John Keats

John Keats

La imaginación poética es la última oportunidad de autodeterminación que le queda al escritor en el universo secular de la modernidad, lejos de la protección divina de la que ha buscado escapar para enfrentar las consecuencias de una crisis espiritual. Echemos la vista atrás: la batalla entre razón y creencia librada por los filósofos y poetas del siglo XIX terminó por fundar la duda, el recelo y la sospecha como fundamentos de la nueva verdad. Todas las miradas se volvieron entonces hacia el estatuto de la palabra: su trono también se tambaleaba. El desalojo de Dios por la razón lo fue también del lenguaje, como antes ocurriera en el mito bíblico con la caída lingüística del hombre expulsado del paraíso terrenal y condenado a la soledad por la incomprensión comunicativa de las lenguas. Con la razón crítica el poeta moderno empezó a vivir la contingencia del verbo y la historia de su recorrido hasta el presente. Creyó entonces ser el nuevo mesías por un camino agreste. Seguía solo, pero tenía una misión : devolver a la palabra su poder sobrenatural. Tal continúa hoy la hazaña de estos hombres, superhéroes anacrónicos de la humanidad. « Los poetas y novelistas son nuestros grandes aliados y su testimonio debe ser tenido en gran estima porque ellos conocen, entre el cielo y la tierra, cosas que nuestra sabiduría no sabría ni siquiera soñar. Ellos son, en el conocimiento del alma, maestros de maestros, de nosotros hombres vulgares porque ellos abrevan en las fuentes que no son accesibles para la ciencia ». (Sigmud Freud, El análisis del delirio y los sueños de Gradiva) En la práctica los poetas son aquellos seres capaces de sobreponer la verdad de la imaginación a la realidad. Tachados de melancólicos, incomprensibles, ñoños y cursis, poco ayudados por un romanticismo intrínseco que, en cambio, consolidó el lenguaje como su mayor conciencia estética, estuvieron siempre algo faltos de rock n’ roll. « Una cosa bella es un goce eterno », decía John Keats. Ah, John Keats. Háganme esta concesión : lean esta poesía, acompañen cada verso rozando por igual el infinito y el fin del mundo. Si los mayas están en lo cierto, el joven poeta inglés fue también un visionario : su vida y su obra son el mismo Apocalipsis.

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Ilustración : John Keats.