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Robert Walser - Diario de 1926

Robert Walser – Diario de 1926

Mario me presenta su editorial con uno de sus, vamos a llamarlo así, descubrimientos, el Diario de 1926 de Robert Walser, un manuscrito inédito hasta la fecha, un diario ficticio, una obra rara que, por lo visto, fue escrita en un almanaque a lápiz unos años antes de que su autor fuera ingresado en el primero de los manicomios donde fue a acabar sus días. La forma en que inventa y cuenta el devenir de los acontecimientos, el cómo va hilando encuentros, conversaciones, esbozando su sentir diario, es una delicia. « Nosotros entendemos el libro como un objeto artístico ; damos tanto valor al contenido del libro como a la parte visual del mismo. Por eso es por lo que encargamos cada cubierta a un artista diferente, a un ilustrador, a un pintor, un fotógrafo. En este caso se trata de un diseño de Eduardo Jiwnani ». De este mismo artista gráfico es la cubierta de otra de las raras publicaciones de estos editores (más adelante contaremos quiénes son, después de hablar de algunos de sus libros ; a la cabra le tira el monte) ; se trata de Obra inacabada, de Bertolt Brecht, tampoco había sido traducida al castellano, « Brecht cuando estaba escribiendo lo hacía sobre varias mesas donde tenía los textos. Escribía varias obras a la vez. Algunas eran solo proyectos de obra que no llegaba a terminar. Otras se quedaban incompletas y luego las utilizaba como ejercicios para los actores. Este libro son siete obras que sí llegó a acabar, pero que no tienen la entidad de Obra en el sentido de que son más breves ». La uÑa RoTa nace en 1996, en Segovia. Lo cual, para ser una editorial que se desenvuelve, digamos, fuera del circuito más tradicional, es tener ya una cierta edad.
– ¿ Pero cómo es que encontráis estos libros tan raros ?
– Te cuento… La uÑa RoTa, los que la integramos, comenzamos haciendo pequeños fanzines, hechos casi a mano, que vendíamos a una peseta o que regalábamos a la gente. A partir de ahí empezamos, Carlos Rod, Rodrigo González, Arcadio y yo. Ninguno vivimos de la editorial, lo cual nos da mucha libertad a la hora de crear y a la hora de elegir, de buscar, de crear nuestro catálogo. Empezamos a encontrar textos que nos gustaban por amigos, de forma casual. Y los publicábamos en libritos de 10×15, sujetos con una o dos grapas. Lo que sí que hacíamos en aquel momento era mezclar dos cosas, el texto y la imagen. Es decir, esta idea de libro como objeto ya la teníamos entonces ; había una colaboración de un autor con un pintor, un fotógrafo. Se trataba de compaginar ambas. Los libros luego los venderíamos nosotros a 100 pesetas ; los distribuíamos en los bares de Segovia, en alguna librería de forma puntual, luego ya también en Madrid, en alguna que con el tiempo nos empezó a hacer caso.

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