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Joseph Conrad - The Shadow Line

Joseph Conrad – The Shadow Line

Como cualquiera con dos dedos de frente, Joseph Conrad es un tipo obsesionado con el tiempo. También con el espacio y la profundidad. Su mirada, vamos, es tridimensional. Y en todo esto, su pregunta, insistente, perseverante, con tintes neuróticos casi, de principio a fin en su vida y su obra es ¿ quién está al mando de todo esto ? En invierno de 1916, a la hora de escribir esta novela de menos de 160 páginas, Conrad es ya un adulto entrado en años que recuerda su juventud, y que mira la vida hacia atrás, quizás oliendo la muerte. En La línea de sombra, que en un principio se iba a llamar, precisamente, El primer mando, Conrad demuestra una hipnótica maestría en narrar, uf, eso inenarrable : una experiencia entera de vida a partir de un retazo, un episodio de juventud. Y todo emociona. Porque a todos incumbe lo que explica : la amplitud del mundo, la dureza del trabajo y los días, la necesidad de conocerse y ser sincero con uno mismo y los demás, la dignidad, la camaradería, la abrupta complejidad psicológica y la maravilla de ciertas acciones humanas. Eso incumbe hasta a los jodidos muertos, que para estarlo merecidamente antes tuvieron que vivir. La idea del libro es plasmar ese instante de paso en el que la juventud despreocupada « alcanza la época más consciente y conmovedora de la madurez ». Ese punto de inflexión sucede cuando un joven marino cree decidir, sin motivo aparente, abandonar el mar. En ese momento se encuentra en la orilla primera de la línea de sombra. Sucede cuando un día todo va bien, y al día siguiente « todo ha desaparecido: encanto, sabor, interés, contento, todo ». Por suerte para nosotros, nuestro héroe no consigue abandonar el mar porque en su camino se cruza con el señor Giles, un viejo marino retirado que consigue embaucarlo para hacerle cumplir su sueño, olvidado en algún rincón, apartado frente al ímpetu de los quehaceres cotidianos : ser capitán. Conrad es claro y meridiano, de una hermosísima y viva profundidad. A algunos les puede parecer un escritor, precisamente, de juventud, pero esos son los que han tirado la toalla, sospecha una, los que se han quedado varados en el enredo del desengaño y la frustración, y no miran más allá.

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