Carlos Pujol – Leer a Saint-Simon

El único motivo que explica la ausencia del duque de Saint-Simon en el Diccionario de Literatura para Esnobs (Impedimenta, 2011) radica en que el duque era eso, un noble, y hubiese pleiteado con furia de haberse visto entre esas páginas, rebajado a la condición de sine nobilitate. Pero si nos ciñésemos a razones de estilo, el antecedente de Proust (anfitrión principal del Salón literario esnob), Louis de Rouvroy — que más allá de su nombre artístico, así se llamaba —, debiera ocupar la más extensa de sus entradas. Misma consideración cabe hacer acerca de la exclusión del que fue el mayor especialista de la obra de Saint-Simon en España, además de reputado experto en literatura francesa e inglesa, el profesor, crítico y poeta Carlos Pujol, poco conocido fuera de los ambientes, quien nos dejó discreta y elegantemente a principios de año ; una ausencia todo sea dicho que en el cuerpo del Diccionario compensa la presencia del distinguido mallorquín José Carlos Llop, devoto de Bernard Frank — el Saint-Simon de los cincuenta/sesenta — y crítico condescendiente de « la pagana voluntad de ser absolutamente modernos » que, según apunta en su libro En la ciudad sumergida, une al romanticismo con el nazismo. Esnobs, dandys, idólatras de los húsares, aspirantes al premio Planeta, followers de Gómez Dávila, malditos, nocilleros afterpops y modernos literarios varios, neorrománticos en suma, antes de emular a Baudelaire, Byron o Burroughs, ponerle velas a san Verlaine, o entonar melodías a ritmo de William Blake o Dylan Thomas, harían bien en depositar su mirada en el reaccionario Saint-Simon. Moderno avant-la-lettre, o más bien pre-postmoderno, su prosa anticipa en siglo y medio la ruptura vanguardista de las formas (en dos, si tomamos de referencia a Céline), sus tramas nutren la novela decimonónica de Dumas a Stendhal, y el género al que recurre, aparte del modo en que lo hace — unas Memorias, que no son sino literatura del yo en clave de docu-ficción —, no puede ser de mayor actualidad. Veamos en lo que sigue cómo le pintó el venerable Pujol, en su ensayo Leer a Saint-Simon (BackList, 2009).

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