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J.G. Ballard - Compañía de sueños ilimitada

J.G. Ballard – Compañía de sueños ilimitada

La parábola que dibuja un avión en caída libre es el arco que sostiene la bóveda del imponente mundo novelesco de J. G. Ballard. El limpio acero del fuselaje refulgiendo antes del impacto, el motor en llamas dejando una estela de humo detrás de sí, el miedo y el caos dentro de la cabina, la fiebre de la velocidad y el desastre son elementos habituales en sus narraciones. Ballard mantiene la mirada fija en la colisión y en las transformaciones que la acompañan : del movimiento en quietud, de la esmerada ingeniería en chatarra, de los cuerpos en cadáveres. El anhelo de volar, la pericia técnica que permite llevarlo a cabo, la perfección de la máquina y la ebriedad de la altura, todo lo que se refiere al orden humano se cifra en la destrucción posterior al choque. Al principio de Compañía de Sueños Ilimitada (The Unlimited Dream Company, 1979) un desecho de la sociedad llamado Blake roba un avión y se estrella con él en el Támesis a su paso por Shepperton. Después de unos minutos, los pasmados bañistas ven cómo un hombre emerge del río. Blake debería haber muerto si no por el impacto, por ahogamiento, pero en cambio surge con una irresistible potencia dentro de sí, un exceso de vida que hace brotar flores y animales a su paso y que se acompaña de una libido que le hace desear incluso a los niños. La gente desconfía de ese hombre magnético al que parecen seguir bandadas de pájaros exóticos y a cuyo toque una vegetación espesa y salvaje cubre el ordenado ámbito de Shepperton. Un dios pagano ha salido de las aguas despertando en los lugareños unos atavismos tan preocupantes como seductores. La abrumadora imaginación de Ballard brilla en las descripciones del asilvestrarse de Shepperton, con las plantas envolviendo los edificios y los coches, y la turba de aves rompiendo la quietud con sus chillidos. La presencia de Blake parece devolver a la gente y al entorno a un estado primigenio, al igual que en otra gran novela ballardiana, El mundo sumergido (The Drowned World, 1962), en la que el calentamiento del planeta llevaba a los hombres hacia una regresión a los reptiles.

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