Stefan Zweig – Brasil, país de futuro

El género de viaje salta muy de vez en cuando, y cada vez con menor frecuencia, a la primera línea de la comunicación divulgativa. Las nuevas tecnologías han universalizado tanto la posibilidad de documentar los distintos rincones del planeta, que la gracia de leer sobre ellos se ha ido diluyendo poco a poco, como un azucarillo en el café. Imaginemos si no por un segundo las actuales posibilidades de herramientas como Google Earth o Google Maps, de herramientas de geolocalización de fotografías como Panoramio, o de geolocalización de vídeos… ¿ Para qué leer sobre un lugar que, prácticamente, podemos ver o sentir o muy pronto también oler, casi como si estuviésemos allí ? Aun así, el género de viaje tiene una dimensión exclusiva que todas las fotografías o vídeos del mundo jamás podrán igualar : la de documento histórico relativo a un momento y a un lugar. La de ser un relato, más o menos preciso pero relato al fin y al cabo, sobre cómo eran las cosas en aquel tiempo y aquel espacio parte, por circunstancias de la vida que ahora mismo no vienen a cuento, de la memoria histórica colectiva de unas gentes o de un pueblo o de una sociedad o de una nación. Memoria vívida al servicio del conocimiento propio y ajeno. Con este mismo espíritu de intrépido saber, como nos cuenta Volker Michels en la Introducción : diversidad étnica frente a simpleza racista de Brasil. País de futuro (Capitán Swing, 2012), Stefan Zweig (Austria 1881-Brasil 1942) afronta un viaje por aquellas tierras en la década de 1930 con importantísimas consecuencias para él. Sin ir más lejos, sólo un año después de la publicación original de este libro, en 1942, se quitaría la vida junto a su esposa en la ciudad brasileña de Petrópolis, para ser enterrado pocos días después en Río de Janeiro tras una ceremonia celebrada con honores de jefe de estado. Una década la de 1930 decisiva, por tanto, en el desenlace de su vida.

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