta una máquina de hierro fundido, que navega gracias a la electricidad y mueve cuatro grandes cucharas mecánicas para desplazarse : se llama el Anacronópete y produce un fluido, el « fluido García » que permite a los pasajeros de la máquina no rejuvenecer cuando viajan hacia atrás en el tiempo. Maravilla de la tecnología, equipada con toda clase de comodidades, entre las que destacan escobas que barren solas. Gracias a la máquina, un grupo de personas, de distintas clases de la sociedad van a viajar sucesivamente a la batalla de Tetuán en 1860, a Granada en 1492 o a Pompeya en el momento de la erupción del Vesubio…

Ilustración : Archive.org.

« El Anacronópete, que es una especie de arca de Noé, debe su nombre á tres voces griegas : Ana que significa hacia atrás, erónos el tiempo y petes el que vuela, justificando de este modo su misión de volar hacia atrás en el tiempo ; porque en efecto, merced á él puede uno desayunarse á las siete en París, en el siglo XIX ; almorzar á las doce en Rusia con Pedro el Grande ; comer á las cinco en Madrid con Miguel de Cervantes Saavedra – si tiene con qué aquel día – y, haciendo noche en el camino, desembarcar con Colón al amanecer en las playas de la virgen América. Su motor es la electricidad, fluido á que la ciencia no había podido hacer viajar aún sin conductores por más que estuviese cerca de conseguirlo – y que yo he logrado someter dominando su velocidad. Es decir que lo mismo puedo dar en un segundo, como locomoción media, dos vueltas al mundo con mi aparato, que hacerlo andar á paso de carreta, subirlo, bajarlo ó pararlo en seco. »

A Connecticut Yankee in King Arthur’s Court, 1925

En A Connecticut Yankee in King Arthur’s Court (Un yanqui en la corte del Rey Arturo, audiolibro en inglés, 1889), Mark Twain explora términos científicos en el marco de una novela caballeresca. Utilizando la transmigración del alma y la transposición de épocas y cuerpos, el yanqui se desplaza hacia atrás en el tiempo, arrastrando todo el conocimiento de la tecnología de la época. La experiencia será un desastre dado que la aristocracia que rodea al Rey Arturo, seducida por las ametralladoras, los explosivos o el alambre de espino, se ve pervertida por su poder de destrucción. Esta novela profetizaba lo que iba a pasar en 1914, al inicio de la primera guerra mundial, que la vieja Europa abordó con ideas caballerescas…

Ilustración : Archive.org.

« – Ya habrá oído hablar de la transmigración de las almas, ¿ pero sabe algo acerca de la transposición de épocas y cuerpos ?
Contesté que no había oído hablar de ello. Prestaba tan poca atención como si en realidad estuviésemos hablando del tiempo, y no se dio cuenta de si le había respondido o no. Sobrevino un instante de silencio, inmediatamente interrumpido por la voz monótona del cicerone del castillo :
– Coraza antigua, del siglo VI, época del rey Arturo y la Mesa Redonda ; se dice que perteneció al caballero Sagramor el Deseoso; obsérvese el agujero circular que atraviesa la cota de malla en la parte izquierda del pecho ; resulta inexplicable ; se presume que puede haber sido causada por una bala después de la aparición de las armas de fuego, quizá intencionadamente por soldados de Cromwell.
Mi acompañante sonrió, pero no con una sonrisa moderna, sino con una que debió pasar de moda hace muchos, muchos siglos, y murmuró, aparentemente dirigiéndose a sí mismo :
« A fe que VI cómo ocurrió. » »

Ilustración de una edición rusa de « La Fin du monde », 1895

Camille Flammarion (1842-1925) fue astrónomo y se dedicó a la divulgación científica, colocándose todavía en el siglo XXI en el grupo de los más importantes divulgadores científicos. Escritor muy prolífico, muchas de sus obras tocan el tema del espiritismo, materia en la que tenía mucho interés. Sin embargo escribió varias obras de ciencia-ficción. En particular, su novela de anticipación La Fin du monde (El Fin del mundo), publicada en 1894. En el siglo XXV, un cometa más grande que la Tierra amenaza con colisionar con ella, destruyéndola. El fin de la humanidad es inevitable. Esta extraña novela, más que una novela de aventuras, es un pretexto para Flammarion para desarrollar sus teorías sobre la evolución del hombre, de la sociedad y el planeta a lo largo de los siglos. Se parece más a un libro de historia, en una sucesión de capítulos teóricos y de otros muy novelados, sobra la vida de la Tierra desde sus inicios hasta su fin.

Ilustración : Wikimedia Commons.

« Solemos creer que la Tierra siempre ha sido lo que es actualmente ; nos cuesta representarnos las transformaciones seculares que ha conocido. La amplitud de esos tiempos nos aplasta, como en astronomía, la amplitud del espacio. Pero todo cambia, todo se transforma, todo se metamorfosea. […] Después de la fusión de os Estados Unidos de Europa en una única confederación, la República Rusa había formado, desde San Petersburgo hasta Constantinopla, una suerte de barrera al desarrollo de la emigración china que ya había establecido ciudades populosas en las orillas del Mar Caspio. Pero las nacionalidades antiguas habían desaparecido con el progreso : las banderas francesas, inglesas, alemanas italianas, ibéricas se habían desgastado, roto por las mismas causas. Las comunicaciones del este al oeste entre Europa y América se habían vuelto cada vez más fáciles y el mar había dejado de ser un obstáculo al desarrollo de la humanidad ; a los territorios agotados de Europa occidental, la actividad industriosa había preferido las tierras nuevas del continente americano, y desde el siglo veinticinco, el núcleo de la civilización brillaba en las orillas del lago Michigan, en una Atenas nueva de nueve millones de habitantes. »

« Literatura fonográfica para el paseo», según Albert Robida en 1895

En 1894, el periodista y escritor Octave Uzanne (1851-1931) publica una recopilación de cuentos llamada Contes pour les bibliophiles (Cuentos para bibliófilos), en la que aparece La fin des livres (El fin de los libros). Durante una sobremesa, unos tertulianos se divierten imaginando lo que será el mundo en el siglo XXI. Uno de ellos, bibliófilo, predice lo que será el futuro de los libros. Considerando la reciente aparición del fonógrafo, imagina que existirán dispositivos portatiles y de bolsillo que permitirán escuchar libros locutados, por los propios autores o por actores. ¡ Uzanne acababa de inventar el audiolibro y el lector mp3 ! El autor profundiza tanto su reflexión que hasta considera la posibilidad de suministrar un acceso locutado y puesto en imágenes – gracias al kinetógrafo de Edison – de los diarios, en ubicaciones adecuadas para eso en las calles, en las estaciones de ferrocarril… No estamos lejos de los puntos de acceso a Internet… Hasta concluye evocando las enfermedades auditivas que eso provocará inevitablemente y la insostenibilidad de un mercado creciente de la edición…

Ilustración : Wikimedia Commons.

« Las bibliotecas se convertirán en fonografotecas o fototecas. Se compondrán de estantes de pequeños casilleros en los que se colocarán los cilindros sonoros de las obras maestras de la humanidad. Las ediciones más buscadas serán las que habrán sido “autofonografiadas” por artistas en viga : la gente deseará, por ejemplo, el Molière de Coquelin, el Shakespeare de Irving, el Dante de Salvini, el Dumas hijo de Éléonore Duce, el Hugo de Sarah Bernhardt, el Balzac de Mounet Sully, mientras que Goethe, Milton, Byron, Dickens, Emerson, Tennyson, Musset y otros habrán sido grabados sobre cilindros por locutadores importantes. »

Jack London, al que ya hemos nombrado arriba, no sólo fue el famoso autor de novelas de aventuras en Alaska, sino que varias de sus obras se asimilan a la ciencia ficción, teniendo tanto impacto en el público estadounidense que varios temas clásicos de este género nacieron en sus obras. The Unparalleled Invasion (La Invasión sin precedente), publicada en 1910, es un claro ejemplo de novela de anticipación. Ambientada en 1922, relata una guerra mundial iniciada al principio entre China y Japón, en la que Estados Unidos llega a utilizar armas biológicas para exterminar la población china.

The Lost World, 1912

En 1912, Arthur Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes, crea otro personaje entrañable que aparecerá en varias historias. Se trata del profesor Challenger, un famoso e irascible zoólogo, que empieza sus aventuras en la novela The Lost World (El Mundo perdido, audiolibro en inglés, audiolibro en español). Durante una exploración en América del Sur, el profesor y su equipo descubre una meseta poblada todavía de seres prehistóricos : dinosaurios, por supuesto, y sobre todo homínidos…

Ilustración : Wikimedia Commons.

« Siguiendo las huellas, habíamos dejado el pantano y atravesado una pantalla de maleza y árboles. Más allá había un claro en el que se encontraban cinco de las más extraordinarias criaturas que había visto nunca. Agachándonos entre los arbustos, los pudimos observar tranquilamente. Eran, como ya lo he dicho, cinco, dos casi adultos y tres jóvenes. Los bebés eran tan grandes como elefantes, mientras que los dos mayores lo eran mucho más que todas las criaturas que había visto nunca. La piel era color de pizarra y tenía el aspecto de la de un lagarto. Brillaba cuando el sol la iluminaba. Los cinco estaban sentados, balanceándose sobre sus enormes y poderosas colas y sus monumentales pies traseros de tres dedos., mientras que, con sus pequeños pies delanteros, de cinco dedos, tiraban de las ramas debajo de las cuales descansaban. No sé como puedo describir su apariencia para que entiendan mejor, sino diciéndoles que se parecían a canguros monstruosos, de veinte pies de largo, y con la piel de cocodrilos negros. »

♥♥♥ Descubrir : la película basada en El Mundo perdido, dirigida en 1925 por Harry O. Hoyt, en Archive.org.

The Lost World, de Harry O. Hoydt, 1925

La Guerre fatale, cartel de 1901

Émile Driant (1855-1916) fue un oficial del ejército francés. A partir de 1892, empieza a escribir, bajo el pseudónimo de Capitaine Danrit, novelas de aventuras en el estilo de Jules Verne, en las que el imperialismo y el colonialismo tienen mayor protagonismo. Sin embargo, más que novelas de aventuras, destacan sus escritos por su componente de anticipación guerrera y política. Su gran paranoia patriota le lleva a imaginar relatos en los que el otro (independientemente de su nacionalidad : ¡ cualquier aliado es un enemigo potencial !) ataca su país y a diseñar estrategias para utilizar las armas de su época, como armas de destrucción masiva, en un contexto de guerra mundial. Muy prolífico, escribió obras como La Guerre de Demain (La Guerra de mañana, 1888-1893), La Guerre fatale (La Guerra fatal, 1902-1903), Robinsons souterrains (Robinsones subterráneos, 1913).

Ilustración : Gallica.

Los hermanos belgas Joseph Henri Honoré Boex (1856-1940) y Séraphin Justin François Boex (1859-1948), más conocidos bajo el pseudónimo de de J.-H. Rosny, escribieron juntos varias obras, entre otras, Les Xipéhuz (1887), novela ambientada en la prehistoria y que relata el encuentro entre humanos y extraterrestres.

La Mort de la terre, 1912

La Mort de la Terre (La Muerte de la Tierra), publicada en 1910, es sin duda una de las mejores novelas del hermano mayor, J.-H. Rosny aîné (muy famoso por su novela de la época prehistórica La Guerre du feu (La Guerra del fuego, 1911) y la que conserva la mayor actualidad : describe una humanidad que no ha sabido adaptarse a su entorno, volcada sobre sí misma, incapaz de concebirse en la inmensidad del universo. Transcurre en un futuro lejano ; la Tierra, por la sobre-explotación realizada por los humanos, se ha vuelto un desierto. Las pocas comunidades que subsisten limitan los nacimientos y animan a los humanos a que practiquen la eutanasia, para lograr una muerte más rápida. Targ, el protagonista, y su familla, son de los pocos humanos determinados a vivir y se marchan en busca de agua y de nuevas tierras. En paralelo, otra raza de seres medio animales, medio vegetales, se desarrolla sobre las ruinas de la civilización humana… Un aspecto interesante de la obra de Rosny es la comunicación o como la imposibilidad de comprender las intenciones del otro lleva a la desaparición de una raza para que otra pueda sobrevivir.

Ilustración : Archive.org.

« El joven hablaba con las aves, empleando una sintaxis especial. Efectivamente, a medida que se desarrollaba su inteligencia, las aves se habían iniciado al lenguaje, – un lenguaje que sólo admitía términos concretos y frases-imágenes. Sus nociones del futuro era oscura y corta, su previsión, instintiva. Desde que el hombre ya no los usaba como comida, vivían felices, incapaces de imaginar su propia muerte y menos aún el fin de su especie. En el oasis, se criaban unos mil dos cientos y su presencia era muy suave y agradable, además de útil. El hombre, que no había podido recuperar el instinto, perdido durante las eras de su potencia, estaba expuesto, debido a las condiciones del entorno, a fenómenos que no podían señalar los aparatos, sin embargo tan delicados, heredados de sus antepasados, pero que podían prever las aves. Si éstas, último vestigio de la vida animal, hubiesen desaparecido, una amarga desolación se hubiera abatido sobre las almas. »

En su novela Les Navigateurs de l’infini (Los Navegadores del infinito), J.-H. Rosny aîné creo en 1925 el término « astronauta ».

Más lecturas…

ellis-steamman

Edward Sylvester Ellis – The huge hunter, or The steam man of the prairies (1885)

Charles-François Tiphaigne de la Roche, Amilec (1753), Giphantie (1760) (prefiguración de la fotografía, de la televisión, del big Bang) — Jean-Baptiste Cousin de Grainville, Le Dernier Homme (El Último Hombre, 1805) — Julius von Voss, Ini, ein roman aus dem 21. Jahrhundert (Ini, novela del siglo XXI, 1810) (primera novela alemana de ciencia ficción) — Faddeï Boulgarine, Viaje en el mundo del siglo XXIX (1824) Escenas de la vida privada en 2028 (1830) (prefiguración de ascensores) — Charles Nodier, Hurlubleu (1833) — Vladimir Odoïevski, Año 4338 (Novela inacabada, 1835-1840, editada por primera vez en 1926) — Félix Bodin, Le Roman de l’Avenir (La Novela del futuro, 1834) — Émile Souvestre, Le Monde Tel Qu’il Sera (El Mundo tal y como será, 1846) — Edward Sylvester Ellis, The huge hunter, or The steam man of the prairies (1882) — Didier de Chousy, Ignis (1883) — Edward Bellamy, Looking backward : 2000-1887 (Mirando atrás : 2000-1887, audiolibro en inglés, 1887) — Louis Boussenard, Les Secrets de M. Synthèse (Los secretos del Sr Síntesis, 1888) — Alain Le Drimeur, La Cité Future (La Ciudad futura, 1890) — Marcel Schwob, La Terreur future (El Terror futuro, audiolibro en francés, 1891), La Mort d’Odjigh (La Muerte de Odjigh, audiolibro en francés, 1892), L’Incendie terrestre (El Incendio terrestre, audiolibro en francés, 1892) (tres visiones apocalípticas del fin del mundo) — Arnould Galopin, Docteur Omega (Doctor Omega, audiolibro en francés, 1906), Le Bacille (El Bacilo, audiolibro en francés, 1928) — Gaston de Pawlowski, Voyage au pays de la quatrième dimension (Viaje al país de la cuarta dimensión, 1912) — Jules Lermina, L’Effrayante Aventure (La Aventura terrorífica, audiolibro en francés, 1913) (una explosión libera animales prehistóricos en París) — Maurice Renard, Le Brouillard du 26 octobre (La Niebla del 26 de octubre, audiolibro en francés, 1913) — Ernest Pérochon, Les Hommes frénétiques (Los Hombres frenéticos, 1925).

Ilustración : Nickels and Dimes.

Conclusión

Ilustración de Alvim Corréa para la edición francesa de 1906 de « War of the worlds »

Los albores del siglo XX verían el lanzamiento definitivo de la ciencia ficción con dos autores : el británico Herbert George Wells (1866-1946), cuyas obras más conocidas, The Time Machine (La Máquina del tiempo, audiolibro en inglés), The Invisible Man (El Hombre invisible, audiolibro en inglés) o War of the worlds (La Guerra de los mundos, audiolibro en inglés), son universalmente famosas, y el americano Edgar Rice Burroughs (1875-1950) (también autor de la serie de Tarzán), con su serie Barsoom, ambientada en Marte (audiolibros en inglés).

Otros autores de ciencia-ficción que destacaron en las primeras décadas del siglo XX, Gustave Le Rouge (La Guerre des vampires (La Guerra de los vampiros, 1909)), Le Mystérieux Docteur Cormélius (El misterioso Doctor Cornelius (1912-1913)) o el geólogo ruso Vladimir Afanasyevich Obruchev (1863-1956), con su novela Plutonia (1915), en la que, siguiendo la idea de El Mundo perdido de Conan Doyle y poniendo de relieve los propios conocimientos de paleontología del autor, se cuenta el descubrimiento de dinosaurios y otras criaturas jurásicas en Siberia…

Ilustración : Wikimedia Commons.

Referencias

Reseñas

Este trabajo ha sido utilizado como referencia en los documentos siguientes:

 

Este trabajo está bajo una licencia de Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported.

Dossier elaborado por Christine Sétrin, con la colaboración de Ángel Pozo. Biblioteca Municipal de Vila-real. Julio 2015.


Este trabajo está bajo una licencia de Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported.

2 pensamientos sobre “¿Locos o genios? Los científicos en la literatura”

  1. R Mila Climent dijo:

    Excelente dossier. Más que excelente.
    Buscando información sobre paleontología he llegado aquí y, aunque el tema del dossier no está en relación al trabajo de fin de grado que estoy preparando con prisas, lo he dejado de lado y ya llevo unas horas disfrutando con los locos/genios, con los enlaces, con la presentación y redacción de los contenidos…en fin, que encontrar tanta información sobre un tema específico y de tanta calidad y accesible, sin más, es encontrar un tesoro y una web de confianza de la que no me voy a «despegar».
    Enhorabuena a la Sª Christine Sétrin, al Sr. Ángel Pozo y a la Biblioteca Municipal de Vila-real. Gracias.
    RMC

Deja un comentario